Dabid LAZKANOITURBURU

Los Saud, sus errores de cálculo y la ausencia de líneas rojas para el ISIS

Con todas las cautelas por la falta de reivindicación oficial –el ISIS tampoco tiene por costumbre responsabilizarse de los ataques en Turquía–, la muerte de un presunto kamikaze y cuatro uniformados saudíes junto a la mezquita del Profeta en Medina podría apuntar a un salto cualitativo en la soterrada pugna entre la teocracia saudí y el hostigado califato de Abu Bakr al-Bagdadi entre Irak y Siria.

Una pugna que no está –o estaba– exenta de complicidades. La financiación del ISIS con dinero del petróleo saudí y el apoyo de Riad a todos los grupos –sin excepción– contra el régimen sirio (incluso el ISIS) son dos de ellas.

En ese contexto, hasta ahora, y con la excepción de ataques de menor calado contra militares saudíes en la frontera con Yemen, el objetivo de los atentados del ISIS había sido la minoría chií de las provincias del este (como el de anteayer en la oriental Al-Qatif).

Pero el simultáneo intento de atentado contra el consulado estadounidense de Yeda –que recuerda a la campaña de ataques de Al Qaeda en los años 2000 contra el régimen saudí y sus aliados «infieles»– y, sobre todo, la explosión de Medina sugiere que los nuevos yihadistas han cruzado una nueva línea roja.

Tanto Riad como todo el mundo musulmán han condenado el ataque «en un lugar sagrado donde está prohibida la violencia». Como si toda la región no estuviese anegada en sangre.

La hipocresía va más allá. El wahabismo saudí, basamento religioso del régimen, lo comparte todo con el ISIS, desde el rigorismo al totalitarismo teocrático, pasando por el sectarismo antichií y el desprecio hacia la mujer... Todo menos una cosa. Los ulemas justifican la rebelión armada contra todos los gobernantes injustos, pero con la excepción de los Saud. Va a ser que el ISIS, como en su día Al Qaeda, ha decidido no seguir esa última lección.