Hay películas que son un verdadero prodigio, y “Theeb” es la primera película árabe interpretada por actores beduinos no profesionales, sin conocimiento alguno sobre la existencia del cine. El debutante anglojordano Naji Abu Nowar tuvo que arreglárselas con un reducido reparto, en el que el único actor profesional es el británico Jack Fox, encargado de interpretar a un militar colonial de la Gran Guerra. No hay personajes femeninos, porque ninguna mujer beduina quiso ponerse delante de una cámara para ser vista fuera de su desértico hogar.

Y hacen bien en preservar el misterio de sus vidas, porque la película se beneficia de esa dimensión ignota y perdida en el tiempo que mantienen las tribus nómadas. A la autenticidad de su trasfondo antropológico “Theeb” suma un sentido de la aventura muy primigenio, que si bien no rechaza la influencia paisajística del clásico de David Lean “Lawrence de Arabia” (1963), su estilo narrativo es muy original al ser más naturalista, con el añadido de que genéricamente se podría considerar como una suerte de couscous-western que sustituye los caballos por camellos. E incluso no falta la presencia del amenazante tendido del ferrocarril, al que los beduinos llamaban “burro de hierro”.

“Theeb” es también un relato de supervivencia extrema, a la vez que un viaje iniciático protagonizado por un niño beduino que se enfrenta a los peligros de la más violenta adultez. El pequeño protagonista no llega a entender el contexto histórico en el que le ha tocado vivir su odisea, que se desarrolla en 1916, cuando el reino de Hiyaz se estaba desanexionando del Imperio Otomano y de la colonización británica, siendo lugar de paso para los peregrinos que iban a la Meca. El oro líquido por el que todos luchaban entonces no era otro que el agua, y así el dar con un pozo de agua potable todavía era más crucial que encontrar petróleo.