María SUÁREZ
LONDRES

Peligra la independencia de la BBC respecto al poder político

El gobierno de David Cameron presentó ayer sus planes para el futuro de la radiotelevisión pública británica, que pasan por suprimir el actual organismo interno de regulación del medio al tiempo que exige «más transparencia e imparcialidad» a la cadena.

Por primera vez en sus noventa años de historia, la British Broadcasting Corporation será regulada por un organismo externo. Así lo hizo saber ayer el secretario de Estado de Cultura John Whittingdale, en un esperado y polémico anuncio en la Cámara de los Comunes. El Royal Charter –el decreto que recoge la manera de gestionar la radiotelevisión pública británica– expira el próximo mes de diciembre y con el argumento de la necesidad de «una BBC más transparente», el gobierno de David Cameron ha hincado el diente al gigante de la comunicación.

Hasta ahora la BBC se autorregulaba mediante el llamado BBC Trust, un organismo interno que se encarga de velar por el cumplimiento de la vocación de servicio público de la cadena. Sin embargo, Whittingdale anunció ayer la supresión del BBC Trust para encomendar su tarea al organismo externo Ofcom, que regula la totalidad de las comunicaciones en Gran Bretaña. Al mismo tiempo, la BBC contará con una junta administrativa de hasta catorce miembros, en la que seis de sus componentes serán representantes elegidos por el Gobierno con la misión de velar por la imparcialidad del medio.

El resto –más de la mitad– serán escogidos por la propia BBC. Para el ejecutivo, el sistema regulador actual de la BBC es «confuso e ineficaz», por lo que ve necesaria una reforma del modelo y aseguraba que, de esta manera, «la BBC tendrá más independencia del Gobierno en temas relacionados con la línea editorial, en su gobernanza o a la hora de fijar presupuestos». Además, el National Audit Office, organismo parlamentario que controla el gasto público, será quien se encargue de la auditoría del medio. Sin embargo, desde el Partido Laborista dejaron claro su escepticismo con esta reforma, acusando al Gobierno de pretender acabar con la independencia de la radiotelevisión pública británica: «Estamos muy preocupados porque el ejecutivo tratará de influir en la toma de decisiones editoriales de la BBC, que a partir de ahora se verá sometida a las interferencias políticas», interpelaba en la Cámara de los Comunes Maria Eagle, la secretaria laborista de Cultura.

El “Libro Blanco” presentado también reúne otros aspectos que condicionarán a los telespectadores: El impuesto sobre la Licencia de Televisión que actualmente se paga en Gran Bretaña para acceder al servicio de la BBC –unos 180 euros al año – seguirá siendo la principal fuente de financiación de la radiotelevisión al menos durante once años más.

Asimismo, se exigirá a la cadena compromiso con la diversidad étnica y con las minorías regionales y nacionales, y se recuerda que como servicio público el objetivo debe centrarse en ofrecer un «contenido distintivo» en lugar de buscar índices de audiencia, aunque el secretario de Estado de Cultura matizó que ello no implica que deba dejar de emitir producciones comerciales.

El “Libro Blanco” ha sido bien acogido por el actual director general de la BBC, Tony Hall, quien considera que este nuevo modelo «reafirma» la misión de la cadena de «informar, educar y entretener a todas las audiencias de televisión, radio e internet».