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DOHA

Rusia y Arabia Saudí conceden una tregua al mercado del petróleo

La economía, como la política, hace extrañas parejas de cama. Rusia y Arabia Saudí, dos potencias enfrentadas abiertamente en el complicado mapa geopolítico de Oriente Medio, han consensuado, gracias a la intermediación de Venezuela y Qatar, un plan para congelar la extracción de petróleo y estabilizar su precio.

Arabia Saudí, Rusia, Venezuela y Qatar han acordado congelar su producción en los niveles alcanzados en enero «con el objetivo de estabilizar los mercados petroleros», eso sí, «siempre que los otros grandes productores hagan lo mismo». Arabia Saudí y Rusia son los dos mayores exportadores de crudo del mundo.

La reunión que se llevó a cabo ayer en Doha entre los ministros del Petróleo de los cuatro estados no estaba prevista en la agenda informativa internacional del día anterior. Fue la agencia Reuters la que difundió la cita poco antes de que esta se llevara a cabo. No obstante, todo apunta a que el resultado del encuentro se ha forjado en una larga y compleja negociación en la que Venezuela ha sido un agente muy activo.

El país caribeño, asfixiado por la prolongada caída de los precios, había intentado repetidamente que tanto sus socios de la OPEP –organización liderada por el régimen saudí– como el Kremlin –cuya estrategia económica influye notablemente sobre otros países productores de petróleo y gas– pusieran coto al desplome de los mercados. Y ayer obtuvo su premio, aunque sea parcialmente porque el pacto no habla de reducir el bombeo, sino de mantenerlo, lo que seguirá provocando un exceso de oferta mientras no se reactive la economía global y, con ella, la demanda energética.

En la comparecencia ante la prensa para difundir el acuerdo, el ministro qatarí, Mohammed Saleh al-Sada, anunció que a partir de ahora tendrá que haber «intensos» contactos entre los productores, sean miembros o no de la OPEP. El anfitrión de la reunión incidió en que esta iniciativa «está destinada a estabilizar el mercado en interés no solo de los productores y exportadores de crudo, sino también de la economía mundial».

A la espera de Irán

Tras conocer el acuerdo, las miradas de muchos analistas se dirigieron hacia Irán, que este mes ha vuelto a ingresar plenamente en el mercado petrolero tras serle levantadas las sanciones impuestas por el desarrollo de su plan nuclear. El Gobierno persa indicó que en principio no tiene pensado reducir su producción, si bien dijo estar «abierto al debate». Poco después se informaba de que hoy mismo tendrá lugar en Teherán una reunión de los ministros de Venezuela, Irak e Irán para abordar la nueva situación.

Regresando a Doha, Ali al-Naimi, el ministro saudí, precisó que este acuerdo supone «el inicio de un proceso» que los cuatro países evaluarán en los próximos meses «para decidir si son necesarias otras medidas para estabilizar el mercado». «No queremos que haya variaciones significativas de los precios, ni queremos reducir la oferta; lo que deseamos es responder a la demanda y estabilizar los precios».

El anuncio del acuerdo fue recibido con alzas moderadas en las bolsas europeas y en los principales índices de cotización del petróleo. No obstante, al comprobarse que no supone una reducción de la extracción, se extendió cierta sensación de decepción en los mercados, que pusieron en el lado negativo de la balanza la ausencia de otros grandes exportadores.

La UE diseña su plan de seguridad energética

En el marco de su estrategia de seguridad energética, la Comisión Europea dio a conocer ayer una serie de propuestas –desde la firma de contratos hasta la construcción de infraestructuras– que tienen como objetivo gestionar mejor el aprovisionamiento de gas de la UE.

«En el año 2030, el gas representará aún una parte notable de nuestro sistema energético, pero lo importante no es consumir más gas, sino hacerlo de forma más inteligente», comentó el comisario de Acción por el Clima y Energía, Miguel Arias Cañete.

La UE pivota sobre dos constantes para desarrollar esta estrategia: su gran vulnerabilidad ante una ruptura importante de su aprovisionamiento de gas –en gran medida proveniente de Rusia–, y sus objetivos de transición energética y abandono de las energías fósiles. «El gas podría ser un puente entre el carbón y las renovables», sostuvo Arias Cañete. Según Eurostat, la UE importó en 2014 un poco más de la mitad de la energía que consumió durante ese año, una dependencia que se mantiene relativamente estable desde el pico alcanzado en 2008.

Al mismo tiempo, la Comisión plantea un cambio de legislación que le otorgue mayor poder de supervisión de los acuerdos intergubernamentales entre Estados miembros de la UE y terceros países.GARA