Imanol CARRILLO
VASCOS EN RÍO 2016

El feroz grito del esfuerzo, la constancia, la tranquilidad y la felicidad por el trabajo

El lanzador de peso se estrena esta tarde en el Estadio Olímpico después dellegar a Río con un excelente trabajo y de haber pensado en dejar el atletismo.

Carlos Tobalina lleva cuatro años viviendo en León, donde entrena en el Centro Especializado de Alto Rendimiento Deportivo (CEARD). Al acceder a las instalaciones para entrenar, se topa con una foto de Manolo Martínez, leonés y «un referentes del peso» en el Estado español –bronce en Atenas 2004–, y se siente afortunado por tener al mismo entrenador, Carlos Burón. Entonces se pregunta para sí mismo: «¿Por qué no yo?».

Nacido en Castro Urdiales pero que también se siente vasco, es seguidor del Athletic y en casa tiene queso de Maider Unda, luchadora alavesa que no pudo clasificarse para los Juegos de Río de Janeiro, donde sí estará este barbudo de 1,87 metros de altura y 127 kilogramos.

A pesar de su apariencia ruda y seria, típica de un lanzador de peso, es escucharle hablar y se acaban todos los prejuicios posibles por su humildad y sencillez a la hora de afrontar la vida. Sobre todo, recordando los peores momentos de su carrera deportiva, que comenzó después de haber probado en el fútbol.

Sus padres le insistieron en probar en el atletismo. Y no fue una decisión para nada desacertada. Hoy compite en lanzamiento de peso (a partir de las 14.55; la final comienza a la 1.30 de la madrugada) en el mayor escaparate mundial de una disciplina, el atletismo, que acapara mayor fuerza en los Juegos.

El billete lo alcanzó en el Campeonato de España de pista cubierta disputado a principios de marzo en Madrid. Tobalina logró la medalla de oro con un lanzamiento de 20,50 metros que añadía al título español, por delante de Borja Vivas, la mínima para el Mundial en pista cubierta que se disputaría ese mes en Portland (Estados Unidos).

Sin embargo, hay que echar la vista seis años atrás, al momento exacto que supuso un punto de inflexión en su carrera. En 2010 Tobalina se presentó en el Campeonato de España en Málaga con la decisión tomada de dejar el atletismo tras esa cita.

Entonces el destino quiso que se colgara su primera medalla estatal, la de bronce. Una voz en su interior le dijo: «No lo tienes que dejar». En una llamada telefónica, su padre terminó de convencerlo: «Me dijo que para adelante, que había que apostar».

Hasta el día de hoy. El lanzador cambió de mentalidad y muchas veces, al salir de casa, se pregunta si es feliz. No necesita muchos segundos para saber que lo es. «¿Cómo no voy a serlo? Si yo todas las mañanas sonrío es porque soy feliz», recalca.

Tranquilidad, su filosofía

Esa felicidad la mezcla con la tranquilidad que utiliza en sus actuaciones con el peso. «Me meto en mi mundo. Ese mundo tiene que ser de tranquilidad, aunque muchas veces no lo es porque el nerviosismo que tenemos siempre está ahí. Cuando cojo la bola, lo importante es que estemos la bola, el círculo y yo; lo de alrededor me da igual. Una vez que me meto en el círculo, como en esta vida, es cuestión de actitud», es su filosofía.

Esta tarde, cuando mire de reojo al Estadio Olímpico, se tranquilizará al conseguir su sueño.