En la cocina uno de los conceptos mágicos es el de reducción. Si nos ponemos a hacer una receta escrita sin imágenes se puede interpretar como una manera de convertir el líquido en sólido o casi, pero también se puede explicar como la manera de acomodar las medidas o los volúmenes con paciencia. Y si se miran los distintos cocineros que en los decenas de canales que tiene un programa de esta índole, entonces se abren muchas más posibilidades, especialmente porque acostumbra a ser un añadido de poesía cuántica o de física regenerativa que se acomoda a muchas circunstancias. En el Canal Cocina tenemos una buena muestra de las diferentes maneras de desarrollar el concepto en vivo y en directo. En la cocina china que tanto se muestra en mi canal preferido, CCTV, ese concepto no se verbaliza aunque se realiza de manera asidua como parte de un proceso lógico. Casi todo se reduce o se agranda según procesos químicos de primaria, todo depende del calor y del tiempo de cocción. Hasta aquí hemos llegado en este cónclave particular.

Pero viendo la segunda entrega de “El Xef” donde se nos muestra a Dabiz Muñoz en sus viajes exploratorios tailandeses y su trabajo para la inauguración de un nuevo bar-restaurante, la reducción es idiomática. Todo es una “puta mierda”, hasta el “puto fuego” o el “puto retraso” de entrega de un aparato de cocina y su objetivo es que los platos sean “la polla”. Lenguaje de calle, sí, pero la reiteración que le dota de comunicación directa con los jóvenes puede provocar una idea equivocada. Que sus platos sean una “puta” retórica con ideas gastronómicas muy limitadas y repetidas. No creo que sea así y por lo que intuimos son platos complejos, realizados con muchas pruebas entre los cocineros, pero esta reducción del lenguaje es bastante sospechosa.