Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Pikadero»

El humor silencioso y absurdo que mejor nos identifica

Este es el tipo de comedia que merece todo nuestro apoyo, y no esa otra tan coyuntural y llena de tópicos con la que pretenden retratarnos desde Madrid. Por fin alguien ha entendido que a la manera de ser en Euskal Herria le va un humor del absurdo silente, capaz de reflejar nuestra timidez y parquedad expresiva, tanto en gestos como en palabras. Y ha tenido que venir un escocés para darse cuenta de ello, porque Ben Sharrock acierta a equiparar el humor euskaldun con otros que no tienen nada que ver con el mediterráneo, como puedan ser el nórdico, el uruguayo o el palestino-israelí. Del cine escandinavo asoman como principales referencias el finlandés Aki Kaurismäki y el sueco Roy Andersson. Del uruguayo citaré como ejemplo más concreto la película de Rebella y Stoll “Whisky” (2004). Y en cuanto a la tercera y última influencia, creo que ha sido el propio Sharrock quien como debutante se ha comparado con Eran Kolirin y su ópera prima “La banda nos visita” (2007).

Adviértase que en la base de todos los ejemplos no solo late el pulso de los maestros del cine mudo o de Jaques Tati, sino que tienen en común con “Pikadero” la esencia de la comedia costumbrista, puesto que nace de la observación atenta de unos comportamientos que se dan muy de puertas adentro, y que no siempre son fáciles de detectar. Pero lo más importante es que el primer largometraje de Sharrock apunta en la buena dirección al conseguir la necesaria coherencia entre la forma y el contenido.

Es el riguroso tratamiento visual lo que dota de pleno sentido a una mínima anécdota argumental, gracias a una planificación que contempla las escenas como cuadros vivientes al estilo anderssoniano, guardando una exacta simetría en la colocación de los personajes. Véase a Barbara Goenaga y Joseba Usabiaga iluminados en un perfecto encuadre dentro de la marquesina del apeadero.