De la tertulia a «los cielos» pasando por la centralidad
PERFIL [Pablo IGLESIAS]

Al final los cielos no se tomaban por asalto sino entrando por la puerta. Bajo esa misma lógica, parece que en Podemos han decidido que reformar la estancia poco a poco era más efectivo que tirar abajo el edificio. Pablo Iglesias está a 24 horas del momento para el cual fundó el partido de los círculos hace casi dos años. Todo, las contradicciones en las que ha incurrido el partido, las disputas internas, la implacable beligerancia contra antiguos compañeros y las renuncias programáticas, se explican por la hipótesis electoral. La que dice que, con la ventana de oportunidad todavía abierta, había que aprovechar el momento de cambio sin mirar atrás. Que luego ya llegaría el tiempo de hacer balance. Y es cierto que el panorama político español se ha transformado desde que el antiguo profesor de Ciencia Política tomó impulso en los platós televisivos e inició la carrera electoral.
Tras superar un momento de bache simbolizado en el cara a cara con Albert Rivera en ‘‘Salvados’’, Iglesias ha dado lo mejor de sí mismo en campaña. Su intervención en el debate a cuatro lo propulsó y las carencias de sus adversarios, así como la alianza con Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, solo han servido para reforzar su figura. Cuando Mariano Rajoy y Pedro Sánchez protagonizaron el bochornoso espectáculo ante Manuel Campo Vidal, el expresentador de ‘‘La Tuerka’’ certificó la muerte del bipartidismo. Que no es lo mismo que una transformación radical del sistema. Y ahí se explica el cambio experimentado en los últimos meses. Ante la beligerancia de determinados medios, Pablo Iglesias tuvo que limar aristas ideológicas haciéndose homologable a los votantes del PSOE, que son precisamente los que le pueden encumbrar. Por eso, ha renunciado a la enmienda a la totalidad de los últimos 37 años, reivindicando la historia reciente del Estado como un período positivo. Olvidado el «proceso constituyente», la respuesta ha sido cinco reformas que estarán a merced de las matemáticas.
Beneficiado por la ausencia de Catalunya en el debate público, Iglesias ha podido combinar un discurso netamente nacionalista español con un gesto que hasta ahora ninguna fuerza del Estado había osado: abanderar la celebración de un referéndum en el Principat. Puede parecer contradictorio, pero refuerza la imagen de demócrata ante el tradicional inmovilismo unionista. Otra cosa es que la consulta pueda realizarse. Pero, para cuando la disyuntiva se ponga sobre la mesa, los sufragios ya se habrán depositado en las urnas.
El ciclo vertiginoso que sigue a los cuatro años de rodillo del PP ha llegado a su fin. Aunque esto es más un punto y seguido que el inicio de un nuevo párrafo. Habrá que ver si termina aliándose con el PSOE, como en algunos territorios o si, por el contrario, queda fuera de una entente para defender el actual statu quo.

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