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PARÍS
13-N EN PARÍS

Hollande propone reformar la Constitución para afrontar la «guerra»

El presidente francés, François Hollande, anunció la prórroga del Estado de Emergencia y plantea una reforma constitucional que aumente los poderes presidenciales ante «una guerra que requiere nuevos medios». Y para ello, no escatimará en gastos. Mientras, seguía la investigación con ramificaciones internacionales, desde Siria a Bruselas.

El presiente francés, François Hollande, planteó ayer una reforma constitucional para hacer frente a la «guerra», en la que, a su juicio, se encuentra inmerso el Estado francés. Ante los representantes de las dos cámaras del Parlamento, Hollande, tras un minuto de silencio en homenaje a las víctimas de los atentados de París, comenzó su discurso con un término que ya utilizó en sus primeras reacciones: «Francia está en guerra».

Con esa introducción, pidió el cambio constitucional para permitir a los poderes públicos «actuar contra el terrorismo de guerra» que requiere de «nuevos marcos legales y de actuación», matizando que «sin perder de vista los valores y el estado de derecho».

Los artículos objeto de cambio serían el 36, que organiza el estado de sitio, y el 16, que dota al presidente de la República de poderes excepcionales, textos que Hollande cree que no están adaptados a la actual situación.

Y, para estas medidas hará falta más dinero, por lo que no dudó en aparcar el pacto de estabilidad financiera de los socios de la zona del euro, que, pese a ser uno de los iconos de la UE, en realidad París viene incumpliendo hace años y preveía seguir haciéndolo hasta 2017.

En su lugar, la prioridad sería un «pacto de seguridad». «Si estamos en guerra, no podemos hacerlo con lo que teníamos hace unos años», afirmó.

Además, el Gobierno prorrogará mañana el estado de emergencia por tres meses, medida que decretó el mismo viernes y que permite restringir la circulación de personas, allanamientos administrativos, reforzar los arrestos domiciliarios, instituir por decreto zonas de seguridad, ordenar el cierre de salas de espectáculos o tomar el control de los medios. Igualmente, adelantó la creación de 8.500 nuevos puestos entre las fuerzas de seguridad y en los tribunales, así como otras medidas reclamadas por la derecha francesa, como dar respaldo legislativo a la cuestión de «la legítima defensa de los policías» y la posibilidad de privar de la nacionalidad a personas con doble nacionalidad, «nacidos franceses»». «Debemos expulsar más rápidamente a los extranjeros que representan una amenaza de particular gravedad», dijo.

Paralelamente, continuaba una investigación con ramificaciones internacionales y que, según Hollande, han sido «decididos y planificados en Siria, organizados en Bélgica y perpetrados con complicidades francesas». Cinco de los siete kamikazes que actuaron el viernes en París fueron identificados. Cuatro de ellos son franceses y al menos tres han residido en Siria en los últimos años. El quinto, Brahim Abdeslam, ofrece la ramificación belga y se dictó una orden de detención contra su hermano, Saleh Abdeslam, francés nacido en Bruselas, como participante en los ataques.

Operación en Bélgica

El municipio de Molenbeek, al oeste de Bruselas y que alberga una importante comunidad musulmana, fue el escenario de una gran operación policial en búsqueda de Saleh, que no dio resultado alguno, pero que, hacía aparecer el lugar como un «nido de yihadistas», en palabras del ministro belga del Interior, para disgusto de sus vecinos. Otro hermano de Saleh fue puesto en libertad sin cargos y dijo que «en ningún caso él ha estado vinculado» a los ataques.

Abdelhamid Abaoud, un belga de 28 años, también residente en Molenbeek, es buscado como supuesto cerebro de los ataques y a última hora de la noche las operaciones policiales se extendieron a Estrasburgo.

El estado de «guerra» al que aludió Hollande fue subrayado por el primer ministro, Manuel Valls, que indicó que «la guerra va a ser larga y difícil», y alertó sobre la posibilidad de nuevos ataques «en los próximos días o semanas no solo contra Francia, sino también contra otros países europeos».

A la vez, el ISIS difundió un vídeo con imágenes de los atentados de París en el que fija a la capital francesa como objetivo prioritario antes que otras aspiraciones del grupo como Roma y Al Andalus (península ibérica).

El director de la CIA, John Bremen, se sumó a la alarma, al estimar que el ISIS tiene probablemente más operaciones en preparación. Igualmente, el primer ministro británico, David Cameron, aseguró que en los últimos seis meses se han evitado siete atentados en Gran Bretaña.

Y desde Turquía, el presidente, Recep Tayyip Erdogan, aseguró que había advertido a París en dos ocasiones sobre uno de los yihadistas que se inmoló en París, sin haber obtenido ninguna respuesta.

 

Metro-trabajo-tristeza en un lunes especial para los parisinos

El amanecer de la jornada de ayer en París supuso una vuelta a la normalidad muy forzada para la mayoría de sus habitantes, todavía impactados por el trágico balance de los atentados del viernes, con 129 fallecidos y más de 350 heridos, la mayoría jóvenes. Volvieron a abrirse las puertas de colegios, museos e instalaciones deportivas y había una cita generalizada, a las 12.00, en el Estado francés y en muchos puntos del planeta, para guardar un minuto de silencio en homenaje a las víctimas.

Tras un fin de semana de recogimiento y con el estado de emergencia decretado en un país que se encuentra «en guerra», como subrayó François Hollande, era muy difícil retomar el ritmo cotidiano. «Estoy mucho más asustada que en enero», comentaba a AFP Marion, una mujer de 38 años, recordando los ataques que mataron a 17 personas en la capital, «pero hay que sobreponerse; hay que empezar a vivir de nuevo». «No debemos dar la impresión de tener miedo –indicaba David Boy, de 52 años, de camino al trabajo–. Tenemos que defender nuestro modelo de vida francés, que es el de la libertad».

En el metro, muchas personas viajaban con la cabeza gacha, como suele ocurrir cualquier lunes por la mañana, pero en esta ocasión el silencio que reinaba en los vagones creaba un ambiente muy pesado. Dos actores, con los 60 años ya cumplidos, se preguntaban cuál sería el anuncio que les hará el teatro donde trabajan: «¿Nos comunicarán que vamos a actuar? No podemos ceder al miedo».

En el RER, que conecta la periferia parisina –la «banlieue»– Yvonne, «con un nudo en el estómago», regresaba del trabajo. A partir de ahora, va a intentar organizarse con sus colegas para encadenar periodos de trabajo más largos con el fin de hacer menos viajes de ida y vuelta.

En la Gare du Nord, donde esperaba el Thalys –el TGV que enlaza París con Bruselas y Ámsterdam–, Violette, apoyada sobre el estuche de su violonchelo, «habría preferido permanecer al abrigo más tiempo antes que coger el tren». A esta joven de 25 años le gustaría que «la gente se interese más por lo bello, la música, el arte en general, de lo que nos olvidamos a menudo, para seguir viviendo».

Otros prefirieron evitar los transportes colectivos. Cédric, de 37 años, cogió su bici para acudir al trabajo, en La Plaine–Saint-Denis. Lo que no tenía claro era si «finalmente» iría a hacer las compras cerca del Stade de France, como tenía previsto.

A las doce en punto, en el metro, en las plazas, ante los monumentos más emblemáticos, ante Le Carrillon, Bataclan... se guardó un riguroso minuto de silencio. El presidente francés y varios ministros lo hicieron en La Soborna, junto a cientos de estudiantes.Charlotte PLANTIVE - Pauline FROISSART - Marie GIFFARD | AFP