Ramon SOLA
EL CASO ZABALZA, 30 AÑOS DESPUÉS

Anatomía de una muerte en tinieblas

La incomunicación, la dejación judicial y la ley del silencio de Intxaurrondo confluyen para hacer de la muerte de Mikel Zabalza algo nunca esclarecido pero evidente para cualquiera. Muy pocos conocen mejor el hecho y el contexto que Iñigo Iruin y Paco Etxeberria, que diseccionaron anoche en Altza esos tenebrosos 19 días.

Justo el día en que se cumplían 30 años de la desaparición del joven de Orbaitzeta residente en Donostia, Iruin y Etxeberria explicaron a sus convecinos de Altza y a jóvenes que entonces ni habían nacido por qué lo que se contó oficialmente no pudo ocurrir y lo que no se contó es lo que realmente pasó. El periodista Mariano Ferrer, ayudado por el reciente libro de Jon Arretxe, superviviente de la redada, llevó el timón en el repaso a aquellas tres semanas que convulsionaron a Euskal Herria. Y allí fueron dejando detalles llamativos, con su rigor y experiencia características, abogado y forense.

26 de noviembre: ¿Por qué detuvieron a Mikel Zabalza, un simple conductor de autobús? Iruin relee los motivos de la Guardia Civil, tres folios de «absoluta arbitrariedad»: un primer arrestado se parecía a un militante de ETA (sin serlo), casualmente la novia de Zabalza vivía cerca suyo, el joven era de Orbaitzeta y por tanto cercano a la muga, y la pareja pasaba a veces a Ipar Euskal Herria. Este proceder no era extraño en la época de la «teoría Casinello» [Andrés, general de la Guardia Civil]: tras cada cadena de atentados de ETA, «una ‘tirada’ de detenciones con indicios mínimos para darle respuesta».

27 de noviembre: Que la noche es dantesca en Intxaurrondo lo atestiguan los testimonios de los detenidos, muy coherentes. Iruin detalla que Mikel firmó dos documentos, el de entrada en su vivienda y el de lectura de derechos, este ya pasadas las 3.00 de la madrugada; «al tercero no llega, se pone en él que ‘firma el detenido’, pero no hay rúbrica». Se conocen informes forenses sobre algunos detenidos, pero no aportan datos llamativos, añade Etxeberria. Hay hipótesis para ello: «Arretxe dice que le atendió un médico con bata blanca, pero nosotros nunca usábamos tal cosa». Y explica acto seguido que «eran habituales estos ‘juegos’: personas que se hacían pasar por forenses, detenidos a los que te escondían...»

28 de noviembre: La Guardia Civil presenta el primer documento que argumenta que Zabalza se ha fugado. Iruin llama la atención sobre la ausencia de detalles: «Solo adopta una posición clara para decir que se ha arrojado al Bidasoa, pero no dice ni dónde». ¿Por qué? «Están construyendo la versión oficial», y eso incluye cosas complejas como «delimitar qué guardias civiles la van a defender, que sean los menos posibles para evitar contradicciones...». Se decide que sean tres, lo que Etxeberria considera ridículamente increíble: ¿Cómo iban a ir tan pocos agentes a inspeccionar un zulo con un detenido a las 6.00 de la mañana? En ese momento inicial, médico y forense ven claro que la Guardia Civil ni siquiera sabe cómo va a acabar el tema: si manteniendo la desaparición o haciendo aparecer el cuerpo.

29 de noviembre: Hay un primer oficio del Juzgado de Donostia a la Guardia Civil para que dé explicaciones, pero Intxaurrondo dirige todo a Madrid, a la Audiencia Nacional, donde sabe que «no moverán un dedo». La investigación se complica además por las distintas competencias: a ambos juzgados se les suma el de Iruñea, porque los agentes sostienen que la huida se ha iniciado en Gipuzkoa pero la pista se ha perdido en Nafarroa. «La versión es ingeniosa realmente», resume Etxeberria, irónico.

5 de diciembre: Se da a conocer el relato oficial ampliado. Y las preguntas se multiplican: ¿Cómo pudo Zabalza escaparse esposado por un agujero en un túnel? ¿Cómo no se rompió la cabeza al saltar al agua en ese punto? ¿Por qué no le dispararon? ¿Tampoco le persiguieron? Y antes de llegar a Endarlatsa, ¿cómo es que no hablaron del zulo? ¿Por qué no iba un agente del TEDAX si acudían a un lugar en que se afirma que había armas y explosivos?

