Agustín GOIKOETXEA
BILBO

Una caravana solidaria reclama en la carretera el fin de la dispersión

Una caravana solidaria conformada por 400 furgonetas, idéntico número al de las familias que todos los fines de semana cubren miles de kilómetros para visitar a los presos vascos, transitó ayer al mediodía de Larrabetzu a Bilbo para reclamar el fin de la política de dispersión. Mirentxin Gidariak, colectivo promotor de la singular movilización, animó al conjunto de la sociedad vasca a sumarse a la lucha para que esta «injusta realidad» pase a ser historia.

La lucha contra la política penitenciaria que se aplica a los presos vascos pero que sufren también familiares y amigos tiene desde ayer un nuevo hito con la caravana solidaria que logró conformar Mirentxin Gidariak desde Larrabetzu a Bilbo con el deseo expreso de que fuera el último viaje que deben hacer quienes visitan semanalmente a los cerca de 400 prisioneros. Desde la red de voluntarios no ocultaron su satisfacción por la respuesta cosechada y animaron a luchar para acabar cuanto antes con la dispersión.

Tras semanas de intenso trabajo de nuevos voluntarios dada la magnitud del reto, Mirentxin Gidariak logró ayer reunir en el polígono Sasiene, en Larrabetzu, a cientos de furgonetas, algunas similares a las nueve que cada fin de semana cubren los trayectos hasta las prisiones de Villena (720 km), Murcia (830 km), Foncalent (760 km), A Lama (730 km), Poitiers (550 km), Saint Maur (680), Almería y Huelva (1.000 km), Granada (780 km), Valencia (540 km) y Herrera (620 km). Otras, como sugirieron los propios convocantes, autocaravanas, reflejando el sentimiento que tienen familiares y amigos de presos de que cada vez que salen a la carretera van «con la casa a cuestas». En definitiva, una amplia tipología como la diversidad de la sociedad y de aquellos que padecen las consecuencias de la actual política penitenciaria.

Tras la decoración de las furgonetas, los saludos entre los participantes y recibir las pertinentes explicaciones de cómo iban a cubrir los seis kilómetros de distancia hasta Bilbo para luego regresar de nuevo a Larrabetzu, al mediodía arrancó la marcha, fácilmente identificable por las numerosas enseñas en las que se reivindicaba la vuelta a casa de presos y exiliados. A los pocos kilómetros, a la altura de Galdakao, desde un puente comenzaron los aplausos y las consignas, al tiempo que mostraban una pancarta con el lema ‘‘Euskal presoak Euskal Herrira’’. No fue la única, pues se fueron repitiendo en el camino de ida y de vuelta en otros puntos, como en los túneles de Begoña, junto a la basílica.

Metro a metro la doble hilera de vehículos se iba estirando, mostrando la dimensión de la movilización en una iniciativa difícil de concitar un nivel de adhesión como el cosechado por Mirentxin Gidariak. Antes de arrancar, en el polígono de Sasiene, no ocultaron su satisfacción por haber conseguido reunir a 400 furgonetas bajo el lema ‘‘Azken bidaia izan dadila’’.

400 vehículos en la marcha

Cuatrocientos vehículos reflejando la realidad que, enfatizaron, «fin de semana tras otro sufren 400 familias vascas». Dejaron claro que el «problema» no es solo de ellas, tampoco de los 850 voluntarios que participan de la red solidaria, «es de toda la sociedad vasca».

Desde Mirentxin Gidariak volvieron a repetir que están cansados de la «injusta realidad» que se deriva de la dispersión, aunque precisaron que «lamentablemente la solución no está en nuestras manos». Animaron a proseguir por la vía de la movilización, buscando la implicación de nuevos sectores y organizando iniciativas con esa meta. Ellos, como desde hace casi 16 años, estarán ayudando para que familiares y amigos no pierdan su visita con sus seres queridos presos.

Camino del Botxo, contando con la colaboración primero de la Ertzaintza en la A-8 y luego de la Policía Municipal en el casco urbano, la marcha transitó junto a la prisión de Basauri, donde se escuchó el sonido de las bocinas de las furgonetas, saludando a los prisioneros políticos allí encarcelados.

