Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Exorcismo en el Vaticano»

Uno de los títulos más mentirosos de la historia del cine

Miente el título y miente el trailer, que pretenden dar a entender algo que en la película no aparece por ningún lado. Y da igual en la versión original que en la doblada, ya que resultan tan falsas y engañosas la una como la otra. En castellano parece que las localizaciones apuntan a Roma, pero todo sucede en los Estados Unidos. En inglés van todavía más lejos, y al anunciar ese “The Vatican Tapes” es como si fueran a descubrirnos los archivos secretos del Estado pontificio o algo así. Pero cualquier posible similitud con las tramas conspirativas sobre la Iglesia Católica de los best-sellers de Dan Brown es pura coincidencia.

Al pricipio hay un simple apunte introductorio en el que el sacerdote interpretado por Djimon Hounsou se limita a informarle al que encarna Michael Peña de la existencia de una especie de filmoteca vaticana, donde se supone que guardan las filmaciones y grabaciones de los distintos casos de exorcismo. Luego, siguiendo la moda del “found-footage”, se ofrecen imágenes captadas por las cámaras de seguridad, pero nada más. Digamos que se trata de una tramposa estrategia para dar paso al obligado proceso de la enésima recreación ficcional de una posesión diabólica, que como el resto de la producción reciente no ofrece ninguna novedad con respecto al clásico fundacional de este subgénero terrorífico que es “El exorcista” (1973) de William Friedkin.

Y vuelta a empezar, como si “Exorcismo en el Vaticano” fuera la primera aproximación al dichoso tema, lo cual supone un insulto para la capacidad de comprensión de su público potencial. La joven protagonista se corta un dedo partiendo el pastel de su fiesta de cumpleaños, y se le infecta la herida hasta el punto de que sufre una transformación, que ni en el hospital ni en el siquiátrico son capaces de explicar. Para cuando interviene el exorcista de turno casi se termina la proyección.