Joseba VIVANCO
CUARTOS

«Les Bleus» acaban con el sueño de la heróica Islandia

Los jugadores franceses sentenciaron con cuatro goles en la primera mitad a un equipo nórdico que noobstante jugó la segunda parte con orgullo hasta recortar la ventaja y despedirse con la cabeza alta.

FRANCIA 5

ISLANDIA 2


Une, deux, trois, quatre. Francia no había marcado un solo gol en el primer tiempo de la competición y ayer se fue al descanso sacando el billete de vuelta a los islandeses, devolviendo sus naves, sueños e ilusiones a casa por donde habían venido, aguas arriba del río Sena, como cuando trataron de invadir de manera infructuosa la capital parisina allá en el año 885. El quinto capítulo del cuento de hadas duró apenas diez minutos, los que tardó la anfitriona en ponerse por delante en el marcador tras ganar Giroud la espalda a la adelantada defensa escandinava y fusilar por bajo haciendo bueno el puente aéreo previo de Matuidi. Hasta ahí, los de Didier Deschamps parecían algo desorientados e Islandia osada hasta el punto de ser la primera en chutar a puerta a los dos minutos. Pero los franceses iban a tirar de máxima efectividad –hasta este momento sumaban en el torneo los mismos goles que su rival con más del doble de disparos– y tras el 1-0 y con los nórdicos todavía en erupción, llegó la puntilla con el segundo, casi diez minutos después, en un cabezazo inapeable de un Pogba que por fin apareció y lo hizo como un tren mercancías a saque de esquina de Griezmann.

El castillo vikingo se venía abajo. Lo que no había conseguido una ‘‘Marsellesa’’ que puso en pie de guerra a un estadio de Saint-Denis que se asienta en un departamento donde reside la población total de Islandia multiplicada por cinco, lo consiguió una selección Bleu que no tuvo piedad de la selección ‘de todos’. Y eso que en otro saque más de banda de Gunnarson los islandeses estuvieron a punto de acortar distancias, pero con el 2-0 en contra y una Francia dominante de la pelota, no solo llegó el tercero ejecutado en un disparo raso de Payet sino que la mariposa Griezmann sentenció con un cuarto al filo del descanso, picando sobre el ayer flojo meta islandés un balón a ras de verde desde la defensa de Pogba y que sorteó todas las filas enemigas con inusitada facilidad. Payet frotaba la lámpara maravillosa que sale del pie de Griezmann. Metafórico.

Francia bien con la pelota y sin ella, Islandia incómoda ante alguien que repliega bien y al que no sorprende. Todo un reto para los escandinavos en la segunda mitad, que encararon con un gol de Sigthorsson, delantero del Nantes, al poco de renaudarse, honor vikingo, de inmediato respondido por otro testarazo del cuestionado Giroud que subía el quinto al luminoso. Dos remates del gunner, dos goles. Eso fue Francia. Efectiva y superior a un Islandia endeble en defensa y por alto.

Pero ni aún así los orgullosos islandeses abandonaron esa total aversión sellada en su carácter a pensar más allá de lo que suceda en los próximos cinco minutos. A pesar de la goleada, siguieron sin tirar la toalla, como si el partido fuera 0-0 y aprendiendo con cada minuto en esta Eurocopa que ha encumbrado a un país con apenas 75 futbolistas profesionales, entre ellos Eidur Gudjohnsen, el mito que tuvo sus minutos previos a su adiós. Y llegó el segundo, de ‘Thor’ Bjarnason, otro icono de este equipo. Afram Island! (Adelante Islandia) se escuchaba y como no podía ser de otra manera, tras el inapelable 5-2 los Gunnarson y compañía se despidieron de la competición al ritmo de esas palmas o huh nada vikingo y sí con un origen más mundano en la hinchada del Motherwell escocés. Croacia, Finlandia, Kosovo, Turquía y Ucrania serán sus rivales en su camino al Mundial ruso de 2018.

El inmediato rival de Francia, por contra, será una Alemania con sensibles bajas. Este jueves. Una final anticipada sin permiso de Gales-Portugal. El partido ayer más completo de Les Bleus, pero serán los alemanes la prueba del algodón. Francia no le gana a Alemania en un gran torneo desde el Mundial de 1958. Si gana hará historia y si no, como dirían los islandeses Þetta reddast, algo así como «todo pasa».