El Gobierno turco ha alcanzado un acuerdo con EEUU para desplegar en mayo baterías americanas de misiles antimisiles en su frontera con Siria, oficialmente para contrarrestar los crecientes ataques del ISIS.

Casi medio centenar de cohetes han sido lanzados desde zonas de Siria bajo control sirio en lo que va de año contra la localidad fronteriza de Kilis, matando a al menos diecisiete civiles, diez de nacionalidad turca y siete siria, e hiriendo a 61.

Los misiles HIMARS (High Mobility Artillery Rocket System) pueden ser posicionados en distintos emplazamientos gracias a su movilidad y son «más eficaces» porque tienen un alcance de 90 kilómetros por los 40 kilómetros de la artillería turca, que trata de golpear a las posiciones yihadistas tras cada ataque en suelo de su Estado.

Ankara está intentando aprovechar la coyuntura para lograr que EEUU le deje instaurar una «zona tapón» en el norte de Siria pero con el objetivo de impedir a los kurdos seguir con su experiencia de autonomía democrática en Rojava.

Guerra en Alepo

Al menos diecisiete personas murieron ayer, entre ellas dos menores y seis voluntarios de la defensa civil (conocidos como cascos blancos), por bombardeos aéreos en Alepo y su periferia, en el norte de Siria, informó el opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH). Al menos 11 civiles perdieron la vida por ataques aéreos en los barrios rebeldes de Al Mogair, Al Firdus, Karam Bik y Al Haidariya, en la ciudad de Alepo.

De madrugada, fue atacado en un bombardeo muy preciso un centro de la Defensa Civil siria en la localidad de Atareb, a unos 25 kilómetros al oeste de Alepo.

La Defensa Civil trabaja como personal de emergencia en territorio controlado por los rebeldes, donde no existen infraestructuras médicas.

El OSDH elevó a 19 los civiles muertos en ataques de los rebeldes contra las áreas de Alepo controladas por el régimen.