Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «La novia»

Extremo Lorca

La principal virtud de esta pieza valiente radica en el empeño demostrado por la cineasta Inma Cuesta de no rodar una película de corte y estética teatral sino todo lo contrario, dejando bien a las claras las diferencias entre el lenguaje escénico y el cinematográfico. Cuesta ha afrontado en todo momento ese riesgo que conlleva trasladar a la gran pantalla una obra tan extrema, brutal y contundente como es “Bodas de sangre” del genio Federico García Lorca, utilizando un discurso que pasa por no ser fiel al “encorsetamiento” que, al parecer, provoca intentar amoldar desde los cánones cinematográficos el texto lorquiano. La autora sale airosa de este difícil reto gracias a un estilo natural que, en contadas ocasiones, roza el acartonamiento debido a lo obligado que resulta el recitado de los textos en boca de algunos intérpretes.

La fidelidad al texto ha resultado necesaria teniendo en cuenta la fuerza telúrica que emana del original y, sin bien es cierto que esas frases que fueron hilvanadas con tanta crudeza sobre el papel siempre amplifican su efecto en la mente del lector que recitadas por un actor, por muy bueno que este sea, siempre se agradece la pasión que demuestran actrices que, como en el caso de Inma Cuesta y Luisa Gavasa, rubrican la gran importancia que otorgó Lorca a las mujeres en sus obras. Otra de las grandes virtudes de esta película que amenaza con arrasar en los Goya, radica en su descarada vocación de subvertir al espectador mediante un subrayado de excesos que bordean lo grotesco que tan magistralmente plasmó Valle-Inclán en su bibliografía. Esta medida insurgente adoptada por Inma cuesta no es en caso alguno una burla a lo escrito por el poeta granadino, sino una declaración de intenciones donde esos ribetes que podrían ser tomados como paródicos no son más que tímidos rayos de luz que se asoman por entre la penumbra de una trama que siempre seguirá sobrecogiendo.