Ramón SOLA
COOPERACIÓN TRANSFRONTERIZA

Romper la «frontera dura» hoy día, en un país habituado a ello

La «cooperación transfronteriza» es un concepto moderno y reglado a nivel europeo, pero antiguo y normalizado en Euskal Herria. «Está en nuestro ADN», sostiene el eurodiputado Josu Juaristi. EH Bildu ha organizado unas jornadas en Irun, ayer y hoy, para ver cómo sacarle el mayor partido posible en este siglo XXI.

Las jornadas se celebran, cómo no, junto a la frontera más tupida de las que separan internamente a Euskal Herria; a unos metros del Bidasoa, entre Irun y Hendaia, en Ficoba. «Muga gogorra» la llamó en su intervención Iñaki Dorronsoro, presidente de Eusko Ikaskuntza, para diferenciarla de otras «blandas» como las líneas administrativas que separan entre sí a Araba, Bizkaia y Gipuzkoa.

«Frontera dura», sí, pero no infranqueable. Los vascos lo saben hace milenios, desde siempre. Lo atestiguó Imanol Esnaola al poner sobre la mesa que algunos de los 129 proyectos de cooperación que ha analizado el observatorio Gaindegia «llevan siglos funcionando y no tienen constancia administrativa ni presupuestos». Por ejemplo, entre pueblos de los dos lados del Pirineo.

Todo ese caudal ha llegado hasta el siglo XXI y se cruza con la realidad moderna llamada Interreg, que desde hace 26 años impulsa proyectos de cooperación transfronteriza. Una opción que lógicamente tiene especial atractivo en Euskal Herria como país dividido entre dos estados. Por eso, EH Bildu lo analiza ayer y hoy en estas sesiones de Ficoba. Ayer se mezclaron las voces de expertos en posibilidades actuales, como el economista François Levarlet, con las de quienes ponen el acento en esa herencia tradicional, caso de Iñaki Dorronsoro: «Los planteamientos que se hacen desde Europa para la cooperación transfronteriza son a menudo muy economicistas. Y solamente con economicismo no es fácil impulsar colaboraciones, hace falta también el elemento cultural», advirtió.

Once universidades

En este ámbito y esta época histórica cobra dimensión especial la eurorregión Aquitania-Euskadi, a la que próximamente se incorporará Nafarroa. Xabier Uhalde, gestor de proyectos, se encargó de explicar algunas pautas básicas de una labor poco conocida, como casi todo lo que atañe a la cuestión de la cooperación transfronteriza. Así, recordó que se fundó en 2011, sobre la base de 30 años de colaboración anterior; que tiene su sede en Hendaia; que su presidente actual es el aquitano Alain Rousset, que sustituyó hace unos meses a Iñigo Urkullu y si todo va bien dará el relevo en 2018 a Uxue Barkos (el cargo rota cada dos años); y que lo dirige una asamblea de veinte miembros, paritaria (diez por cada administración), aunque cuando se materialice la incorporación de Nafarroa pasarán a ser dieciocho (seis por cada ente).

Entre sus proyectos tiene cabida desde la cooperación en enología (acaban de celebrarse unas jornadas sobre vino en Burdeos) a envejecimiento poblacional, energía marina, movilidad estudiantil... No solo se articulan por la vía estándar de los programas europeos, sino también mediante convocatorias propias o bien promoviendo «partenariados estratégicos», en aquellos casos en que «vemos un ámbito de cooperación que puede ser interesante y tenemos unos agentes bien identificados para ello».

Poco antes, desde la experiencia de Gaindegia, Imanol Esnaola ya había manifestado que la colaboración en este país muchas veces se entabla de modo casi casual: «Porque una persona euskaldun habla con otra, o porque dos responsables de empresas o de escuelas coinciden en vacaciones y ven opción de cooperar ante un problema común...», apuntó.

Colaborar siempre tiene connotaciones positivas y efectos beneficiosos, y Hualde expuso datos que dejan claro que Euskal Herria es terreno fértil para ello. Por ejemplo, ese espacio que conformarán pronto Aquitania, la CAV y Nafarroa englobará a casi nueve millones de personas. Y en él habrá nada menos que once universidades y 250.000 estudiantes. No es de extrañar por tanto que la cooperación en investigación y educación suponga un puntal dentro de la eurorregión.

Potencial... y problemas

La potencialidad vasca queda a la vista, pero los problemas también están ahí. De todo tipo, incluidos los inesperados. Hoy se hablará más en detalle del caso irlandés, pero ayer la eurodiputada de Sinn Féin Liadh Ni Riada, que moderó la primera mesa redonda, ya avanzó que en su país la cooperación transfronteriza ha tenido una gran importancia y presupuestos notables, «pero ahora no sabemos qué traerá el Brexit».

Un reciente Eurobarómetro ha diagnosticado, mediante encuesta, los escollos para esta cooperación. De ello habló Levarlet, que ve claro que hay que simplificar los procedimientos. En la presentación del acto, el eurodiputado de EH Bildu Josu Juaristi también remarcó que aunque la Unión Europea proclame su fe en esta fórmula, «en la realidad de los proyectos y programas se aprecia que da escasa importancia a la cooperación transfronteriza. Hay una involución». Es otro de los motivos que ha llevado a la coalición a celebrar estas jornadas.

Desde otro punto de vista, el presidente de Eusko Ikaskuntza estimó que en Europa siguen existiendo demasiadas fronteras de carácter administrativo. Mostró un mapa que divide el continente en 260 zonas en función de este parámetro y abogó por cambiarlo a través precisamente de la cooperación, aunque sea a nivel «micro». En paralelo, entiende que «la actual crisis de Europa da una oportunidad de resideñar todo esto».

Apuntó también cómo a veces las «divergencias político-ideológicas» empeoran todo, poniendo como ejemplo que Nafarroa sí abrirá ahora esa puerta, pero durante muchos años los anteriores gobiernos se opusieron radicalmente.

También avanzó por ahí Imanol Esnaola: «Hoy hablar de Euskal Herria es todavía entrar en un terreno de gran conflictividad si proponemos cuestiones de cooperación», constató. Se remontó hasta los tiempos de la Ilustración para recordar que «puso en marcha tendencias centrífugas hacia Madrid y París», que todavía no han sido revertidas. Y se preguntó en voz alta: «¿Cuándo devolverá Europa al pueblo vasco la ocasión de compartir relaciones, experiencias, soluciones...?»

No obstante, Esnaola miró igualmente dentro del país para indicar que todavía «son necesarias actividades que potencien el conocimiento mutuo entre los vascos. Mirad lo que estoy diciendo, ¡para que nos conozcamos entre nosotros!». Dorronsoro, que viene del mundo de las cooperativas y acumula 40 años de experiencia en ellas, puso el acento en que a partir de ese conocimiento se van identificando necesidades comunes y es ahí donde empieza una colaboración fructífera: «Si queremos impulsar la cooperación transfronteriza, empecemos por identificar bien las necesidades y reflexionar sobre ellas. Los planteamientos que llegan habitualmente son de arriba a abajo, pero hay que ir de abajo a arriba», propuso.