Jon ORMAZABAL
Final del Cuatro y Medio

Dar un paso atrás no está permitido, ni para tomar impulso

Oinatz Bengoetxea y Jokin Altuna buscan inscribir su nombre en el palmarés delacotado por vez primera en una atractiva final de dos pelotaris muy atrevidos.

Por la identidad de los contendientes la de hoy en el Ogeta ha sido llamada como la final de Fernando Amezketarra –Fernando Bengoetxea Altuna–, por lo que recurrir al pastor y bertsolari nacido a las faldas del Txindoki en 1764 podía haber resultado hasta recurrente para la previa. Sin embargo, la actualidad nos lleva a tomar una frase de uno de los personajes más influyentes del siglo XX, que resume a la perfección el tipo de juego que nos espera con dos aspirantes a añadir su nombre en el palmarés del Cuatro y Medio.

Cuando en 1989, a iniciativa de ETB, las empresas recuperaron una modalidad que había sido arrinconada en 1957, cuatro pelotaris, Julián Retegi, Ladis Galarza, Tolosa y Alustiza, participaron en un campeonato con trazas experimentales y en cuya final, Retegi contra Galarza, apenas se reunieron 200 espectadores en el Atano III donostiarra.

En la actualidad, el frontón de Amara no es suficiente para saciar la demanda del pelotazale y será el exigente Ogeta, con 500 asientos más, el que albergue una final de lo que parece un deporte distinto.

«El cambio ha sido espectacular, ves nuestros partidos de entonces y parece que han pasado 200 años, no veintitantos. Antes jugábamos todo a bote, si podías buscabas la raya, alargar el tanto y cansar al adversario. Ahora, por contra, todos los pelotaris salen a meter ritmo, rematan desde cualquier posición, la velocidad es de vértigo», reconocía en su día a GARA Alustiza, delantero de Segura.

Y sin ser los grandes ideólogos de esta revolución de la pelota, Oinatz Bengoetxea y Jokin Altuna sí que pasan por ser dos de los mejores exponentes de esa nueva forma de jugar a pelota que, a pesar de los críticos, sí que ha conseguido enganchar a este deporte a los más jóvenes y las gradas del recinto de Mendizorrotza, sobre todo las localidades más «populares», darán cuenta de ello.

Con menos de 1.000 habitantes, unos 200 amezketarras se desplazarán hoy en tres autobuses –dos por la mañana y otro a primera hora de la tarde– hasta Gasteiz, es decir, en torno al 20% de su población, lo que da muestras de la locura que ha suscitado Jokin Altuna en una localidad de gran afición e historia en este deporte.

Leitza, otro pueblo pelotazale donde los haya, también acompañará a Oinatz Bengoetxea y la gran sintonía existente durante todas estas semanas previas a la disputa de la final también acompañan a que el ambiente sea inmejorable esta tarde en el Ogeta, por mucho que los 120 euros de la cancha hayan echado para atrás a más de uno.

«Partido loco»

Y es que, las características de ambos pelotaris, que no escondieron sus intenciones en una elección de material sin ninguna queja, invitan a pensar que el número de pelotazos y la duración del juego no será muy larga. Eso sí, la intensidad y la calidad de ambos contendientes la hacen extremadamente atractiva y ya se sabe eso de que las mejores esencias suelen viajar en tarros pequeños.

A la sombra, como él mismo reconoce habitualmente, de Juan Martínez de Irujo y Aimar Olaizola durante tantos años y tras un verano especialmente duro, en el que se ha visto apartado de los grandes torneos estivales, Oinatz Bengoetxea está ante la gran oportunidad de calarse la única txapela que le falta, la del Cuatro y Medio, y colarse en el selecto club de seis pelotaris que han conseguido el triunfo en las tres distancias oficiales, el Manomanista, el Parejas y el Cuatro y Medio.

Pudo hacerlo, en el propio Ogeta en 2012, pero tras un cúmulo de circunstancias adversas en las semanas previas, el de Asegarce casi ni compareció ante Aimar Olaizola, y el de Goizueta se caló la sexta de sus siete txapelas en una final sin apenas historia (22-9). Con la experiencia adquirida y disgustos como la fractura en su dedo que le privó de disputar la final del Manomanista del año pasado, el delantero navarro se presenta a esta final en el punto perfecto de juego, tras un extraordinario campeonato en el que se ha mostrado muy regular y en el que solo Aimar Olaizola ha sido capaz de vencerle, en un partido en el que Bengoetxea VI dominó durante la mayor parte del tiempo y en el que el ganador obtuvo su primera ventaja en el marcador en el 19-18.

La trayectoria de Altuna III ha sido diametralmente opuesta. El de Amezketa afrontó el campeonato tras un verano pletórico, en el que, en ausencia de su ídolo Juan Martínez de Irujo, tuvo que echarse el peso de su empresa a la espalda, respondiendo de manera excepcional y convirtiéndose en el pelotari con más torneos.

La carga física y mental del primer periodo estival con tanta responsabilidad y la imposibilidad de preparar el campeonato en condiciones hizo que el guipuzcoano se presentara al debut en Eibar bastante desencanchado y Mikel Urrutikoetxea le pasó por encima. Víctor lo tuvo contra las cuerdas en el segundo partido cuando se adelantó 19-12, momento en el que algo cambió dentro del amezketarra, que no solo obró la remontada, sino que luego se deshizo de Iker Irribarria y de todo un Aimar Olaizola en semifinales mucho más fácil de lo esperado.

De ahí que, por mucho que las apuestas estén en su contra –se esperan momios de 100 a 60 a favor de Oinatz Bengoetxea–, Jokin Altuna tiene motivos para soñar con convertirse en el pelotari más precoz en calarse la txapela del acotado. Hasta ahora es Patxi Eugi, con 21 años, el que posee esta marca, cifra que superaría el amezketarra, con un año menos. De paso, recuperaría la txapela para Gipuzkoa, algo que no sucede desde 1999, cuando Mikel Unanue se impuso precisamente al de Agoitz en el propio Ogeta gasteiztarra.

Pero suceda lo que suceda, la rueda no para y ni el ganador ni el finalista tendrán la opción de celebrar su gesta en las cenas organizadas en Leitza y Amezketa como les gustaría, ya que mañana deben acercarse para las 11.30 a Bilbo, donde se presenta el Parejas y donde ambos pelotaris tienen un sitio fijo.