Mikel ZUBIMENDI
DONOSTIA
boxeo

Adiós a Ali, la mariposa que sacudió el mundo

Elegante, rebelde, carismático... fue tantas cosas para tanta gente que su grandeza trasciende el deporte

Tras el multitudinario adiós a Muhammad Ali del viernes en su Louisville natal, que copó la atención de todo el mundo, en la memoria colectiva queda viva una personalidad tan grande como profunda, una fe en sí mismo nunca adulterada que jamás antes fue asociada a ningún otro deportista antes de que Ali saltara a la escena. Sus numeritos antes y después de sus peleas, que tanto alegraron la vista, sus autopromociones, su poesía, su humor, son aspectos de esa memoria. Mencionar su nombre y las palabras vienen una tras otra: belleza, desafío, rebelión, visión, determinación, elegancia, fuerza, compasión...

Como boxeador, su estilo fue elegante, muy rápido en sus primeros combates, inteligente en los últimos, despiadado siempre. Impresionó desde sus inicios, fue un héroe de las taquillas, siempre estuvo en los titulares prensa. En su apogeo absoluto, fue, sin duda, la persona más famosa en el mundo. En efecto, Ali ha sido el más grande de todos los atletas y sus logros en el boxeo fueron una pequeña parte de todo lo que le hizo único y tan especial.

No fue el mejor púgil de la historia del boxeo, ni siquiera en las listas tan publicitadas de los mejores deportistas del siglo XX de la prensa deportiva aparece en primer lugar, pero fue el más grande porque su grandeza trascendió el deporte. Afirmar esto no es afán de agasajarlo, es lo que corresponde a la personalidad más magnética, carismático, seductora, inteligente y controvertida del atleta más grande que el mundo ha visto. ¡Y es que Ali significó tantas cosas para tanta gente!

Nunca hizo nada para disminuir su celebridad o impacto. O lo amabas o lo odiabas, no había término medio. Todo el mundo tenía una opinión de Ali. Pero, incluso a los que inicialmente no les gustó lo que representaba, lo que se merecía, finalmente les venció, ganó el respeto de todos. Y más que con sus golpes en el ring, con la firme creencia en la fuerza de sus convicciones.

Joe Louis, apodado el "bombardero de Detroit", campeón mundial del peso pesado durante once años y ocho meses (1937-1949), un récord que nadie ha conseguido superar, avisaba a sus contrincantes en el ring: «puedes correr, pero no esconderte». Ali, por su parte, les espetaba: «Vuelo como una mariposa, pico como una abeja». Ambos contribuyeron a forjar el carácter de generaciones de afroamericanos.

Pero la resistencia de Ali frente al racismo y la guerra, no solo pertenece a la afroamericanos ni a la movida década de los 60. Forma parte de un futuro común de la humanidad.

Su negativa a participar en la guerra de Vietnam produjo una reacción inmediata, hostil, feroz e histérica del establishment. «Negro arrogante» fue de los insultos más amables que le profirieron. Lo convirtieron en el villano favorito. Un jurado formado solo por blancos lo condenó en Houston a cinco años de cárcel, le confiscaron el pasaporte, le desposeyeron del título y le obligaron a un exilio del ring que se alargó durante tres años y medio. No obstante, las muestras de solidaridad hacia él, fueran en Karachi o El Cairo, se sucedieron a lo largo del mundo.

Primer deportista global

Es cierto que el establishment intentó cooptar a Ali y presentarlo como una leyenda, como un icono inofensivo. En 1996, con sus brazos temblorosos, fue elegido para portar la antorcha en los Juegos Olímpicos de Atlanta. Quisieron borrar las evidencias de lo que fue una verdad controvertida: nunca hubo un atleta tan denostado por la prensa oficial, más perseguido por las agencias del gobierno de EEUU y más querido en el mundo que él.

Solo el hecho de que los atletas puedan utilizar su posición privilegiada e hipercomercializada para enfrentarse a la injusticia es hoy en día casi impensable. En cierta medida romperían la regla no escrita del deporte profesional: los atletas no deben mostrare politizados, excepto cuando saludan a la bandera, al himno y al Estado.

Ali lo hizo. Utilizó el poder que tienen los deportistas de élite para denunciar atrocidades, agitar conciencias y movilizar voluntades. Con una bravura increíble, recibió golpes en el ring y fuera de él, se enfrentó a los mejores en el cuadrilátero y a las fuerzas más racistas y militaristas de EEUU en la arena pública. Y por ello se convirtió en el primer deportista verdaderamente global, capaz de tender puentes entre nacionalidades, lenguas y razas mucho antes de que la globalización, el mercado o internet posibilitaran eso.

«¡Sacudiré el mundo!», «¡Sacudiré el mundo!» proclamó Muhammad Ali en su día. Y estés donde estés, sí, Ali, sí, ciertamente lo hiciste.

Ahora, ¡vuela mariposa! ¡Vuela siempre suelta y libre!

Honi buruzko guztia: boxeo