Aplicando a la vida lo aprendido en las aulas, una nueva forma de estudio
Estudiar y aprender no es lo mismo. El mundo académico tiene claro que como mejor se aprende es practicando, y es por eso que desde hace años los alumnos de Mondragon Unibertsitatea culminan sus cursos de ingeniería con un proyecto. Ayer celebraron por primera vez un certamen para premiar su esfuerzo.

Las nuevas metodologías de aprendizaje cada vez descartan más las largas sesiones teóricas y apuestan por la práctica. El mundo académico coincide en que aquello que se lleva a cabo perdura, frente a las cientos de páginas subrayadas con colores estudiadas durante largas horas y bajo la luz de un flexo. Aunque la teoría no desaparezca del todo, poco a poco se van implantando en las universidades nuevos métodos de enseñanza que, sin valorar si tienen más o menos éxito, son sin duda más divertidos para el alumno.
Mondragon Unibertsitatea hace años que comenzó a aplicar este sistema, llamado PBL por sus siglas en inglés, Project Based Learning (Aprendizaje Basado en Proyectos) en sus ingenierías. Sin embargo, este año han querido dar un paso más y han preparado el PBL Day para elegir al mejor proyecto del año. El certamen tuvo lugar ayer en el centro Ideo de Orona (Hernani) al que acudieron los autores de 32 proyectos.
«Cada año se realizan cerca de 500 proyectos en total. Se reúnen en grupos de 4-5 personas y tratan de responder a un problema que se les plantea», explicó Josu Galartza, el coordinador de la orientación de la Escuela Superior Politécnica de MU. De los 450 proyectos presentados este curso 32 fueron seleccionados para participar en el PBL Day. «Aquí están los mejores proyectos de diferentes disciplinas. Ha habido un jurado, en el que han participado representantes del Grupo Gureak, la agencia empresarial de la Mancomunidad de Beterri, la empresa Orona y el centro tecnológico Ikerlan. Han valorado de qué manera se le ha dado solución a un problema y también las explicaciones dadas», aseguró.
Fernando Garramiola, profesor y miembro del jurado, comentó que a la hora de seleccionar a los finalistas tuvieron en cuenta «cual era el planteamiento del problema, las fases por las que han pasado, la solución que se le ha dado y en qué ha quedado el proyecto», así como las herramientas para «vender su producto».
Competencia entre amigos
El ambiente que se respiraba en el centro de Orona no era para nada competitivo, aunque estuvieran en juego 1.000 euros para uso y disfrute personal. Los 32 grupos estaban colocados a lo largo de un pasillo y explicaban sus proyectos a quienes se acercaban. Algunos tenían como reclamo galletas y caramelos, aunque las verdaderas atracciones eran los propios proyectos.
En pleno 2016 siguen llamándonos la atención las máquinas, también a estos futuros ingenieros que formaban corrillo alrededor de unos vehículos creados con la intención de ayudar a los grupos de rescate a realizar sus tareas.
También debió de ser el proyecto que más llamó la atención del jurado, puesto que este grupo de 3º de Mecánica fue el ganador. Iñigo Alberdi, Asier Arrazua, Jokin Parra, Koldo Sánchez e Iker Ugalde tuvieron que diseñar y construir un prototipo de vehículo que evite que los miembros de los equipos de rescate pongan en riesgo su vida en casos como terremotos, inundaciones, incendios o rescates de montaña. El uso de los vehículos autónomos es cada vez más habitual, pero en el caso de estos jóvenes, se les especificaba que construyeran uno que fuera capaz de subir y bajar escaleras, y pudiera soportar una carga superior a cuatro veces su peso. Y lo consiguieron. «Al realizar el diseño tuvimos que elegir entre realizar un vehículo con ruedas o con oruga. Pensábamos que la oruga era mejor y, de hecho, el resto de grupos han optado por ella. Así que por cambiar elegimos las ruedas. Para subir las escaleras se apoya en el suelo y sube con una plataforma. Además tiene un sensor luminoso, para ver en lugares oscuros, y un inclinometro, para que no se desestabilice», explicaron. Al utilizar ruedas y no oruga los gastos de producción estimados se redujeron.
Su proyecto fue premiado gracias a su forma de exponerlo (tenían videos, dossieres y un poster) y también por ser innovadores, pero sus competidores no se quedaron atrás. Los demás finalistas explicaban sus proyectos con igual soltura.
El grupo que debía desarrollar una solución para la intervención de un implante de cadera sostenía en sus manos los prototipos verdes realizados con impresoras 3D. Si los llegaran a realizar realmente utilizarían titanio y aluminio, y adaptarían cada pieza a cada paciente. Además, la prótesis iría enganchada a los tendones del paciente, por lo que su forma variaría ligeramente. «A ver, explícanos», exigía en tono firme pero bromeando un compañero que se acercaba. «Mira, somos finalistas», le respondían desde el otro lado del stand Olatz Alonso, Mertxe Campo, Irene Gutiérrez, Ane Intxaurburu, Iker Jauregi y Cristina Romo.
En frente estaban Amaia Alzelai, Joseba Church, Zuriñe Mimenza, Nadia Ochoa de Eguileor y Carla Carreira. «¿Quereis que os lo explique otra vez?», se ofrecía esta última dando a entender que ya había realizado su exposición varias veces a lo largo de la mañana. El grupo debía diseñar una nueva depiladoras Braun dirigida a las mujeres de entre 14 y 18 años pero respetando la identidad de la marca. Primero realizaron bocetos, eligieron el diseño y lo realizaron en cartón. Después lo pasaron a poliestileno y más tarde lo hicieron con una impresora 3D. Corrigieron los fallos y surgió el primer prototipo, al que le añadieron una almohadilla que exfolia y masajea la piel.
Más al fondo se sentaban, junto a un stand más austero que solo contenía el prototipo, Aingeru Ajuria, Haritz Aramendi, Iñigo Arratibel, Ander Jauregi y Joel Pardo. Su prototipo es capaz de transformar la corriente directa en corriente alterna, haciendo que esta sea variable. Mediante una conexión a un ordenador pueden ver si hay algún fallo en el circuito. Así, han creado un convertidor electrónico que puede utilizarse en los coches o trenes eléctricos, la generación eólica o el accionamiento de ascensores.
A la hora de decir quién era el ganador todos los alumnos se reunieron en el hall del edificio. En el estrado explicaron que es grande el trabajo realizado por los alumnos a lo largo del curso y que se materializa en un proyecto. Sin embargo, no se suele valorar ese trabajo lo suficiente y por ello, para poner en valor su esfuerzo, han comenzado a realizar el certamen.
Fue Carlos García, el director general de la Escuela Politécnica Superior, el encargado de entregar el cheque a los alumnos ganadoras. «El grupo ganador es... –comenzó, para después reflexionar y corregir sus palabras para animar a todo el alumnado– bueno, todos sois ganadores». Los alumnos rieron y aplaudieron, y aplaudieron aún más cuando García nombró al grupo elegido. Cogieron el cheque y posaron, pero no se atrevieron a decir nada ante el micrófono, a pesar de que se animaban los unos a los otros.
El de ayer fue un día fuera de las aulas pero en el que no dejaron de aprender, puesto que a la exposición, en la que los alumnos siguieron aprendiendo con sus compañeros, se les unieron las charlas de personas de diferentes ámbitos tales como Gaizka Garitano (exfutbolista y exentrenador), Joseina Etxeberria (locutor de radio), Julen Hernández (Youtuber) o Eli Pinedo y Montse Puche (jugadoras del Bera Bera).

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