Jaime IGLESIAS
MADRID

El cine vasco reduce su visibilidad en la 64ª edición de Zinemaldia

Zabaltegi, con la proyección de «Sipo phantasma» de Koldo Almandoz y de los cortometrajes «Caminan», de Mikel Rueda, y «Gure Hormek», de Las chicas de Pasaik, y el Velódromo, donde se presentará el film colectivo «Kalebegiak», producido por Donostia 2016 serán, al margen de Zinemira, las dos únicas secciones que acojan producciones de Euskal Herria. Por su parte, Alberto Rodríguez, Jonás Trueba y Rodrigo Sorogoyen competirán por la Concha de Oro.

La sede de una Academia de Cine descabezada –tras la reciente renuncia de Antonio Resines a la presidencia de la institución y con la figurinista inglesa Yvonne Blake ejerciendo de anfitriona en condiciones de interinidad– fue el escenario elegido, nuevamente, por los responsables de Zinemaldia para dar a conocer la selección de películas procedentes del Estado español que este año se exhibirán en las diferentes secciones del festival. Un conjunto muy menguado en comparación con lo que venía siendo norma en las últimas ediciones, puesto que la Sección Oficial a concurso contará únicamente con tres largometrajes españoles: “El hombre de las mil caras”, de Alberto Rodríguez (quien vuelve a Donostia con un biopic sobre el espía Francisco Paesa tras el éxito cosechado hace dos años con “La isla mínima”); “Que Dios nos perdone”, un thriller ambientado en el Madrid del 15-M dirigido por Rodrigo Sorogoyen; y la última propuesta de Jonás Trueba, titulada “La Reconquista” y donde se evocan los efectos del paso del tiempo sobre el primer amor. También en la Sección Oficial pero fuera de competición podrá verse “Un mosntruo viene a verme”, un drama fantástico firmado por J.A. Bayona (director de “Lo imposible”), cuya proyección servirá para honrar con el Premio Donostia a una de sus protagonistas: Sigourney Weaver.

Pero si corta se antoja la presencia de películas estatales en la selección de este año, aún inferior resulta la de producciones vascas reducida a un par de largometrajes y otros tantos cortometrajes: «Es la prueba de que quienes nos acusaban de ser paternalistas con el cine vasco no llevaban razón –comentó en declaraciones exclusivas a este periódico José Luis Rebordinos, director del festival–. Ya dijimos el año pasado que lo que nunca vamos a hacer es apoyar una película vasca sin pensar que realmente lo merece, porque eso sería malo para el cine vasco. En igualdad de condiciones, una película vasca siempre recibirá por nuestra parte medio punto más a la hora de ser seleccionada, pero solo medio punto, lo contrario sería un error».

Pese a la ligera decepción que este hecho pudiera suponer tras dos años consecutivos con films hablados en euskara formando parte de la Sección Oficial a concurso, Rebordinos quiso dejar abierta la puerta a lo que pueda deparar la edición de 2017: «Yo de cara al año que viene tengo muy buenas sensaciones: “Aundiya” de Aitor Arregi y Jon Garaño pinta muy bien, luego hay por ahí un proyecto de Raúl de la Fuente sobre Kapuściński muy interesante y ojalá también a Fermín Muguruza le dé tiempo a tener acabada “Black is Beltza”. Si pudiéramos tener alguno de esos films en Donosti estaría muy bien y si son otros festivales los que se hacen con ellos pues estaremos igual de contentos».

