Esto se acaba. Levanta la vista de la pantalla que te esté absorbiendo la energía mental y verás que ya empiezan las rebajas. Las políticas siguen con las mismas gangas. Mariano Rajoy se pasea por su Pontevedra de residencia vacacional airoso. Sabe que nadie le molestará demasiado. Lo justo, algunas resacas judiciales y los dictámenes que solicita el propio Gobierno para hacer ver que la transparencia se hace con pliegos y considerandos con muchas esdrújulas. Lo suyo es probable que sea lo más previsible del calendario. El resto también, pero con algunos matices.

El factor Trump va a ser importante. Es probable que forme parte del espectáculo televisivo y de la distracción mediática para hacer de la política una pachanga, un concurso de frikis. Si se cumplen las expectativas, vamos a ver congresos, convenciones, cónclaves en algunos partidos. Lo de Podemos es la incertidumbre absoluta. Lo de Pablo Iglesias ya está rozando el esperpento. Su entorno asegura que sin Iglesias no hay Podemos. Y seguramente tienen razón. Por lo tanto es un bluf. Estamos ante una operación espejo con Ciudadanos. El líder antes que las ideas. Y mucha verborrea.

Lo de Susana Díez, perdón Díaz, es una operación que abunda en lo mismo, una lideresa porque nunca ha habido presidenta de gobierno. Una ilusión óptica. Se desangran el partido zombie, asistido por sangre de la derecha, hace políticas de derechas, tiene miedo a su propio pasado y no ven otro futuro que entregarle la manija a una señora del aparato del partido, sin demasiada entidad de ningún tipo más allá de su populismo andalucista sin ideología.

A todo esto añade que el lunes empiezan las clases, que los gimnasios están abarrotados, que los pagos aplazados van llegando y verás que lo más probable es que acabes viendo fútbol o series. ¿Leer?