Iratxe FRESNEDA
Periodista y profesora

Entiéndase la ironía

Entendemos lo que vivimos y frivolizamos acerca de lo que desconocemos. Me incluyo. Es fácil juzgar a los otros pensando que nuestra posición es la adecuada, nuestros actos los correctos y que, siguiendo nuestro propio manual de autoayuda y supremacía citando a un par de intelectuales, declarar que el mal son los otros. Cuando el deporte mundial es la envidia, nada como el cosmopaletismo para enarbolarla. Entren en twitter y descúbranse cosmopaletos. Podríamos avanzar en la idea y podríamos acusar a un cineasta de hacer una película que gusta y expulsarle una vez más de la vanguardia por haber sido capaz de contar una historia que se entienda y emocione. Sacrílegos y vendidos, algunos artistas están vendidos al capitalismo de las historias entendibles. ¿Cómo se les ocurre contar una historia de cabreos y perdedores? El arte ha de ser libre y el cine “social” (así lo llaman) es de pordioseros. Las viejas historias no interesan y las personas viejas que convencen a más de dos con su discurso, son demasiado vulgares. Ken Loach debería pedir perdón por recibir un premio ¿Qué es eso de hablar de la clase trabajadora en pleno siglo XXI y en el festival de Cannes? Menuda ordinariez. Y así, hasta la eternidad y un día. O como el chiste de la paja ajena o el del onanismo de los mediocres. El cine se hace, también, para intercambiar historias. Parafraseando a Ken Loach: «Mi trabajo es contar historias, no denunciar. Pero tengo una idea muy clara de las historias que deben ser contadas», cada cineasta tiene su visión de lo que debe contar, cómo y dónde debe hacerlo el resto son prejuicios.