Según un estudio realizado en la Universidad de Hamburgo, el clima templado y el buen estado de ánimo pueden estar relacionados. La explicación está en que, en un lugar donde la atmósfera acostumbra a no ser muy «extrema», es más fácil permanecer al aire libre y realizar actividades físicas durante todo el año. Esto permite, en opinión de los expertos, disfrutar de un mayor estado de bienestar y de un menor nivel de estrés.

Ahora bien, una cosa es el clima y otra cosa es el tiempo. Lo que ocurre cada día con el aire –incluso en clima templado– puede significar la aparición de temperaturas más bajas o más altas de lo que es «normal» en el lugar, la llegada de fuertes vientos, subidas y bajadas de presión… o un menor número de horas de luz en función de las estaciones. Es en estos casos cuando un porcentaje determinado de personas puede sentirse mal emocionalmente.

Un decaimiento que, según el investigador británico Cliff Arnall, llega a su máximo el tercer lunes de enero. Y, no contento con decirlo, lo expresa mediante una fórmula matemática que incluye variables tan variopintas como que se hayan acabado las fiestas navideñas, que volvamos a nuestra vida rutinaria, que nos hayamos hecho promesas que no podemos cumplir… o, por supuesto, que las condiciones meteorológicas no sean las adecuadas.

Al dichoso día, el supuestamente más triste del año, se le conoce como Blue Monday (blue se traduce en este caso como triste, melancólico…). El origen está, al parecer, en una campaña publicitaria que hizo una agencia de comunicación en 2005. Utilizaron una nota de prensa para anunciar los resultados del estudio como promoción de una agencia de viajes. La idea era sencilla, viaja y superarás la tristeza.

Sea como fuere, está claro que año tras año vamos a estar condenados a «celebrarlo». Podemos, eso sí, elegir entre ponernos tristes –si antes no lo estamos– o hacer caso de los típicos consejos de algún coach de salud (ser positivos, pensar en presente, oír música…) para remediarlo.