Gloria LATASA
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Verdades de perogrullo

Una perogrullada –o verdad de Perogrullo– es un término que el diccionario define como «verdad o certeza que, por notoriamente sabida, es necedad o simpleza el decirla». Su origen está relacionado con un escritor anónimo que, allá por 1460, creó un personaje que pronosticaba cosas obvias al que llamó Pero Grillo. Con el paso de los años el nombre derivó en Pero Grullo y hubo que esperar hasta 1622 para que un escritor de la talla de Quevedo incluyera la expresión “perogrullada” en unas de sus obras.

Sin embargo, en temas relacionados con la meteorología y la climatología lo notoriamente sabido no siempre está bien interiorizado. De tal manera que, repetirlo una y otra vez –en aras de nuestra seguridad– no debería ser considerado ninguna perogrullada. Por ejemplo, decir que noviembre no es verano parece una bobada. Sin embargo, acostumbrados como estamos a que el termómetro esté mostrando valores por encima de lo «normal» para esta época del año, nos confiamos y olvidamos que en el monte puede haber sorpresas. Si todo va bien, no hay problema; pero la más mínima dificultad nos podría poner en situación de pasar apuros si vamos con un equipo inadecuado. Otra verdad de Perogrullo podría ser decir que con viento sur vamos a pasar calor. No obstante, en ésta época del año unos inofensivos 10º C se pueden convertir en una sensación térmica de 0º C con un viento de 30 km/h, por mucho que ese viento llegue del sur. Una situación así requeriría el uso de un material –gorro, guantes– que se resiste a entrar en algunas mochilas. También parece una simpleza decir que «el tiempo» tiene sus particularidades en la montaña. Sin embargo, tenemos tendencia a pensar que si «en casa» hace bueno (o malo) también lo hará en el monte. Y puede que haya sintonía o no. Todo depende de cuál sea nuestro punto de partida (costa, interior…), cuál el punto de llegada (qué montaña) y la situación meteorológica que «gobierne» la atmósfera durante la jornada.