Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Corazón gigante»

La vulnerabilidad de un ser puro como la nieve

Lo que le está ocurriendo al islandés Dagur Kári pone de manifiesto que muchas veces se alcanza antes el éxito internacional haciendo cine desde tu propio país, porque cuando intentó dar el salto al mercado anglosajón con “Good Heart” (2009) no logró alcanzar tanta repercusión como la obtenida ahora con “Fúsi” (2015), gracias a su triunfo en festivales como Tribeca o la Seminci. También ha salido directamente reconocido en esos certámenes el protagónico Gunnar Jónsson, que hasta la fecha tal vez ni se consideraba actor, porque debido a su peculiar físico no había pasado de apariciones de figurante, sobre todo en programas televisivos de humor. Este es su primer papel principal y dramático, escrito especialmente para él.

El personaje de Fúsi está determinado por las características que convierten a Gunnar Jónsson en alguien diferente. Y en este tipo de seres puros e inocentes, que son como un niño grande, muy grande, se suele dar un lógico problema de vulnerabilidad frente a una sociedad que no avanza a su ritmo pausado y en la que tienen difícil encaje. Suelen ser muy queridos en su entorno cercano, pero a la vez sufren el rechazo social en cuanto intentan integrarse en la vida laboral o tener una relación sentimental como los demás. A Fúsi le gastan bromas pesadas su compañeros de trabajo, aunque él nunca llega a sentir que se trate de un acoso. Se lleva mejor con los menores que con los adultos, pero su buena química con la niña de al lado le costará la alarma vecinal por ser una persona de mediana edad.

Fúsi es feliz en su mundo ingenuista, jugando con maquetas y soldaditos de la II Guerra Mundial, hasta que le aconsejan inscribirse en un curso de baile para que se abra y conozca gente. Y es el “country en línea” y la canción “Islands in the Stream”, en la versión a dúo de Kenny Rogers y Dolly Parton, lo que le hace entregarse de lleno en un romance imposible con una mujer emocionalmente incapacitada.