7 de diciembre: Cuando ya han pasado once días de la desaparición, se logra hacer una inspección ocular del lugar con presencia judicial. Iruin lo ve clave, porque es allí donde pueden manifestarse las contradicciones sobre «el lugar, el ruido, la luz, los tiempos en que pasan las cosas...». Etxeberria añade: «Si eres de Murcia y te dicen que un detenido de ETA huye, da un salto y ¡zas! pasa la frontera, te lo puedes creer; pero si conoces Endarlatsa, no».

10-11-12 de diciembre: Doce buceadores de la Cruz Roja recorren ese área del Bidasoa durante tres días, hasta descartar totalmente que allí esté Zabalza. En este punto, Iruin pregunta: «¿A la Guardia Civil no se le había planteado buscarlo por su cuenta? La primera ocasión en que se ofrece a hacerlo es cuando ya el juez lo ha decidido». Entre medio, el día 11 el ministro de Interior, José Barrionuevo, ha lanzado una frase más que premonitoria: «Aparecerá o lo encontraremos». Ferrer lo toma como la prueba de que «por fin empieza a haber plan».

15 de diciembre: A 150 metros del túnel, el cadáver de Zabalza aparece flotando allá donde habían buscando insistentemente los submarinistas sin resultado. Es solo uno de los detalles «raros» que enumera Etxeberria. Quedan las autopsias, pero no ofrecen resultado concluyente. El forense las ve «insuficientes, con soporte fotográfico muy pobre». Indica como detalle que «no se añaden los hematomas que tiene en la parte anterior de la cabeza», un dato que cree que hay que poner en relación con los testimonios de otros detenidos, que coinciden en cómo se les apretó una y otra vez la cabeza para sumergírsela en el agua. Concluye por tanto que el análisis forense «no resuelve el asunto», pero porque una y otra vez en esa época se toma como prueba descontextualizada, al margen de lo que dicen los detenidos, los papeles... Y así queda todo, en tinieblas, hasta hoy.

Moción, sin PP ni PSE

También ayer, en este emblemático día, por la mañana el Ayuntamiento de Donostia aprobó una moción conjunta de EH Bildu, PNV e Irabazi que reafirma el compromiso municipal de 1985 de «coadyuvar en el esclarecimiento de los hechos que llevaron a la muerte, así como a ser agente activo en la búsqueda de la verdad y la justicia, la promoción de su recuerdo, su reconocimiento como víctima y la reparación debida». Lo hará «en colaboracion con otras instituciones, representantes de trabajadores de dBus e iniciativas populares».

La moción había sido promovida por Mikel Zabalza Gogoan Herri Ekimena, tras un trabajo de interlocución en el que sumaron el apoyo del comité de empresa del Ayuntamiento.

Familiares y amigos estuvieron en el pleno, en el que se mostraron carteles contra la tortura y en demanda de la verdad. «Es otro paso, falta mucho, pero vuestra fuerza es nuestro norte», les trasladó Amaia Almirall (EH Bildu).

El grupo municipal del PSE, partido que entonces dirigía el Gobierno español, se abstuvo poniendo como excusa que cree que EH Bildu no tiene la misma posición sobre víctimas de ETA. Y el PP votó en contra, escudándose en que el tema no debía haberse abordado en pleno, sino en una comisión.

Declaraciones

«A la Guardia Civil le cuesta construir la versión, porque además hay que delimitar quiénes la van a defender y qué hacer con el cuerpo de Zabalza»

«Hasta el instructor de Intxaurrondo, Fabián Dorado Villalobos, dice no recordar un caso en que pongan solo tres guardias civiles para ir a ver un zulo; insulta a la inteligencia»

IÑIGO IRUIN

Abogado

«¿Un cadáver 19 días en el agua sin flotar? Qué raro. ¿Sin erosiones por golpes con el fondo del río? Qué raro. La cuestión forense no resuelve el asunto, pero...»

«Al forense Luis Moles le habían puesto una bomba en el coche 15 días antes, y no fue precisamente ETA. Les sentaba como una patada que apareciéramos por allí»

PACO ETXEBERRIA

Forense