Alberto PRADILLA
MADRID
ENCRUCIJADA EN EL TABLERO POLÍTICO ESTATAL

Iglesias y Rivera meten presión y piden al PSOE optar entre PP o Podemos

La presión está sobre Pedro Sánchez. Tanto Albert Rivera como Pablo Iglesias dejaron claro que cuentan con el PSOE, cada uno en sus términos. El líder de Ciudadanos, para un Gobierno «de transición» con el PP. El de Podemos, para el «Ejecutivo de cambio». Lo que está claro es que ambos son incompatibles. La investidura sigue bloqueada.

Toda la presión está sobre Pedro Sánchez. El secretario general del PSOE, que se encontrará hoy con Felipe de Borbón dentro de la segunda ronda de contactos para la investidura, es quien tiene que elegir entre algún tipo de acuerdo con PP y Ciudadanos o el «Gobierno de cambio» que ya le propuso Podemos hace diez días. No hay más margen después de que tanto Pablo Iglesias como Albert Rivera hayan dejado claro que sus formaciones son incompatibles en un mismo Ejecutivo. Los líderes de las nuevas formaciones pasaron ayer por Zarzuela y quedó en evidencia que solo están de acuerdo en que las negociaciones comiencen desde ya. Instaron a Sánchez a que elija entre uno u otro, aunque la decisión va más allá, porque las matemáticas obligarían a incluir al PP en la ecuación. Mientras que Rivera quiere presentarse como bisagra entre Génova y Ferraz para un «gobierno de transición», Iglesias insiste en ser vicepresidente de un gabinete liderado por Sánchez. Nada se ha avanzado desde hace una semana.

Con el cambio de orden de visitas decretado por Felipe de Borbón hace una semana, ayer correspondía a los partidos de nuevo cuño pasar por Zarzuela. Hoy, última jornada, será la oportunidad de los representantes del turno. Por la mañana, el líder de Ciudadanos intentaba meter prisa y pedía que se comiencen las negociaciones incluso en el caso en el que el jefe del Estado no proponga a nadie para la investidura. La urgencia de Rivera es lógica. Si no hubiese acuerdo y se repitiesen las elecciones todas las encuestas prevén un hundimiento de sus apoyos, que retornarían al PP.

Quedó claro que la estrategia de Ciudadanos es situar sus 40 escaños como una especie de puente entre PP y PSOE. En palabras de su presidente, un acuerdo tripartito para desarrollar un Gobierno «de transición» con medidas económicas, de «regeneración democrática» y de actuación en Europa. Lo inamovible: la defensa de la «unidad de España», que es lo que utiliza Rivera para negar la posibilidad de pactar con Podemos o sus confluencias, que defienden la celebración de un referéndum en Catalunya. El veto, no obstante, no implica que Rivera no reconozca que hay ideas que comparte con Podemos. Por ejemplo: la reforma de la ley electoral que ambas formaciones pretenden modificar para buscar mayor proporcionalidad en el Estado. Sin embargo, para todo ello necesitan siempre el concurso de uno de los dos grandes. Y aunque Rivera dice sentirse hoy más cerca del PSOE que del PP lo tiene difícil. En Génova insisten en que no darán su voto a nadie que no sea Mariano Rajoy. Así que, mientras que el presidente en funciones no decida lo contrario, en este sector también hay bloqueo.

«Generosidad»

Iglesias, que hace diez días se presentaba en el Congreso con su plana mayor y «Ejecutivo en la sombra», apareció ayer solo y potenciando su imagen dialogante. Sabe que en Ferraz hay marejada y no quiere terminar de romper la cuerda. O, al menos, que los ciudadanos no interpreten que ha sido él quien la rompió. Por eso insistió en que había planteado a Felipe de Borbón la misma fórmula que ya lanzó en su primer encuentro: tripartito entre PSOE, Podemos e IU; Sánchez como presidente, él de vicepresidente y un reparto equitativo entre las tres formaciones. «Somos generosos», argumentó el líder de Podemos, que insistió: «Creo que Pedro Sánchez tiene que elegir si quiere hacer un gobierno con lo que hace poco llamaba las derechas o si por fin se pone a estudiar nuestra oferta, porque llevamos díez días sin hablar ni siquiera por teléfono, y nos ponemos a trabajar», argumentó.

