Alberto PRADILLA
MADRID
TRAS LAS ELECCIONES DEL 20D

PP y PSOE escenifican alejamiento sin ofrecer alternativas

Rajoy y Sánchez mantienen un breve encuentro en Moncloa para buscar «estabilidad», pero el líder del PSOE dice apostar por un Gobierno alternativo para el que no tiene margen.

El PSOE recurre a la escenificación para asegurar que no investirá a Mariano Rajoy ni por acción ni por omisión. Con la mayoría de la población pensando más en las fiestas navideñas que en las recientes elecciones, el secretario general de Ferraz, Pedro Sánchez, visitó la Moncloa para dejar el mensaje de que no apoyará un Gobierno del PP ni siquiera con la abstención y que tratará de conformar un gabinete alternativo. El problema, nuevamente, está en que no parece tener recorrido.

«Los ciudadanos han votado cambio», dijo ayer Sánchez tras hablar con Rajoy durante poco más de media hora. Tal y como avanzó la noche del domingo, el candidato del PSOE cede la iniciativa para formar Gobierno al actual presidente por ser el aspirante más votado. Y deja claro que, cuando sea claro que Rajoy no tiene opción de pactar con nadie, él intentará conformar un Ejecutivo «de progreso». El modelo más cercano sería el de Portugal, donde Antonio Costa, del Partido Socialista Portugués, resultó investido con los votos del Bloco de Esquerda y el Partido Comunista Portugués. Claro que en el caso de Sánchez necesitaría el concurso de, al menos, Podemos, Unidad Popular, PNV y ERC. No parece fácil. Pablo Iglesias ya ha remarcado que su línea roja es la celebración de un referéndum en Catalunya. Al PNV cualquier pacto le va bien. Y tampoco da la impresión de que los republicanos catalanes estén dispuestos a un cambio de cromos teniendo en cuenta que su estrategia es seguir la hoja de ruta soberanista.

En Génova ven un adelanto

Sánchez considera que adelantar las elecciones es la peor de las alternativas posibles. Pero seguimos sin saber de qué manera puede el PSOE formar un Gobierno estable. Nuevamente, y aunque ahora lo rechazan, no se puede descartar que Ferraz termine absteniéndose y permitiendo que Rajoy (u otro líder del PP) esté al frente del Ejecutivo. Ayer el presidente español lo descartaba por completo y consideraba que no había «margen para el diálogo» con Sánchez.. En el momento actual el mensaje que se transmite en Génova es que las elecciones se repetirán en primavera. Que no se fían de Sánchez. Pero todo apunta a un proceso largo en el que las posiciones pueden cambiar y en el que no solo operan las lógicas políticas.

Uno de los elementos que va a tener mucho peso son los juegos de poder dentro del PSOE. Parece que el actual secretario general sí que es partidario de buscar girar el rumbo del Ejecutivo español. Sin embargo, no todos ven con buenos ojos pactar con Podemos y, sobre todo, depender del apoyo independentista. Quien más rechaza esta opción es Susana Díaz, presidenta de Andalucía y gran poder fáctico en Ferraz. Para ella, la «unidad de España» es innegociable. Nuevamente, el argumentario del PSOE implica hacerse trampas al solitario. No se puede decir al mismo tiempo que se pasará a la oposición, que no se apoyará al PP, que no se formará un Gobierno alternativo y que no se quieren nuevas elecciones. Todo a la vez es aritméticamente imposible.

Por el momento, los barones del PSOE deben validar la estrategia de Sánchez en el Comité Federal que se celebra este sábado en Madrid. Como Sánchez ha convocado congreso ordinario para primavera, contando con que habrá investido algún gobierno, no se puede olvidar que también se jugará su futuro al frente del partido. Si toma decisiones sin consensos se arriesga a que la todopoderosa presidenta andaluza le plante cara en el cónclave.

«Figura independiente»

En este contexto, Podemos gestiona los tiempos y Ciudadanos intenta sacar la cabeza y demostrar que no es irrelevante. Siguiendo la misma línea de campaña, Pablo Iglesias dedicó la jornada de ayer a castigar a Sánchez. Le recordó sus difíciles equilibrios internos, insistió en que Podemos no avalará al PP ni por acción ni por omisión y lanzó una idea que ya había sido propuesta la víspera por Iñigo Errejón: si a Rajoy no le dan los números y Sánchez no quiere llegar a acuerdos, plantea ofrecer la Presidencia a una «figura independiente» que pudiese recabar consenso. Además insiste: el referéndum en Catalunya no está a debate.

Rivera, por su parte, intenta ganar en los medios lo que las urnas le arrebataron: capacidad para incidir. El líder de Ciudadanos propone una especie de tripartito con PP y PSOE. Es decir, se suma ahora a acordar con los partidos a quienes ha desdeñado durante toda la campaña. Sabe que si se repiten las elecciones solo puede perder. Su formación no ha servido para «regenerar» ni para dar estabilidad y, finalmente, tendrá que plegarse a ser el tercero en discordia entre Génova y Ferraz. En realidad en todos los partidos se ve escenificación, pero nadie enseña verdaderamente las cartas. Todavía tienen margen.

El «agostazo» como antecedente para el pacto de Estado

Si se buscan precedentes que puedan explicar el comportamiento del PSOE, el caso de Nafarroa en 2007 es probablemente el más cercano. El entonces cabeza de lista del PSN, Fernando Puras, se comprometió a acordar un Gobierno alternativo a UPN y pactar con Nafarroa Bai e IU. Nunca ocurrió. El aparato de Ferraz se le echó encima y en una operación dirigida por Pepe Blanco, en aquel momento secretario de Organización, impuso el «agostazo», es decir, permitir que la derecha liderase la Administración «por responsabilidad». De ese modo, Miguel Sanz terminó como presidente foral y, cuatro años después, UPN y PSN llegarían a pactar un Gobierno en coalición. En aquel momento pesó mucho el previsible castigo electoral que llegaría en el sur del Ebro por pactar con fuerzas abertzales. Ahora se esgrime el mismo argumento, aunque el contexto es distinto.

Sin embargo, hay figuras vinculadas al «agostazo» y que ya han salido públicamente pidiendo que Génova y Ferraz lleguen a un acuerdo. Se trata de Antonio Catalán, empresario de Corella que estuvo en la trastienda de aquel acuerdo entre UPN y PSN y que se suma a exministros de ambos partidos que ayer protagonizaban la portada de «Expansión» exigiendo un «pacto de Estado» entre Rajoy, Sánchez y Rivera. El problema está en las consecuencias que este tipo de acuerdo podía tener para Ferraz. No hace falta recordar que en Nafarroa el PSN ha quedado reducido a su mínima expresión. En el Estado el fenómeno podría repetirse, tal y como indicaba ayer el «Financial Times», que advertía sobre el peligro de «pasokización» del PSOE.A. PRADILLA

Declaraciones

«Pablo Iglesias es rehén de pactos con personas filo

independentistas y no quiere un pacto con el PSOE»

PEDRO SÁNCHEZ

Candidato del PSOE

«Tal vez sea el momento de que una figura independiente de prestigio asuma dar los pasos necesarios para intentar que en España deje de gobernar el PP»

PABLO IGLESIAS

Candidato de Podemos

«Creemos que es un primer ‘no’, un primer contacto, y estamos dispuestos a seguir hablando y dialogando»

FERNANDO MARTÍNEZ MAÍLLO

PP