Pablo CABEZA
BILBO
Elkarrizketa
ANGEL UNZU
GUITARRA, COMPOSITOR, ARREGLISTA

«La guitarra clásica es noble, solo depende de los dedos del intérprete»

La carrera como solista de Angel Unzu es amplia, pero manejable. Sin embargo, la lista de colaboraciones o de bandas relacionadas desborda cualquier posible síntesis aplicada. Si acaso, mencionar que en 1982 fue parte de Ganbara en cinco discos y que mañana o pasado se le puede ver tocando jazz o al lado de Benito Lertxundi. «Dúos» es su nuevo y sobrio álbum en solitario, pero de dos en dos.

Nos cuenta Unzu –un tipo con sentido del humor, aunque toque música seria– que nació con cero años en Iruñea y que hasta los nueve no hizo más que jugar, «quien sabe, quizá estaba cimentando todos los temas que he titulado “Recreo”», comenta. Con nueve su familia se traslada a un «gris» Hernani: «de años duros, aunque pronto vino una tabla de salvamento en forma de guitarra», recuerda.

Su carrera en solitario comienza con “13 solos”, publicado el 18 de julio de 1996. Trece canciones con perfume de músicos como Chick Corea, Keith Jarret o el atmosférico saxo del noruego Jan Garbarek. No obstante, el 27 de octubre de 1991 es dúo con el acordeonista Joxan Goikoetxea, aunque la portada no lo refleje. A partir de aquí, y tras abandonar Ganbara, su carrera se proyecta en diferentes direcciones: folk, clásica, jazz … y pop. Recordemos que en octubre de 2013 se publicaba “14 abesti eta hamairu istorio txiki” junto a Txuma Murugarren. Y por si alguien precisa asociarle aún más, habrá podido escucharle y verle al lado de Benito Lertxundi, Jabier Muguruza, Oreka TX, Iker Goenaga, Alaitz eta Maider, Anje Duhalde, Olatz Zugasti, Amaia Zubiria, Gontzal Mendibil, Pascal Gaigne, el proyecto Zilbor Hestea, Gonzalo Tejada, Kepa Junkera, Erramun Martikorena, Diego Vasallo, colaboraciones en bandas sonoras... y diferentes trabajos al lado de compañías de teatro y danza. Seis cuerdas protagonistas de tres décadas con muchas terminaciones nerviosas.

«Pedro Guerra dice en una canción que empezó con la guitarra a los 15 años porque se aburría los domingos. Yo empecé a la misma edad porque me aburría toda la semana. La guitarra me sacó de ese aburrimiento adolescente y me enganchó hasta hoy. También es cierto que mi madre deseaba que yo aprendiese a tocar para amenizar cenas, fiestas y campamentos, qué pobre, le salí rana. Nunca he amenizado nada, un pudor excesivo me lo impide, ella solo me vio tocar sobre los escenarios», rememora. «Insistí porque sentía que avanzaba, porque muy pronto un profesor (Roberto Yaben) me inició en el jazz que se hacía entonces (70), porque al poco conocí a tres amigos músicos, Loyola Garmendia y Eduardo Errondosoro, piano y bajo respectivamente (actuales Golden Apple Quartet) y a Ferri Culla a la batería. Versionábamos a Wather Report, Benson etc… y comencé no a componer pero sí a intentarlo. Fueron años de horas de ensayos y de asistencia obsesiva a conciertos. En fin, lo que tantos otros».

“Dúos” es un disco de cristalino jazz, de canción acotada, tranquila audición y ventura con los desarrollos y armonías. Diez canciones perfiladas, una hora, más el plus de “Recreo-paisaje-colores” (muy fílmica y teatral), una improvisación de 13 minutos dirigida al oyente más insurgente y con Unzu al piano, público que también podría encontrar en “Recreazz”, el tema con más groove, o en “Desvaríos” toparse con una situación de curioso ambiente.

