La reconciliación de Hosszu
La húngara se hizo con su primer oro olímpico, adornado con récord mundial y el relevo australiano 4x100 revalidó el suyo con otro.

Al margen de un ingente generador negocio y otros intereses, de foco de un nacionalismo trasnochado y productor de mitos y demonios, los Juegos y sobre todo todas las olimpíadas son ciclos en los que también se suceden magníficas historias de superación personal, como la de la húngara Katinka Hosszu que, por fin, se reconcilió con la competición olímpica en la pileta de Río, tras sus enormes decepciones consecutivas de Atenas, Pekín y Londres.
El divorció pareció definitivo en la capital inglesa cuando, tras liderar la final de los 400 estilos, terminó sucumbiendo al maremoto que provocó la irrupción de la china Shiwen Ye –la misma que el sábado fue 27 en las series clasificatorias– que, con una última posta estratósferica se colgó el oro con récord del mundo incluido. La magiar se hundió hasta condenarse a la medalla de chocolate, la más amarga, un varapalo del que no pudo reponerse en los 200 mariposa y estilos.
Pero su marido y entrenador Shane Tussup tenía la terapia más efectiva; nadar, nadar y nadar, competir, competir y competir, sin despreciar ninguna prueba. Piscina corta, piscina larga, Mundiales, Europeos, Copa del Mundo, circuito profesional americano... todas las competiciones servían la magiar.
Así, apenas tres meses después de su desencanto londinense, Katinka Hosszu salía sonriente de la pileta de Pekín tras ganar la final de los 100 estilos en la Copa del Mundo de piscina corta, su tercera medalla en poco más de una hora, la quinta en dos agotadoras jornadas en las que la magiar había disputado hasta ocho finales. La suya es una voracidad insaciable, que ha roto todos los mitos sobre la preparación. Hosszu ha vencido en todas las épocas del año, ha rebajado sus marcas en enero y en diciembre. Un pico de forma constate, sin altibajos, cualquier momento es el ideal para mostrar lo mejor.
Así las cosas, la enemistad con su deporte fue algo fugaz, pero su herida olímpica seguía sin cicatrizarse. Río parecía la última esperanza para el entendimiento y la componenda llegó de la mejor manera.
Ya en las series de la mañana hubo síntomas de acercamiento, con una carrera que la dejó a pocas centésimas del récord de la siempre bajo sospecha Shiwen Ye, que se bañó y chapoteó en la misma clasificatoria.
la confraternización total llegó en una final en la que la magiar, en una carrera prácticamente en solitario, en la que la magiar solo luchó contra su pasado. Y desde la primera posta, la de mariposa, su oro nunca corrió peligro, con lo que su competición pasó a ser con el crono, con la firme intención de pulverizar el récord mundial. Su determinación fue absoluta y, con Maya Dirado, su rival más cualificada, a casi cinco segundos, fue capaz de nadar 0.15 segundos más rápido que en las series, dejando su crono en un brillante 4:26.36.
El podio, tras una enorme remontada, lo completó la catalana Mireia Belmonte, con una perfecta última posta, en la que fue capaz de darle la vuelta a una desventaja de 1.24 segundos obre la británica Hannah Miley.
Australia se supera a sí misma
El segundo récord mundial de la jornada llegó casi sin tiempo de asimilar el de Katinka Hosszu, y lo hizo por parte del equipo de 4x100 australiano, que eligió la mejor manera de revalidar su oro olímpico, mejorando su propia marca con un tiempo de 3:60.65, rebajando en 33 centésimas el mejor tiempo que obtuvieron en los Juegos de la Commonwealth disputados en 2014 en Glasgow, con una marca de 3:30.98.
El cuarteto australiano, integrado por Emma Mckeon, Brittany Elmslie, Bronte Campbell y Cate Campbell, aventajó en 1:24 segundos al equipo estadounidense, que se colgó la plata con Katie Ledecky como última relevista con un tiempo de 3:31.89, y en 3:24 a Canadá, que debió conformarse con el tercer escalón del podio con un crono de 3:32.89.
