M.I.
SICIXIA

Un viaje sensorial por Costa da Morte

L a carrera del cineasta gallego Ignacio Vilar encontró su punto álgido con “A Esmorga” (2014), impresionante adaptación de la novela de Eduardo Blanco Amor, que muestra el lado más duro y salvaje de la Galicia rural. Esa Galicia profunda también está muy presente en su nueva realización “Sicixia”, pero de otra manera. La película propone al espectador un viaje existencial, y sobre todo sensorial, por Costa da Morte. No solo se conforma con fotografiar sus paisajes más reconocibles, sino que además capta sus sonidos característicos, todos ellos definidos por el azote constante del fuerte viento que viene del mar, y que marca la manera de ser de los lugareños. El pretexto argumental parte de la presencia en la zona de un ingeniero de sonido que intenta grabar toda esa sonoridad ambiental.

El visitante conoce a una mujer nativa en su recorrido, la cual se dedica a la recogida de algas. Al testimonio de este oficio, se une el de los mariscadores, de los pescadores en la lonja o el artesanal de las palilleras. En paralelo al documental costumbrista que recoge tales actividades, se desarrolla la historia de amor entre dos personas que están casadas pero no son felices en sus respectivos matrimonios. Son testigos del romance el faro de cabo Villán, la cueva Xoana, el acantilado de Castromiñán o el legendario Busarán.