En esa cárcel, precisamente, está Aitzol Gogorza, uno de los presos gravemente enfermos para los que trabajadores del Hospital de Basurto pidieron su puesta en libertad en cumplimiento de la legislación penitenciaria española. Lo hicieron en una concentración, convocada por los sindicatos LAB y ESK, en la que se demandó a Osakidetza que aplique el protocolo especial que hay para estos pacientes. Su presencia fue saludada por las furgonetas poco antes de recorrer la calle Autonomía, escenario de las multitudinarias movilización habidas durante décadas en el país para exigir el fin de la dispersión.

No fueron pocos los que arrancaron a aplaudir al paso de la caravana mientras otros optaron por obtener imágenes de la singular movilización. Pocos fueron los que no se sobresaltaron al ver dos turismos volcados en plena plaza Circular y varias personas siendo atendidas por supuestos sanitarios a bordo de una ambulancia. Se escenificó una de las consecuencias de la dispersión, los accidentes que periódicamente sufren, por desgracia, quienes van de visita a las cárceles, con un saldo de 16 familiares y amigos de presos fallecidos y cientos de heridos.

Aplausos y consignas se sucedieron mientras los ocupantes de las furgonetas respondían circulando por Hurtado Amezaga para enfilar la calle Buenos Aires y pasar junto a la casa consistorial bilbaina. A partir de ahí, los vehículos iniciaron la salida de la capital vizcaina por Begoña hacia Bolueta para ascender Santo Domingo camino de Txorierri. Tras aparcar, tocaba recuperar fuerzas para una intensa tarde en Larrabetzu, donde se sucedieron en distintos actos de toda índole las demostraciones de solidaridad y homenaje a todas esas personas que semana tras semana deben ponerse en carretera para ver a sus seres queridos.

Fueron cientos las personas que se acercaron hasta la localidad vizcaina, donde a las 17.00 se escenificó el recibimiento a la marcha, siguiendo una furgoneta a los joaldunak. A partir de ahí, se sucedieron las actividades. Los txikis pudieron disfrutar de hinchables, talleres y un espectáculo mientras los mayores tuvieron la opción de acudir a Hori Bai Gaztetxea, con un par de recitales de poemas, actuación del grupo de teatro Gilkitxaro y sesión de DJ, o simplemente disfrutar de la animación musical con distintos grupos que hubo en sus calles antes y después del acto principal, en la plaza. En Anguleri, se pudieron ver trabajos realizados por represaliados políticos, como la muestra titulada ‘‘Aldharrikatuz’’, de Zigor Merodio, Alaitz Areitio y Jon Troitiño.

Homenaje a familiares de presos y voluntarios que han hecho posible una amplia red

La plaza de Larrabetzu acogió a la tarde un acto que sirvió de colofón a la exitosa marcha de furgonetas hasta Bilbo, marcado por un sentido homenaje de quienes conforman Mirentxin Gidariak a familiares y amigos de los presos políticos vascos, pero también a las personas que han hecho posible esta red de voluntarios.

Tras agradecer la respuesta dada a su convocatoria, con una plaza repleta, insistieron en que su objetivo es que llegue pronto el último viaje a las cárceles y de ahí su gesto de ayer para animar a la sociedad a implicarse en esa batalla. Rememoraron cómo surgió Mirentxin y lo qué ha supuesto para los familiares de los prisioneros los 16 años de trayectoria de la dinámica solidaria. Palabras, entre otras de Araida Legarreta-Etxebarria, hija de la mujer que dio nombre a la red, pero también de otros «beneficiados» por los viajes de las furgonetas con Etxerat como referente, que agradecieron la dedicación de las 850 personas que se han involucrado en esta experiencia. Ahí estuvieron, por ejemplo, txikis que así pueden abrazar por unos minutos a sus seres queridos.

Homenaje para conductores y familiares, sin olvidar a las 16 personas que perdieron la vida por el mero hecho de visitar a un preso. Muchos de esos accidentes se produjeron en el retorno, en ocasiones cerca de su domicilio después de un viaje extenuante, algo que se trata de evitar. Mirentxin Gidariak incidió en que es un colectivo asistencial, que reivindica como una mayoría de la sociedad la vuelta a casa de los presos políticos vascos. A.G.