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El Ejército tailandés se enfrenta a un difícil equilibrio con el príncipe

Tras la muerte del idolatrado rey Bhumibol Adulyadej, el Ejército de Tailandia se enfrenta al reto de rediseñar la relación con el príncipe heredero, Maha Vajiralongkorn, quien ni goza de la misma fidelidad ni cuenta con el estrecho vínculo con los militares que su padre tejió durante siete décadas de reinado. La junta militar ya ha adelantado que el príncipe necesita «tiempo», mientras modela una sucesión a su gusto.

Los militares en el poder en Tailandia se enfrentan ahora al inédito reto de buscar un equilibrio con la monarquía tras la muerte del rey Bhumibol Adulyadej para buscar una sucesión a su gusto. Durante siete décadas de reinado, Bhumibol ha mantenido un estrecho vínculo con los militares, que han llevado a cabo golpes de estado cíclicos en nombre del monarca, convertido en una figura semidivina. El líder del último de ellos en 2014, el general Prayut Chan-o-Cha, fue avalado por el rey.

Pero esa relación de simbiosis es específica del rey difunto, construida durante décadas, y sobre todo tras la lucha contra los grupos comunistas en los años 60. El príncipe heredero Maha Vajiralongkorn, que ha pasado hasta ahora más tiempo en Europa que en su país, está lejos de esa relación.

De momento el general Chan-o-Cha ha tomado la iniciativa y adelantó que el príncipe necesita «tiempo» antes de convertirse en rey. Además, el Ejército cuenta con diferentes facciones con las que debería llegar a un consenso. El heredero, por su parte, cuenta con su propia «guardia pretoriana, de unos 5.000 hombres», según Paul Chambers, especialista en el Ejército tailandés.

El hombre clave es Prem Tinsulanonda, ex general y ex primer ministro, principal consejero del rey fallecido. Considerado la eminencia gris del palacio, ha movido los hilos de la escena política y los golpes. Su escasa estima por el príncipe es objeto de especulaciones en privado, porque en público la drástica ley de lesa majestad impide las críticas. La sucesión deja también incertidumbre en la ya renqueante economía. Los inversores extranjeros, que ya miran más hacia otros vecinos como Vietnam, temen tensiones políticas. El crecimiento del 2% previsto para este año por el Banco Mundial es el más bajo de la zona y en 2015 las inversiones exteriores cayeron un 90%.

La economía que sí goza de buena salud es la de la propia monarquía, gracias sobre todo a su brazo financiero, el Crown Property Bureau, un conglomerado de empresas – banca, químicas, seguros, inmobiliarias– que se estima cuenta con la sexta parte de la riqueza del país. Exento de impuestos, posee la tercera parte de los terrenos de Bangkok y sus ingresos oscilan en torno a los 300 millones de dólares al año. Sus fondos son utilizados por el rey como quiere, sin dar cuentas.

Los tailandeses, entre el duelo y la inquietud por el futuro

Desde los deportistas que corrían a primera hora de la mañana hasta los empleados de las oficinas en el metro, millones de tailandeses se vistieron ayer de negro y blanco, los colores de duelo, para llorar a su rey. Algunos rompían en llanto al paso de la ambulancia que transportaba los restos del rey Bhumibol Adulyadej, fallecido el jueves a los 88 años, desde el hospital Siriraj hacia el gran palacio.

En el vehículo siguiente, se encontraba el príncipe heredero, Maha Vajiralongkorn, de 64 años. El príncipe dirigió luego la ceremonia budista del «baño» del cuerpo de su padre, primera etapa de una larga serie de rituales que duran varios meses para los miembros de la familia real. El hecho de que el príncipe pidiera «tiempo» antes de subir al trono inquieta a la ciudadanía. ««Mientras el rey vivía, el pueblo estaba unido», lamentaba, emocionado, Arnon Sangwiman, trabajador de la compañía nacional de electricidad. «Ahora tengo miedo de lo que puede pasar, qué administración tendrá el país, qué tipo de régimen (tendremos) a largo plazo», añadió. El príncipe heredero es menos conocido y venerado por sus compatriotas que su padre, y hasta ahora vivía la mayor parte del tiempo en Alemania. Su personalidad también suscita debate, aunque los tailandeses solo hablan del príncipe en privado, ya que una estricta ley reprime los crímenes de lesa majestad con duras penas de cárcel. GARA