Catherine TRIOMPHE
washington

Las tensiones raciales, esperanza y decepción en la era Obama

La elección de Barack Obama para la Casa Blanca trajo un tsunami de optimismo. Ocho años después, la esperanza de acabar con las tensiones entre blancos y negros en EEUU se ha desvanecido y todos reconocen que para llegar a ese ideal se requiere más que un presidente negro.

Un nuevo sondeo de Gallup confirmó que un 52% estima que el país retrocedió en las cuestiones raciales en los últimos ocho años, frente al 25% que considera que progresó.

El propio Obama lo admitió en su discurso de despedida. «Tras mi elección, algunos hablaban de un Estados Unidos posracial. Aunque tenían sin dudas buenas intenciones, esa no era una visión realista (...) La raza sigue siendo una fuerza poderosa y muchas veces polarizada en nuestra sociedad».

Durante los últimos años de su Presidencia se dieron sonados casos de violencia policial contra los negros. Violencia que dio nacimiento al movimiento BlackLivesMatter (las vidas negras importan), que desencadenó disturbios en algunas ciudades. Todo ampliado por las redes sociales, donde algunos expresaban abiertamente su rechazo a un presidente negro.

No es sorprendente que más de 50 años después de la prohibición de la segregación racial y 150 años después de la abolición de la esclavitud, muchos crean e que las cosas se estancan.

La cofundadora del Centro de Estudios de Relaciones Interraciales de la Universidad de Florida, Sharon Rush, explica que «la filosofía durante su mandato era que la raza no importa».

En un futuro cercano, si algo está claro es que no habrá mejora con Donald Trump, que multiplicó sus diatribas contra hispanos y musulmanes.

Muchos confían en serán las nuevas generaciones las que cambien las cosas, porque en 20 años, el país será demográficamente muy diferente. Pero que la proporción de blancos disminuya un 16% hasta 2055 no significa el fin de su dominio en las instancias de poder, subraya Rush. La armonía llegará, dice, cuando muchos blancos hagan, como ella, «el largo camino» que permite «comprender el privilegio que es ser blanco».