La tensión dentro del PSOE, resuelta por el secretario general con una consulta a las bases que le da más libertad respecto a unos «barones» que recelan de Podemos sigue condenando también al bloqueo a esta opción. Hoy habrá que ver si Sánchez o Rajoy tienen algún as en la manga o esperan que el rey español sea el que decida a quién nombra para la investidura. Si es que opta por alguno. Da la sensación de que los partidos ya han puesto sobre la mesa cuáles son sus preferencias. Y las matemáticas no sonríen a nadie por el momento.

Parálisis inédita: el rey español decide si volver a proponer a Rajoy o pasar a Sánchez

La situación de bloqueo en el Estado español es inédita desde que en 1978 se aprobó la Constitución. Nunca se había producido una situación en la que el jefe del Estado no sabe a quién iba a proponer enfrentarse a la investidura. Mariano Rajoy ya dijo el viernes pasado que no estaba dispuesto a ser vapuleado en el Congreso y declinó la propuesta, pese a ser la fuerza más votada. Pedro Sánchez, por su parte, ha insistido estos días en que le corresponde al PP intentar ser presidente. Es decir, que en su opinión tiene que ir a someterse a la votación a pesar de saber que le van a rechazar. Sin embargo, el inquilino de la Moncloa ya ha dejado claro que sin el apoyo del PSOE es imposible que pueda volver a ser investido, por lo que ni siquiera se va a arriesgar. Habrá que ver qué hace hoy el jefe del Estado, si insiste con Rajoy y este declina, con lo que se abre un período incierto, o nombra a Sánchez. El líder del PSOE sí que ha señalado que intentará ser presidente. El problema es que, en caso de que no haya acuerdo antes de la primera sesión, empieza la cuenta atrás. Si en dos meses no hay pactos se deberían volver a convocar elecciones.

Esta es una presión que también opera. Por ejemplo, Ciudadanos sabe que cualquier cita con las urnas le perjudica. También el PSOE, que teme que unos nuevos comicios puedan permitir el «sorpasso» de Podemos al que aspira Iglesias. El PP, sin embargo, no ve con malos ojos que se repitan los comicios. Cerraría filas en torno a Génova y podría presentarse como garantía de estabilidad ante un PSOE que no ha querido pactar. Claro que también hay voces en Génova que cuestionan que Rajoy se haya aferrado a su cargo y no acepte dar un paso atrás para lograr el aval de Ferraz. Una posición que incide en el bloqueo tanto por su enemistad con Pedro Sánchez como por los casos de corrupción que le han salpicado. Aunque en el PSOE las cosas tampoco están bien. Así quedó en evidencia durante el Comité Federal del PSOE del sábado.A. P.

Podemos mira a DIL, ERC y PNV tras castigar a la CUP por hacer presidente a Puigdemont

Pablo Iglesias sabe que para conformar un Ejecutivo alternativo al PP necesita, además de los votos de PSOE e IU, los apoyos de PNV y la abstención de ERC o Democracia i Llibertat. Es decir, que tiene que seducir al autonomismo vasco, con quien se mira de reojo de cara a las elecciones en la CAV, y a los independentistas catalanes. Por eso ayer destacó la capacidad de «diálogo» de las formaciones lideradas por Joan Tardá y Francesc Homs. Se da la circunstancia de que la formación morada fue la más dura con la CUP cuando estos pactaron un acuerdo de investidura con Junts Pel Si. Una posición inflexible que ahora ha pasado a la historia. Como indicó ayer Iglesias, de lo que se trata es de lograr un pacto «bueno para España». Otra cosa eran las alianzas en clave de país en Catalunya.

En el ámbito del Principat el referéndum y el proceso soberanista siguen siendo cuestionados desde Madrid. Por la mañana, Albert Rivera insistía en que lo que les separa de Podemos es, precisamente, su rechazo a preguntar a los ciudadanos catalanes cuál quieren que sea futuro. Por la tarde, Iglesias insistía en que les gustaría celebrar la consulta aunque no la ubiquen como «línea roja». Es evidente que el PSOE querrá culpar a Podemos de la falta de acuerdo aferrándose a un asunto que no es popular en el Estado: el referéndum en Catalunya. Así, Iglesias siguió haciendo malabarismos y presentándose en medio de dos «inmovilismos»: por una parte, el del PP, que se niega a preguntar y que persigue a los líderes catalanes que han intentado colocar urnas. Por la otra, el «unilateralismo» de la Generalitat.A. P.