Hay historiadores que mantienen que el nombre de la actual Catalunya hunde sus raíces en la batalla de los Campos Cataláunicos librada por Atila contra los romanos allá por el año 451, y puede afirmarse en estos días que nos encontramos ante una nueva edición de tan afamada batalla. Y es que Madrid ha desplegado toda su estrategia de guerra para tratar de evitar algo inevitable como el camino emprendido por el pueblo catalán.

Por un lado la puesta en marcha del ventilador difundiendo falsas informaciones para que cunda el pánico: que las grandes empresas y los bancos se iban a marchar, que no se pagarían las pensiones o que iba a producirse un corralito en el caso de triunfar las tesis independentistas, y la traca final: el Barcelona no podría jugar en la liga española, sin duda, algo mucho mas grave, incluso, que todo lo anterior. Además fueron mendigando por todas las cancillerías que los líderes de los países más poderosos de la UE se pronunciaran «espontáneamente» haciendo declaraciones en el sentido de que Cataluña automáticamente dejaría de pertenecer a la UE y saldría del euro.

Suele decirse que los yanquis no saben situar Europa en el mapa, y el que lo sepa, ignora por completo donde está España, pero sorprendentemente Obama sabe todo sobre Cataluña, hasta hacer declaraciones a favor de su permanencia en España. Asombroso. Sabido es que en el contexto internacional nada es gratis, ni siquiera las aportaciones que se dicen otorgadas a título de ayudas desinteresadas, así que no puede pensarse que ese repentino alineamiento de los líderes internacionales para favorecer la propaganda del Gobierno español puedan ser graciosas. Quizá así las obras de la base de Morón se habrán engrasado y Madrid, que se negaba a acoger a los refugiados que por cupo le correspondían, se presta ahora a aceptar.

Pese a todo, el resultado ha sido nefasto para Madrid, porque el número y la fuerza de los que votaron por irse son imparables. Ganarán. ¡Y usted que lo vea!