Pablo RUIZ DE ARETXABALETA
Elkarrizketa
AITOR ZABALGOGEASKOA
REPRESENTANTE EN TURQUÍA DE MÉDICOS SIN FRONTERAS

«Todas las partes del conflicto se saltan las leyes de la guerra»

Aitor Zabalgogeazkoa, exdirector de Médicos Sin Fronteras-España, es actualmente representante de esta organización en Turquía, adonde acaba de llegar cuando habla con GARA, la víspera de la entrada en vigor del cese de hostilidades en Siria.

Aitor Zabalgogeazkoa explica cómo al otro lado de la frontera entre Turquía y Siria, que permanece cerrada, entre 58.000 y 70.000 personas que están intentando escapar de los combates en el norte de Alepo se encuentran retenidas en una franja muy estrecha alrededor del pueblo de Azaz. Médicos Sin Fronteras (MSF) cuenta con un hospital en ese distrito desde el que sus equipos atienden a los campos de desplazados. Desde su experiencia sobre el terreno, explica su pesimismo sobre una posible solución negociada a la guerra siria, porque «nuestra visión es lo que le pasa a la gente. Aunque haya tregua, las posibilidades de que la situación de la población mejore son muy bajas a corto plazo».

¿En qué situación se encuentran estos desplazados?

Hay de todo. Los que están en los campos, la mayoría tienen tiendas. Luego hay mucha gente viviendo en casas deshabitadas, o en casas que les han prestado en Azaz o en otros pueblos. Los primeros días había gente en la calle; luego se ha estabilizado. Otros, simplemente, están en la frontera. Como la ofensiva fue muy rápida, la gente salió con una mano delante y otra detrás. Los primeros días llegaban con una bolsita, con lo justo. Y al haber una línea de frente tan cerca, la gente no se atreve a moverse ni a los pueblos. Estamos hablando de una franja ya muy estrecha, como de diez kilómetros de ancho por una veintena de largo y, si se produce cualquier movimiento militar, de cualquier parte, puede provocar que se acerque muchísimo a donde están los campos y la población. Azaz, la cabecera de distrito, está recibiendo muchos desplazados y, si es afectada por algo más que los bombardeos habituales, estaría en mucho más riesgo. Luego está Alepo. La gente que vive en la zona controlada por los grupos de oposición solo tiene una salida que cada vez es menos practicable. Y esto puede llevar con el tiempo a un desplazamiento grande de población o a un cerco que sería el mayor que se pueda producir en Siria en los próximos meses.

¿Qué ocurriría en ese caso?

La situación en Alepo puede llegar a ser crítica si se cierra el cerco, porque estamos hablando de 200.000 ó 300.000 personas. Las cifras no son nada fiables ya que la gente se ha movido. Mucha gente que creía que no iba a sufrir represalias y se lo podía permitir se ha ido a vivir a la zona gubernamental. Otros se han ido a las zonas del Estado Islámico, porque hace año y pico, antes de que empezaran a bombardearlas, eran las zonas más seguras. Tenías que aguantar a los del Estado Islámico, pero al menos no había bombardeos. Es muy difícil predecir cuál va a ser la conducta de la gente.

¿Cómo se vive en una ciudad en plena línea del frente?

La situación no ha variado mucho, excepto que entrar y salir es mucho más difícil que hace unos meses. Ahora solo hay una carretera, que solo te deja ir hacia el oeste. Eso implica que haya menos tráfico comercial. La gente se atreve menos a llevar cosas. Para nosotros es mucho más complicado suministrar a los hospitales, tenemos que dar más vueltas y es muchísimo más peligroso. El personal se la juega al ir a hacer las distribuciones o la supervisiones por una carretera que es permanente objetivo de los que estén enfrente. Ha habido también problemas con el suministro de agua. Porque la única gran estación de bombeo está justo entre los grupos de oposición y el Gobierno. La Cruz Roja la ha mantenido en funcionamiento durante meses, pero no siempre es posible. Cuando las cosas están muy mal no se pueden acercar a la planta. Entonces las bombas se paran y no hay agua. Estamos hablando de toda una ciudad, ya sea en la zona de oposición o en la del Gobierno, dependiendo de pozos de agua, con un millón, medio millón ó 70.000 habitantes. Cualquier cosa puede romper el equilibro tan fino que hay en una ciudad que lleva tres años partida por la mitad y con problemas añadidos de falta de infraestructura, de falta de gobierno, de falta de suministro eléctrico… Otra paradoja es que la planta térmica que suministra energía eléctrica está en zona del Estado Islámico y ellos también juegan con ‘si tú me quitas esto, yo te quito eso otro’. Todo está cogido con pinzas.

¿Y en las ciudades asediadas donde en los últimos días ha llegado algún tipo de ayuda?

No es suficiente, porque ha habido muchos materiales que no se han dejado pasar, entre ellos vacunas; en algunos lugares por parte del Gobierno y en otros por parte de la oposición. Ha sido un respiro para algunos de estos barrios y ciudades, pero no es una buena situación. Primero porque es ilegítima desde el punto de vista del derecho internacional. No se puede cercar a la población civil, y tanto unos como otros están utilizando a la gente como moneda de cambio. Y luego, porque esos convoyes dan un respiro para una o dos semanas, pero no es suficiente. Estamos hablando de millón y pico de personas en una docena de enclaves.

