«Salió de nosotros apuntar que ya vale de surf, pero no renegamos de él»
The Uski's provienen de Elantxobe e Ibarrangelu. En verano tienen sus tumbonas en Laga y parte del txiringuito reservado. Y además de lucir tipo, alguno de ellos aún surfea. El quinteto acaba de publicar «The Uski's», su mejor álbum. Una mezcla admirable de rock, pop, surf y armonías vocales nobles.

The Uski's se forma en 2003 con cinco amigos relacionados por la música, el vecinaje, el parentesco, la música, el surf y el gusto por los Beach Boys y los Beatles, entre otros. Influencias que aún continúan presentes en su quinto álbum, el presente “The Uski's”. No, no es fácil concluir un disco con esas referencias, más un poco de garage, pero los chicos de la playa lo han conseguido sobradamente. Han logrado el álbum más completo de su carrera, el más armónico y mejor empastado. El disco del equilibrio entre estilos sin que se pierda la coherencia o se desperdigue la identidad. De paso, han dado con doce canciones que son doce singles. “The Uski's” es un disco de aspecto veraniego, que los programadores tomen nota, o los colectivos de fiestas, pero también son luz, calor y festividad para días de invierno. Lo evidente está en el muestrario obvio de la música local, pero si se mira quizá detrás de otro disco se tope uno con esta joyita del buen gusto, de las armonías vocales extraídas del final de los años cincuenta o los primeros sesenta. No obstante, que nadie se asuste, que este no es un álbum que nace desfasado, fuera de época. The Uski's suenan actuales porque su fórmula no caduca: buenas voces, instrumentistas seguros e inspirados compositores. Sí, con buenas “canciones” no se corrompe el tiempo, y esta familia, trece años sin cambios de formación, es un ejemplo de actualización de los diferentes pasados, que “Begijek erei”, tiene su parte de new wave setentera. Divertidos, animosos y bailables, aquí están las olas estivales de The Uski's. Viene resaca.
¿Cuál es el misterio para que después de doce años el grupo continúe sin cambios?
Nada, simplemente comenzamos con lo que había cerca, ¿y que era?: una familia musiquera, gente cercana a la familia, cuasifamilia podríamos llamarlo ya que las madres compartieron cuidadora, y otro componente que se necesitaba sí o sí (y que marca mucho en la banda con su ataque y tempo) y que vivía en el pueblo. Así comenzó y así terminará cuando corresponda. No hay secretos, somos familia, amigos vecinos. No concebimos a los Uskis con cambios ni sustituciones, nos conocemos, nos miramos y sabemos lo que viene, y lo que hay que hacer. Hemos tenido altibajos incluso un par de medio rupturas, pero aquí seguimos aguantándonos los unos a los otros. En el fondo nos queremos, y nosotros somos los Uskis, nadie más [Iñigo Eiguren: voz. Jon Zameza: guitarra, bajo y coros. Anartz Laka: guitarra, bajo y coros. Oier Laka: guitarra, bajo y coros e Iñaki Astoreka: batería].
Siempre se les ha catalogado como una banda de orientación surf, pero lo fueron y lo son solo sutilmente. Ahora parece que desean romper el mito y presentarse como un grupo más abierto.
Nos encanta la música surf, pero siempre hemos visto ese estilo desde un punto de vista instrumental. Habrá influencias, arreglos surf… ¿Coros?, por supuesto. ¿Sonidos playeros?, claro que sí. ¿Largos revers evocando a playas infinitas?, también. Lo que intentamos es que se nos saque de esa etiqueta exclusiva, pero con prudencia. Creemos que por parte de las discográficas se ha insistido en el surf por buscarnos un lugar en la balda de productos. Como surfers, pues hemos practicado surf, como pala, o cualquier otro deporte. Lo que ocurre es que lo que se experimenta con el surf es especial, ni libertad ni panplinas: adrenalina, 190 pulsaciones... ¡Hostias que me quedo aquí! Bajadas con los mismísimos bajo la barbilla. El surf engancha, sueltas adrenalina, bien pinchando las olas, bien cabalgando; es una droga pura y dura. Desligarnos, al menos en parte, de la música surf salió de nosotros, pero no renegamos de él. Consideremos como tú, que el surf de nuestra música es muy sutil, mínimo. Pero siempre ha habido temática surf en nuestras portadas, fotos, letras, experiencias y es lógico porque venimos de la playa. Somos de costa, mar, olas, botes, puerto, playa, roca, peces, pulpos y txipirones.
Si tomamos dos buenos temas: «Begijek erei» y «Trumote», se ve que poco tienen que ver entre ellas. La primera es una de las mejores canciones del disco, tintes garage-rock y unas teclas new waves. La segunda, vaya, podría ser una canción pop-rock surfera… ¡Qué mala suerte de ejemplo!
Hay tres compositores, cada uno con su estilo, los tres escriben baladas, pero también temas más potentes. Traemos los temas de casa. De estos se elijen cuales pueden funcionar en una primera criba. Unos vienen terminados y se enseñan (aprenden) al resto, otros se arreglan, cambian estructuras, “sácate tú una guitarra”, “te doy libertad en la línea de bajo”, “aquí quiero que hagas esto porque es mi canción y punto”… Elegimos tema a tema sin pensar en el estilo. A veces decimos que no grabamos discos, que grabamos canciones, obviamente se intenta, por ejemplo, no llenar el disco de baladas, solo se permiten dos (risas). Resumiendo, no hay fórmula, entran en juego el azar, el tiempo, la canción anterior, los discos anteriores, el plagio ese que te sale sin querer y del que alguien te avisa...
