WOLFSBURGO 1

OLYMPIQUE 1

Poco faltó para que el tópico, y de su mano el Wolfsburgo, triunfara en Reggio Emilia. Con un Olympique superior durante todo el partido pero que, tras encajar el empate en el 88, a punto estuvo de ver cómo el título se iba, como casi siempre, a tierras alemanas. Pero los penaltis hicieron justicia esta vez y es el equipo galo el que se hace con su tercera Champions, algo que antes solo había conseguido el Frankfurt, poseedor de cuatro, y al que suceden en el palmarés.

La superioridad del Olympiqque, que celebra un triplete tras haber encadenado Liga y Copa, fue manifiesta desde el pitido inicial. Con un planteamiento inesperado, que incluía a dos laterales con recorrido y retrasaba la posición de Henry –que, junto a Necib y Schelin se despedía ayer de su equipo–, el equipo de Gérard Precheur se adueñó del rectángulo. Y del balón, que movió indistintamente en largo o con rodeos, sin que su rival encontrara la manera de arrebatárselo.

Tampoco tardó mucho en llevar su dominio al marcador. A los doce minutos, Bremer, una pesadilla para el Wolfsburgo durante toda la tarde, sirvió para que Hegerberg anotara su decimotercer gol en esta Champions. Incapaz de reaccionar el cuadro teutón, que apenas inquietaba a balón parado, el Olympique se sintió aún más cómodo. Aunque, con pocas ocasiones y menos puntería, no fue capaz de pasar del confort a la tranquilidad.

Tampoco en la segunda parte, en la que se mantuvo la dinámica de la primera. Pese a la estrechez del marcador, el trofeo parecía encaminado a Gerland. Hasta que las alemanas hicieron honor a su fama y, apurando el tiempo, apuraron también las fuerzas para crear una de sus contadísimas ocasiones, un balón colgado desde la izquierda, y anotar el gol del empate con un cabezazo de Popp para forzar la prórroga.

Fue media hora apasionante, con el Wolfsburgo renacido de inicio y el Olympique reaccionando después para acumular llegadas al área. Pero tampoco esta vez acertó y el título se rifó en los penaltis.

Sonrieron a las lobas de inicio, con el gol de Popp y el error, curiosamente, de Hegerberg, máxima artillera del torneo. Pero las cuatro siguientes lanzadoras galas, Schelin, Renard, M’Boch Bathy y Kumagai acertaron, mientras Bouhaddi detenía los lanzamientos de Fischer y su excompañera Bussaglia. Un 4-3 final que enviaba el trofeo de vuelta a Lyon.