Raimundo Fitero
DE REOJO

Dallas

El magnicidio de J.F. Kennedy se produjo en Dallas. La serie televisiva con este nombre formó en el capitalismo salvaje a millones de terrícolas. En ella descubrimos la ambición sin límites, el dinero a borbotones que sale de los pozos petroleros y cómo se estable una relación poco saludable entre dinero y política. Personajes de una pieza, sin apenas matices ni contradicciones.

Volvemos a Dallas por un confuso acto de violencia en una protesta bajo el lema “Las vidas negras importan” contra la contumaz costumbre de los policías blancos en disparar a ciudadanos negros en las calles de USA, uno (o unos) francotiradores, según nos relatan todos los medios sin más información ni detalle, han matado a cinco policías, convirtiendo un acto de protesta en un enfrentamiento que cuenta con más muertos civiles, decenas de heridos y que traerá consecuencias nefastas para toda la población afroamericana.

Esta encerrona perpetrada por individuos que según testigos presenciales estaban militarmente muy cualificados, con armamento de alta gama de eficacia dispara todas las aletas porque puede ser un acto inducido desde los poderes oscuros, ya que es una excusa perfecta para acabar con todo tipo de protesta. A partir de ahora, en las protestas de toda índole los cuerpo policiales en vez de mantenerse más o menso costritos, actuarán con la violencia que acostumbran y seguirá el goteo de muertes violentas en manos de las policías en ese imperio que ya llevan contabilizadas quinientas setenta y seis, sin muchas justificaciones más allá de una ley secreta para utilizar estos métodos sin repercusión en quién ejecuta al supuesto delincuente. Una auténtica barbaridad. Además del odio racial, de clase, añadirán la venganza de gremio. Una situación muy peligrosa. Atentos a las pantallas. Dallas como metáfora.