En el patio de Monipodio todo es verosímil. En este año cervantino y shakespeariano, la política español tiende más al sainete y la picaresca que a la grandeza de la tragedia. La farsa es la máxima aspiración a la que se puede acceder si se siguen los caminos que bordean el poder y la televisión. Traigo de nuevo al pequeño Nicolás porque ha sido protagonista en GHVIP, y ha durado en esa casa de los líos apenas una semana. ¿Estaba pactado así con la productora y la cadena? Lo majestuoso del caso es que ha salido diciendo que su expulsión ha sido fruto de la presión de los aparatos del Estado. El gran dilema es que hoy se puede creer absolutamente todo. Y esto sería como mucho una farsa, pero es que no hay día que no asistamos a episodios de intervención de esos aparatos en todos los estamentos con intereses estrictamente partidistas. Un desastre democrático más.

Siguiendo con las noticias cervantinas, esos mismos aparados, pero en versión mexicana, nos comunican que El Chapo Guzmán, en su cárcel de máxima seguridad solamente puede tener un libro. Y ha elegido “Quijote”. Una magnífica elección, vaya que sí. Ya que tiene que estar allí unos cuantas semanas esperando el nuevo capítulo de su propia película de aventuras, qué mejor que leyendo las andanzas de ese ser soñador que creía que había venido al mundo para enderezar entuertos. El Chapo se puede considerar a sí mismo un Quijote y encontrar en sus andanzas datos biográficos.

Cuesta ubicarlo, porque si calificara como Rinconete a Pablo Iglesias, no sé quien sería Cortadillo, pero proponer un gobierno con el PSOE y darle ya hecha la lista de ministros de su parte y la de vicepresidente para él mismo es un acto de picaresca política. Y decírselo antes al rey que al supuesto nuevo presidente es una gloriosa muestra de servilismo.