Los dúos se corresponden con el donostiarra Iñaki Salvador, el valenciano Arturo Serra, el portugués Joao Afonso, Philippe de Ezcurra desde Baiona, el zaragozano Luis Giménez, el navarro Juan Manuel Urriza y el guipuzcoano Fredi Peláez, quien también ejerce de técnico de sonido desde sus estudios Pottoko. “Dúos” no descubre a Unzu, en su camino ya ha dejado atalayas y reposos suficientes como para manifestar su capacidad de digitación, técnica, soltura como arreglista y fino en sus pulsaciones sobre la difícil guitarra acústica limpia de complejas pedaleras prestas a esquinar las pifias.

En la fiesta por el 20 aniversario de Kafe Antzokia de Bilbo, un local repleto le pudo ver junto a Benito Lertxundi y comprobar sus valores sobre el mástil, en especial en una intervención preparada para que su guitarra luciera como el sol. Los aplausos dejaron sin aire el local.

Los dúos son un recurso habitual en carreras problemáticas o medio olvidadas dentro del pop, sin embargo en el jazz es una opción natural por la propia esencia de este, la complicidad y la capacidad de los jugadores.

Es muy sencillo si se observa la portada del disco, unas vías de tren; es un viaje de dos que se mueven en paralelo. Eso es todo, una necesidad por mi parte de dialogar, conversar con otro músico y con otro instrumento. Muchos de estos temas los he interpretado a guitarra sola y deseaba y necesitaba hacerlo junto a otro con quien dialogar. La idea de formar diferentes dúos me ha permitido hacer cosas diferentes pero manteniendo esa unidad necesaria que requiere todo disco.

¿Por qué ha elegido cada uno de estos nombres?, ¿cómo se cierra la lista y por qué?, ¿intervienen los nombres primero o el instrumento de cada uno?

Una vez que los temas estaban compuestos deseaba con mucho interés, con ímpetu, disfrutar de la sonoridad de una serie de instrumentos. El deseo de dialogar con un piano, con la calidez y emotividad de un bandoneón, con la luz de un vibráfono, dialogar con otra guitarra, disfrutar de la cálida agresividad de un órgano Hammond soportado por una potente y dinámica batería. Soy músico, me entusiasma la sonoridad del sonido, los instrumentos vinieron primero y después, de la mano, lo hicieron los músicos.

¿No existen los celos en el jazz? Se apunta, sin malicia, por el duelo de guitarras con el zaragozano Luis Giménez en «Bizitz bizitza» y «Bizitz bizitza II». Desconozco, de paso, si Giménez sigue siendo profesor de guitarra jazz en el Conservatorio Superior de Música de Nafarroa.

Celos, claro, en el jazz y en un taller de macramé. Pero hay que desterrar la palabra duelos cuando se habla de dos músicos tocando juntos. Suena muy antiguo y se relaciona con un virtuosismo circense fuera de moda. Si escuchamos los dos “Bizitz bizitza” hay cualquier cosa menos virtuosismo. Sí, Luis es profesor en el conservatorio superior de Navarra, pero duelo ninguno, es encantador y encima toca de maravilla, por eso yo lo quiero cerca de mí. Celos, hombre, él toca mejor que yo, es cierto, pero yo soy más guapo.

Philippe de Ezcurra es un instrumentista iniciado en el folk y crecido entre la clásica y el jazz. Resulta sugerente, quizá por menos habitual, el reto entre guitarra y bandoneón, al menos en Euskal Herria.

La referencia a esta unión es el bandoneonista argentino Dino Saluzzi. La guitarra clásica y el bandoneón casan estupendamente. Este tema lo hice pensando en mi madre un tiempo después de irse. Luego le asigné el bandoneón por su sonoridad y por estar relacionado con el tango, una música que a ella le gustaba, gusto que por suerte he heredado. Philippe es un acordeonista y bandoneonista excepcional, le pedí que para este homenaje utilizara el bandoneón y conseguimos, creo, una versión muy delicada.

