Alberto PRADILLA
RECEPCIÓN EN EL CONGRESO ESPAñOL

CONSENSO EN ALABAR LA CONSTITUCIÓN Y MATICES A LA HORA DE LOS CAMBIOS

CONSENSO EN ALABAR LOS 37 AñOS DE CONSTITUCIÓN ESPAñOLA ENTRE LOS CUATRO PRINCIPALES PARTIDOS DEL ESTADO. PSOE, CIUDADANOS Y PODEMOS PLANTEAN CAMBIOS, AUNQUE EN SENTIDO DISTINTO. EL CONGRESO ESPAñOL, ENSAYO DEL ESCENARIO POST 20D, SIRVIÓ DE ESCENARIO PARA AGASAJAR LA CARTA MAGNA EN CLAVE ELECTORAL.

Al final el consenso consitucional era celebrar un funeral por adelantado para un texto que la mayoría quiere modificar pero sobre el que todos coinciden en alabar sus virtudes. Como en las exequias, nadie se atreve a hablar mal del futuro difunto aunque todos dejan su matiz electoral: tanto PSOE como Ciudadanos y Podemos están de acuerdo en introducir modificaciones, pero en sentidos diferentes. La excepción aquí fue el presidente español, Mariano Rajoy, quien consideró que la Carta Magna «goza de buena salud». No descarta la reforma, siempre condicionada al asentimiento general. Y eso, viniendo del líder del partido que lidera las encuestas, significa reducir los cambios a lo que Génova quiera.

«Todo el mundo dice que quiere reformar la Constitución pero no se sabe exactamente qué. Yo no me cierro. Si alguien quiere hacer un planteamiento, estoy dispuesto a considerarlo», argumentaba Rajoy. Sus palabras sonaban al «sin violencia se puede discutir de cualquier cosa» o a la más reciente oferta de cambiar la Carta Magna que proclamó cuando el Congreso vetó el referéndum propuesto por la Generalitat. Vamos, pura retórica. Lo que cuenta de verdad es «la unidad de España», bien reiterada por todo su gabinete en un contexto electoral en el que nadie deja de envolverse en la rojigualda mientras critica a los «nacionalistas».

La recepción constitucional convirtió el Congreso en el ensayo de lo que será a partir de enero, cuando las urnas del 20D repartan suerte. En carrera hacia las urnas, todos los líderes aprovechaban para meter su cuña. Del inmovilismo de Rajoy se pasó a un Pedro Sánchez que trata de mantener la tranquilidad pese a notar el aliento de Albert Rivera y Pablo Iglesias en el cogote. Como ha reiterado hasta la extenuación su propuesta de plato único federalista, el líder del PSOE dedicó más tiempo a eludir las preguntas sobre un hipotético tripartito contra el PP.

«Visça la Constitució»

Había interés por el desembarco de los dos nuevos. A Rivera, convertido en el niño de los ojos del establishment, el escenario le venía ajustado como el traje. Experto en las frases redondas pero vacías de contenido, el líder de Ciudadanos reivindicó la ratificación de lo «esencial» de la Constitución mientras defendía un cambio para un «nuevo proyecto común español». ¿En qué se materializa esto? Rivera no lo dice y hasta ahora no le ha ido tan mal sin dar explicaciones. ¿Para qué? Clamar «Visça la Constitució» le basta para lucir galones unionistas en Madrid.

La otra cara de la moneda es Iglesias. El proceso constituyente quedó reducido a «momento» y a cinco reformas concretas. De la crítica al régimen del 78 se pasó a la alabanza de la Transición que, si ha quedado desfasada, es porque «las élites la han traicionado». Al final, Parece que Podemos ha hecho el cálculo de que la enmienda a la totalidad es una especie de «matar al padre» que no genera simpatía en el votante del PSOE. Eso deja solo con su discurso de ruptura a un Alberto Garzón, convertido en «garbancito» tratando de sacar la cabeza entre cuatro gigantes. Ya fuera de la recepción, fechó el nuevo texto para 2018. Difícil. En el Congreso, cada uno a su manera, todos estaban de acuerdo.