Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «La última canción»

Un triángulo romántico entre dos mundos

El guion de “Tumbledown” lo ha escrito Desiree Van Til, esposa del realizador debutante Sean Mewshaw. La pareja no ha querido arriesgar en su ópera prima, limitándose a introducir un pequeño matiz de originalidad en una relación triangular que evoluciona sin sobresaltos por unos derroteros más bien previsibles. El detalle diferencial del que hablo se refiere a que el tercero en discordia no está vivo, por lo que su presencia resulta más bien simbólica para la pareja de enamorados que comparten su amor en este mundo. No parece que eso pueda ser suficiente para sorprender a un público acostumbrado a este tipo de historias románticas que oscilan entre la comedia y el drama.

Sabido es que los cómicos se adaptan mucho mejor al drama que los actores dramáticos a la comedia. Una regla que no se cumple por la presente, habida cuenta de que Jason Sudeikis se queda en un nivel intermedio entre ambos registros, sin terminar de decantarse del todo por ninguno. Es el coste que tiene que pagar por ser el protagonista masculino de lo que se define como una “dramedia”, en la que la actriz Rebecca Hall encaja mucho mejor, gracias a su experiencia en el cine de autor con Woody Allen, Stephen Frears o Patrice Leconte.

El triángulo de “Tumbledown” deja en el aire una interesante cuestión que debería haber sido analizada más a fondo, como es la posibilidad de que dos personas se enamoren la una de la otra por compartir unos sentimientos hacia un tercero. Ella es la viuda de un cantante folk al que él admira por el disco de culto que le ha hecho pasar a la posteridad, y su entendimiento viene dado por la necesidad de escribir una biografía al alimón sobre el finado. A partir de ahí surgen las diferencias, pues el biógrafo es un urbanita recién llegado al paisaje montañoso de Maine al que alude el título original, que es precisamente el que le costó la vida al músico cuando practicaba senderismo.