«Recreazz» es un tema muy setentas, un corte jazz-rockero, fusión, quizá por eso nos hallamos ante una banda más que dúo, con guitarra eléctrica muy dura y áspera, Hammond y una batería que va a saco.

Este tema ha sufrido transformaciones, lo vengo tocando a guitarra sola desde hace tiempo, más tarde lo reescribí para big band y reescrito de nuevo para este trío. Es cierto quería que la guitarra sonase ácida, pero con cierto humor, el tema lo tiene. Un trío de Hammond es muy común y tradicional en el jazz y pensé utilizar esta formación tras escuchar entusiasmado a Fredi Peláez en su estudio. Lo hablé con él y me recomendó invitar al batería navarro Juanma Urriza. Un lujo tenerlos a ambos en esta pieza, la han engrandecido. Disfruto mucho escuchándoles. Los dos son habituales en los escenarios de jazz y desearía repetir la experiencia con ellos.

Iñaki Salvador es un pianista de extensa carrera tanto en horizontal (las decenas de acompañamientos y proyectos) como en vertical (el progreso personal).

Con Iñaki tengo una estupenda relación de años. Planificando el disco, él, sin saberlo, iba a ser el pianista asignado. Casualmente poco tiempo después Tanttaka nos unió sobre el escenario con la obra “Zazpi aldiz elur” y allí pude comunicarle mis intenciones y ofrecerle mi invitación. Accedió de inmediato como él suele hacerlo, con ilusión y generosidad. Solo me queda agradecerle esto y su música.

La conexión con el vibrafonista valenciano Arturo Serra parece que irá más allá.

Sí, así es. Teníamos un proyecto de dúo de años atrás y con su participación vamos a retomarlo, con la intención de estrenar nuestro dúo en abril.

No nos olvidamos de la apuesta vocal con Joao Afonso, de Mozambique, aunque la mayoría de su carrera la haya realizado en Portugal. ¿Qué historia hay detrás de esta conexión?

Compuse la música para una canción y, aunque nació sin letra, esta debía ser en portugués, por la sonoridad del idioma. Pensando en una voz portuguesa recorde a Joao. Hace unos años fue invitado por el grupo Ganbara (del que yo formé parte) en su disco de 30 aniversario. Fue invitado a cantar en una canción mía que hice en los inicios del grupo. Un tema al que no le tengo especial simpatía en lo musical. Cuando escuché la nueva versión en la voz de Joao la cosa cambió, la sonoridad del idioma y su manera de cantar me gustaron especialmente. Así que para mi nuevo tema no tuve más que enseñársela, proponerle que escribiese un texto y que la cantase. Por suerte aceptó y así nació “Imagem derradeira”. Un hermoso texto y una voz como las que me gustan. Podría decir que ha nacido una bonita amistad.

Toca con cuerdas de nylon y acero, que son muy diferentes en tacto, diámetro, tensión… La de nylon incómoda cuando menos en los primeros trastes… Y también toca eléctrica. ¿Dónde se encuentra más seguro, con más recursos…?

Siempre me he sentido más cómodo con la guitarra clásica, no hay interferencias de un amplificador, ni pedales etc. Como dice un amigo periodista, la guitarra clásica es noble, no miente, el sonido solo depende de los dedos del intérprete. Pero, es cierto, para este disco y este repertorio he deseado utilizar la eléctrica en diferentes ambientes y creo que la voy a seguir utilizando en más proyectos, de alguna manera estoy descubriendo sus múltiples posibilidades y son muy apetecibles.

¿En el jazz hay un instrumento rey, quizá el piano?

No lo sé en el jazz, pero es cierto que, en general, siempre se ha considerado al piano como el instrumento rey, aunque yo últimamente le bajaría un peldaño en la jerarquía monárquica y pondría en su lugar a la voz. Siendo instrumentista me duele admitir que el instrumento que va más directamente al corazón o al “alma”, o a donde tenga que llegar, es la voz.