Al menos 34 personas murieron ayer y otras 36 resultaron heridas en un atentado kamikaze reivindicado por el Estado Islámico en el ataque más sangriento en la capital iraquí desde hace tres meses. La explosión se produjo en el gran barrio chií de Al Shaab, al norte de Bagdad, durante la conmemoración de la Ashura. El ISIS reivindicó el ataque a través de un comunicado difundido por la agencia Amaq, cercana al grupo yihadista suní.

La Ashura conmemora el aniversario del martirio del imán Husein, nieto del profeta Mahoma, que murió el año 680 a manos de las tropas del califa omeya Yazid (líder de la rama suní).

Las autoridades iraquíes dieron diversas versiones del ataque. Según una de ellas, un kamikaze hizo estallar su cinturón de explosivos en una funeraria donde musulmanes chiíes recibían condolencias. Otras fuentes dijeron que el atentado se produjo durante la distribución de comida con motivo de esta festividad religiosa.

La batalla por Mosul

En 2014, el ISIS se apoderó de vastas regiones en Irak. El Ejército iraquí espera con apoyo de Washington retomar el control de Mosul, en el norte del país. Esta operación debe llevarse a cabo en los próximos días y es considerada como una de las más complejas en la lucha contra el ISIS.

Además del aspecto militar, la batalla de Mosul representa un desafío humanitario. «Más de un millón de personas podrían ser desplazadas en la ofensiva. Unas 700.000 personas necesitarán ayuda, refugio, alimentos y agua», señaló en setiembre el representante del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados en Irak, Bruno Geddo.