Me gustaría que quedara claro que “Room” es mucho más que la crónica de un secuestro, sobre todo ahora que tanto proliferan las películas en torno a dicha temática, la mayoría de ellas forzadas argumentalmente por la falta de medios. No es el caso de esta realización irlandesa, que va mucho más lejos, y se convierte en todo un experimento sobre la educación en cautiverio, a la vez que reflexiona sobre los límites de la libertad en la sociedad actual. Su éxito internacional está más que justificado, y las cuatro importantes nominaciones a los Óscar (Mejor Película, Mejor Dirección, Mejor Actriz y Mejor Guion Adaptado) se las ha ganado a pulso, después de triunfar en el Festival de Toronto y llevarse el Premio del Público, además del Globo de Oro y el Bafta que ya lleva acumulados Brie Larson por su sobrecogedora interpretación de una madre que intenta criar a su hijo durante el largo secuestro de años al que se ven sometidos ambos.

Se está hablando mucho de la impactante primera hora de “Room”, con 45 minutos exactos que transcurren dentro del zulo, y otros 15, no aptos para cardíacos, en los que se describe la huida y liberación. La segunda hora permite una reflexión sobre lo que ha sido la vida en cautiverio de la mujer y el pequeño, mientras se desarrolla el duro y complicado proceso de adaptación a la vida normal, marcada por la presión familiar y el acoso de los medios de comunicación.

Dentro del auge del cine irlandés, no cabe duda de que Lenny Abrahamson ha sido uno de sus representante más prometedores, por lo que esta definitiva consagración no ha de pillarnos tan de sorpresa, más a sabiendas de lo originales que son todas sus creaciones, especialmente la anterior “Frank” (2014). Pero se trataba de un título tan raro como minoritario, mientras que “Room” conmueve al gran público, dándole mucho de qué pensar y hablar.