Médicos Sin Fronteras ha denunciado los ataques a hospitales y, a pesar de que está presente en conflictos muy duros, afirma que no habían visto algo así hasta ahora.

En esos conflictos, como en Congo, no hay tanta disponibilidad de artillería y armas pesadas, de despliegue aéreo, mientras que en los últimos meses hemos visto que en Afganistán Estados Unidos sigue interviniendo con todo lo que puede; tenemos otra guerra mitad urbana, mitad rural, en Yemen que también tiene muchísimo despliegue de armas pesadas, y la guerra de Siria durante los últimos cinco años. El problema es que esto da muchísima más capacidad de destrucción a las partes en conflicto y hay menos discriminación. Estamos denunciando que está habiendo una nueva normalidad y no puede ser que un hospital de MSF en Afganistán lo bombardeen los americanos, otro en Yemen lo bombardeen los saudíes y otro lo bombardeen los rusos en Siria. Y todos son miembros de Naciones Unidas y países que están obligados a respetar las leyes internacionales y el derecho internacional humanitario.

¿Por qué ocurre ahora? ¿Como forma de presión o por no discriminar lo que es un hospital de un objetivo militar?

Es algo que empezó por Guantánamo, Afganistán e Irak, y todos los países se han apuntado a esta teoría de que las leyes de la guerra no cuentan. Ya no hay enemigos, sino combatientes enemigos no reconocidos, ya no hay civiles… Cada día, casi todas las partes en los conflictos mundiales se están saltando las normas que pueden civilizar un poco la guerra y limitar los daños . Y uno de los sitios donde se ve de forma más evidente es en el ataque a las misiones médicas y a los equipos médicos, lo que debía ser más sacrosanto. Es una dinámica que todo el mundo aprovecha. Y no puedes esperar mayor respeto por parte de los grupos armados que no han firmado siquiera esas leyes.

¿Como es la relación de MSF con las partes en un conflicto, como el sirio, con tantos actores enfrentados, Gobierno, decenas de milicias islamistas, kurdos, yihadistas...?

Un pollo fenomenal, imagínate. No se puede hablar con todo el mundo porque hay tantos grupos que es imposible. Intentamos ayudar a la gente expuesta al conflicto; si te dejan, te dejan, y si no, nos vamos para otro lado. Es complicadísimo. Desde el principio de la guerra, el Gobierno sirio nunca ha estado interesado en que haya actores internacionales trabajando y nunca nos ha dejado intervenir. En las zonas de la oposición ha sido muy difícil, porque la atomización y dispersión de los grupos hacía muy complicada la negociación. En un recorrido de 60 kilómetros entre la frontera de Turquía y Alepo podía haber 40 grupos armados diferentes con los que había que negociar.

¿Cómo ve el acuerdo sobre el cese de hostilidades?

Un anuncio de estos siempre es bienvenido, pero somos muy pesimistas porque vemos cómo todo el mundo está haciendo excepciones, los americanos, los turcos, los rusos… Da la impresión de que no vamos a ver mucho. La única esperanza a un plazo medio es que se convierta en un conflicto de intensidad media donde los civiles por lo menos puedan sobrevivir, con la contrapartida de que su situación humanitaria va a empeorar, porque no estará tanto en el foco de la opinión pública. Es un poco contradictorio, igual muere menos gente, pero lo va a pasar igual de mal y se va a quedar en un limbo. Pero es política-ficción, porque es uno de los sitios donde más difícil es hacer una predicción y todo el mundo tiene un as guardado en la manga.

En una entrevista anterior con GARA habló de que la guerra siria ha llegado a una situación de no retorno. En ese caso parece que sí acertó.

No sabes lo que me jode tener razón en este caso. Pero se veía que había pocas alternativas a una resolución pronta. En Líbano o Irak los conflictos civiles han durado quince años. Bueno, el de Irak no ha acabado. Estamos en la misma zona geopolítica y las posibilidades de que esto se acabe pronto son muy bajas. Y cuando ves sobre el terreno la inquina con la que se está tratando todo el mundo y la cantidad de interferencias que hay por parte de poderes regionales y mundiales... Se ha convertido en una pequeña guerra mundial, localizada en Siria, pero todo el mundo está tirando bombas a todo el mundo.

Entonces alberga también poca esperanza de negociaciones.

Igual saben algo que los demás no sabemos. Ojalá, pero tiene una pinta mala.

¿El problema de los refugiados puede actuar como presión para una solución?

No parece, porque Europa está actuando de una forma hipócrita, diciéndole a Turquía que abra las fronteras en el sur pero las cierre en el norte. Turquía está utilizando a los refugiados para presionar a Europa y el Gobierno sirio está utilizando a los refugiados para presionar a Turquía… Todo el mundo está utilizando a los refugiados. La mitad de la población en Siria está desplazada o refugiada. Y esto no va a parar si no hay una solución en Siria, porque es un infierno. No hay manera de vivir allí.

¿Cómo siguen viviendo los que se han quedado?

Los que ahora se están moviendo y están en la frontera es gente que ha aguantado cinco años en zonas más o menos castigadas. Y se lanzan con familias y todo. A mí no me entra en la cabeza. La gente ha resistido lo que ha podido. Al principio se movían las personas con más posibilidades de encontrar trabajo, que tenían dinero para encontrar casa. Ahora vemos que la gente que ha estado pasando el último año hacia Turquía es más vulnerable porque ha agotado todo tipo de recursos al intentar sobrevivir en Siria y le ha salido mal.