Ida de pelota

Entre los profesionales de la industria cinematográfica vasca la decisión de los programadores del festival, lejos de generar decepción fue acogida como un síntoma de normalidad: «El cine hecho en Euskal Herria sigue gozando de muy buena salud y el hecho de que este año no haya ninguna peli vasca a concurso es algo que no debería sorprender a nadie, por más que a algunos se les pueda ir la pelota pensando que lo normal es justamente lo contrario. Euskal Herria es un país con una población equivalente a la de un barrio de Nueva York y hacer cine sigue siendo algo muy difícil. En esas condiciones ya es un éxito que todos los años se consigan rodar propuestas lo suficientemente interesantes como para atraer la atención de un festival como este». Quien así se expresa es Koldo Almandoz, director de “Sipo Phantasma” que podrá verse en la sección Zabaltegi-Tabakalera que, por primer año, pasará a ser competitiva. El filme, que ya ha pasado por festivales como los de Rotterdam o Buenos Aires, es definida por su director como «una película muy pequeña que se ha ido construyendo según la íbamos rodando y que, en su carácter experimental, toca distintos temas que se conectan entre sí sobre la historia de fondo de Florence Balcombe, la viuda de Bram Stoker, autor de Drácula, quien peleó por retirar de circulación todas las copias de ‘Nosferatu’, el film de Murnau que adaptaba libremente la novela de su marido».

Junto a la película de Koldo Almandoz, en Zabaltegi también podrán verse los cortometrajes “Caminan”, de Mikel Rueda, y “Gure Hormek”, de María Elorza y Maider Fernández Iriarte, quienes firman sus trabajos bajo el nombre de Las chicas de Pasaik. Precisamente estas dos realizadoras, junto al propio Almandoz, también participan el el film colectivo “Kalebegiak”, doce historias filmadas por cineastas como Imanol Uribe, Julio Médem, Telmo Esnal o Borja Cobeaga, que podrá verse en el Velódromo.

Al margen de esta presencia testimonial del cine vasco, «que se verá paliada con una de las ediciones de Zinemira más potentes de los últimos años», según Rebordinos, entre el resto de propuestas con participación estatal que fueron presentadas ayer destacan “María y los demás”, de Nely Reguera, que podrá verse en Nuev@s Director@s; “Vivir y otras emociones”, del catalán Jo Sol, que trata sobre la sexualidad de un escritor tetrapléjico; o el documental “Manda huevos” firmado por el exdirector de Zinemaldia Diego Galán quien, como complemento a su anterior trabajo “Con la pata quebrada”, ofrece una mirada sobre cómo el cine español ha tratado los estereotipos masculinos a lo largo de su Historia.

Donostia, je t’aime

Doce miradas sobre un mismo escenario, la ciudad de Donostia. Ese es el punto de partida del fim colectivo “Kalebegiak”, auspiciado y co-producido por Donostia 2016 que, en palabras de Pablo Berástegui, «se trata de un largometraje que incide en los valores de una cultura para reforzar la convivencia, idea que ha guiado nuestra apuesta desde sus inicios». Para el máximo responsable de DSS2016EU, la película resulta enriquecedora en su carácter plural: «Tomando como referencia películas como ‘París, je t’aime’, hemos querido convocar a diversos directores que mantienen una relación afectiva importante con nuestra ciudad para que nos ofrezcan su visión sobre el concepto de convivencia. Y entre esas miradas está la de veteranos como Uribe o Médem, la de directores jóvenes pero consagrados como Cobeaga o la de cineastas emergentes a los que seleccionamos mediante una convocatoria pública. Todos ellos han trabajado con sus propios equipos técnicos, lo que redunda en la singularidad de cada una de las propuestas que integran este proyecto». Entre el resto de cineastas que firman la película destacan nombres como los de Daniel Calparsoro, Gracia Querejeta, Telmo Esnal o Luiso Berdejo, quien «al vivir en EEUU, ofrece en su corto una mirada foránea muy interesante sobre Donstia», comenta Berástegui.

La película, de cara a lograr un carácter homogéneo, ha estado coordinada por Jorge Gil y Michel Gaztambide, y ha sido definida como la apuesta audiovisual más importante de la capitalidad. Para Berástegui, el hecho de haber elegido el Velódromo para su estreno, «pone en valor la naturaleza popular que pretendemos que tenga este trabajo». J. I.