Las cuentas
Es un acontecimiento mundial que Dilma Rousseff haya sido apartada de la presidencia de Brasil por seis meses debido a una votación en el Senado brasileño con un resultado de 55 a 22 sobre su «impeachment». Vienen ciento ochenta días para un juicio político. Los cargos para llegar a esta situación son inverosímiles en estas latitudes: haber maquillado las cuentas del Estado para obtener mejores resultados. No se habla de corrupción, ni de lucro, ni de nada parecido, sino de una contabilidad imaginativa, algo que incluso en anteriores mandatos habían hecho los gobiernos brasileños. Aquí sucede de manera cotidiana.
Lo han logrado. Habían salido de caza y han logrado la pieza mayor: la presidenta. ¿Y ahora qué? Ahora viene la decadencia, la negligencia, la incertidumbre, el inaugurar unos Juegos Olímpicos sin autoridad moral, con una desastrosa situación económica, con movilizaciones sociales que irán subiendo de tono, porque se ha dado una suerte de golpe de estado. Estaremos atentos a lo que sucede porque puede ser grave. El detalle es que ha sido el Senado. Parece una premonición. El Senado español no parece servir para mucho, pero con mayoría de la banda de Rajoy, los gobiernos si no son de su gusto tendrán todas las trabas y problemas para ejecutar las leyes que intenten poner en marcha. Por eso es más increíble la cerrazón del señor Sánchez y su equipo de resentidos impidiendo listas conjuntas con la otra izquierda para el Senado en ciertas circunscripciones para frenar a los del PP. Ellos lo pagarán. No salen las cuentas, por eso ha fichado a Margarita Robles. Vuelve el pasado más inexplicable y oscuro. Secretaria de Estado de Interior con González y el bicéfalo ministro Belloch. Da un poco de miedo esta biografía. Y le acompaña Josep Borrell. Da la risa.

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