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LONDRES-berlín

Estonia asumirá la Presidencia de la UE en 2017 tras la renuncia de Gran Bretaña

Los estados de la Unión Europea (UE) alcanzaron ayer un «amplio acuerdo» político para que Estonia ocupe el lugar de Gran Bretaña en la Presidencia rotatoria del Consejo en la segunda mitad de 2017 después de que Londres renunciara a ejercerla. Theresa May reiteró que no activará la salida del bloque antes de fin de año.

Gran Bretaña renunció ayer a ejercer en 2017 la Presidencia semestral de la UE, primer paso para separarse del bloque, antes de una visita de la primera ministra británica, Theresa May, a Berlín, donde se reunió con la canciller, Angela Merkel, ante quien reiteró que no invocará antes de fin de año el artículo 50 del Tratado de la UE, la puerta de salida del bloque. Los Veintiocho acordaron que Estonia adelantará su turno para reemplazar a Gran Bretaña.

May inició ayer su primera gira oficial, que le llevará a Alemania y al Estado francés, para empezar a esbozar el proceso del Brexit. Unas reuniones que deberían permitirle «establecer relaciones de trabajo sólidas» con sus dos principales socios europeos y explicar por qué su Gobierno «precisa tiempo» para iniciar formalmente el proceso de separación, indicaron sus servicios de comunicación.

Merkel había exigido después del referéndum del Brexit una aclaración «rápida» de las intenciones británicas, pero luego se mostró más dispuesta que otros dirigentes europeos a dar tiempo a Londres. Ayer insistió ante May que corresponde a Londres «definir su relación futura con la UE» y reiteró que no se abrirán negociaciones para la salida del Reino Unido hasta que Londres no formalice su petición y acuda con unas «posiciones bien definidas». Ambas partes «defenderán sus intereses» cuando se dé ese paso, dijo Merkel.

May aseguró que su país respetará sus derechos y obligaciones mientras sea miembro de la UE y garantizó que Brexit no significa alejarse de sus socios, con los que desea mantener relaciones «fuertes y constructivas». Además, reiteró su apuesta por reducir la llegada de extranjeros a su país –333.000 en 2015– y la necesidad de situar la migración neta en niveles «sostenibles», es decir, «en decenas de miles». Subrayó que uno de los mensajes del Brexit fue «la importancia de poner algún control».