La segunda gran alegría del equipo aussie legó en los 400 libres masculinos, donde Mack Horton se colgó el oro tras imponerse con un tiempo de 3:41.55 al chino Sun Yang, que no pudo revalidar el título que conquistó hace cuatro años en Londres. Horton, que llegó a Río con la mejor marca mundial del año, hizo valer su capacidad de resistencia y se alzó con el título olímpico por tan sólo 13 centésimas, ante un Yang al que de nada le valió el fortísimo ataque que lanzó en el último largo y debió conformarse finalmente con la plata con un tiempo de 3:41.68. Completó el podio el italiano Gabriele Detti, vigente campeón de Europa, con un registro de 3:43.49.
En la cuarta final del primer día de competición, el japonés Kosuke Hagino se proclamó campeón olímpico de los 400 estilos, tras imponerse este sábado con un tiempo de 4:06.05, por delante del estadounidense Chase Kalisz, plata, y de su compatriota Daiya Seto, que se colgó el bronce.
Hagino, que llegó a Río con la mejor marca del año, hizo valer su superioridad en las postas de mariposa y espalda, para lograr una cómoda ventaja que el estadounidense Chase Kalisz no pudo acabar de enjugar pese a su espectacular final.
Y eso que por momentos pareció que Kalisz, que cruzó el ecuador de la prueba con una desventaja de casi tres segundos con relación al nipón, podría dar caza al líder gracias a su fortaleza tanto en la braza como en el nado libre. Sin embargo, Hagino, que hace tres años tuvo que conformarse con la medalla de bronce en Londres, resistió el furibundo final del yankee.
Markel Alberdi ayuda al récord estatal en el 4x100 libre
Markel Alberdi cumplió en su debut olímpico. Su posta, la primera, no bajó de su propio récord estatal, pero el cuarteto en el que competía sí hizo mejor marca española en el 4x100 libres, superando la anterior en seis centésimas. El eibartarra tenía entre una de sus metas la particular de hacer mejor marca personal y de paso récord. Desde la calle 8, apenas se despegó de su par en la 7 el nadador alemán, haciendo un tiempo de 49.28 en esos primeros 100, frente a los 49.18 que pretendía rebajar. No obstante, la suya fue una buena prueba en el arranque, nivel competitivo que mantuvo Miguel Ortiz-Cañavete, mantuvo el tercer relevista Aitor Martínez –tocó sexto– y sufrió más el último, Bruno Ortiz-Cañavete, que acabó justito. No obstante, el cuarteto marcó un crono de 13.16.71, superando la mínima española y cumpliendo así el principal objetivo con el que se presentaban en Río, dado que meterse en la final era misión imposible; acabaron por delante de Rumanía. Sus parciales individuales fueron: Alberdi 49.28, Miguel 48.87, Aitor 48.87 y Bruno 49.69.
La que también se ha quedó ayer fuera de la final de los 400 libres, quizá contra todo pronóstico, fue la catalana Mireia Belmonte, en una mala prueba en la quefirmó 4.08.12, a casi cuatro segundos de la última plaza para meterse en la final. Tras su bronce la jornada anterior, poco tiempo de descanso después de llegar de madrugada a la Villa Olímpica, la nadadora dijo sentirse «un poco cansada, sin sensaciones».
Por lo demás, la segunda jornada de la natación fue la del estreno del ‘Tiburón’ Michael Phelps, pero también del brillo de Katie Ledecky que en las series de los 400 libres batió el récord olímpico con 3.58.71 y prometía el mundial en una final celebrada esta madrugada. Y como anécdota, la prevista eliminación de la nadadora Gaurika Singh, superviviente del terremoto asiático de 2015, la participante más joven de estos JJOO, de 13 años, en los 100 braza.J.VIVANCO

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