«Zeure albun» es otra canción de esas que en los sesenta se utilizaban para arrimarse en los guateques, esas armonías vocales igual le deben algo a Beach Boys, aunque si prefieren la ubicamos cerca de una canción country-pop.
Beach Boys son para nosotros los vocalistas más grandes de la historia, y los mejores músicos los Beatles, esos sí que innovaron en todos los aspectos. Y mucha de la música inglesa que escuchas, se relaciona con los putos Beatles. Estos tocaron también todos los estilos y palos, incluso me atrevería a decir que los inventaron. Nos encantan los coros de Queen, hasta los CCR se salían cuando a John Fogerty le apetecía. Se prueban cosas. Partes de la melodía principal de la voz, sacas una segunda voz que te guste, luego otra y otra, a oído y salero. Y todo es movible y variable. Muchas veces lo más difícil es que el resto se aprenda tus coros ya que nos va eso de sacar lo tuyo de dentro, y así hasta que el compositor pone firmes al resto, y suelta: “No, haz ese coro…”. Y punto. Y si no, el tema se sale de la lista. Elantxobe es muy musical, muy negro, muy de bailar, Ibarrangelu es más rock, garaje. Y en los dos pueblos hay soul y blues. Como no, como la sal y el pan.
¿Alguno de ustedes tiene aitas con discos en casa, cosas viejas de los cincuenta y sesenta…?
Todos, diría yo. No concibo una casa sin tocata, ampli, música. En casa de los Zameza los Marantz has sido y serán un icono. En casa de Eiguren también, ambos padres marinos, podían traerse sus piezas de fuera. En casa de los Laka han sido más de Kenwood y Dual, la música ha compartido todos los fines de semana por la mañana con el volumen a tope (caserío sin vecinos), ventanas abiertas, graves rompiendo todas las suspensiones (obsesión materna) y fastidiando los clavos mañaneros de los hermanos. Discos traídos de extranjis... Yo soy de los que cuando llega a casa pone un disco, un cedé, el ordenador o la radio. Mis vecinos creo que me odian, pero respeto los horarios de sueño y siesta, pero hay un par de horas al día de temblar. Aprovecho para pedir perdón.
«Uh la la la» es otra canción con soul, con reverb en las guitarras, muy sesentera y divertida. Otro buen hit sin verano.
Por aquí hay progenitores que dicen que es un plagio total de Adriano Celentano, ni idea, pero lo que sí esta claro es que es un tema totalmente sesentero y lleno de intenciones húmedas, lujuria y froting-froting.
Tengo dudas de si les hubiese gustado grabar este disco en Memphis con el sello Stax, la Motown en Detroit, la Chess Records, la Capitol de los Beach Boys, la Capitol de los Beatles en USA...
Hombre con esta vida laboral y algunos ya familiar, lo de estar cerca de casa, a nuestro rollo, sin prisas ni relojes marcando los euro, es lo ideal. Hemos estado muy a gusto grabando y mezclando al momento, viendo y cocinándolo entre todos bajo el cucharón de Jose Lastra [estudios Tío Pete] más nuestros ingredientes y catas. Ha sido largo, con parones, incluso con momentos de ¡caguen dios, ya vale hostias! Jose Lastra ha conseguido sacar todo el interior de nosotros, meterlo en una coctelera y sacar un jugo digno de los dioses del Olimpo. Estamos encantados. Hemos tocado con nuestro sonido de ensayo y directo. Él ha hecho que todo case correctamente, que el disco sea uniforme y a la vez especial en cada tema, súper a gusto tocando con nuestras guitarras, amplis, pedales y todo lo demás. Ha sido un largo camino en el tiempo desde que entramos en Tío Pete, estudio en el que el mismo Jose fue jefe de obra bajo el diseño de Philip Newell, gran conocido mundial en el diseño de estudios. Desde aquí nuestro agradecimiento a Cristina y al Consorcio [relaciones de familia entre el estudio y un componente de El Consorcio].
«Goiza hasten» y «Kokodrilo» las describen como canciones con toque soul, algo tienen, pero, en el fondo, las rockerizan al estilo Cantábrico. «Kokodrilo» podría haber sido un hit de verano.
«Kokodrilo» tubo un debate intenso y largas discusiones de si debía ser el single o no. Es un tema amable, sátiro, gracioso, pero metiendo el dedo en el ojo. «Goiza» pretendía tener un sonido tipo Neil Young & Crazy Horse, sucio, lleno de distorsión, fuerza, y ser a la vez un tema melancólico, amable, pero es uno de esos cortes que han evolucionado por el paso entre manos, incluso, diría, suavizado, “asoulado” con la línea de bajo.
Resumiendo, que hay mucho rock y melodías en sus vidas, pero también playa y algunas olas.
Todos nadamos y bien, somos acuáticos y hemos pasado nuestra juventud entre las olas, la pesca submarina, mortales desde las alturas de los muelles de Elantxobe y rocas en Laga. Todos hemos surfeado a excepción del batería que también tubo sus pinitos con el “bugi”. En activo siguen dos de ellos, otros por pereza, pronta vida laboral, u operaciones en los oídos, lo dejaron, pero ahora, y a nuestros cuarenta y algunos con pico, somos míticos en Laga. Cuando entramos nos hacen pasillo, a excepción de los otros 40.000 nuevos surfers que no sabemos de dónde han salido.
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