Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «¿TENÍA QUE SER ÉL?»

Los tiempos han cambiado

Mucho ha llovido desde que en el año 1950 Vincente Minnelli rodara “El padre de la novia” con Spencer Tracy y Elizabeth Taylor y desde entonces la temática basada en el suegro temible y el yerno sufrido ha vivido un sinfín de variantes, cuyo principal logro en los últimos tiempos y dentro de la comedia norteamericana probablemente haya sido “Los padres de ella” en la que Ben Stiller sufría los ataques implacables de un futuro suegro con pasado en la CIA y con apariencia de Robert de Niro. “¿Tenía que ser?” no oculta sus credenciales de producto de consumo ultrarrápido y vuelve a repetir el esquema consabido pero disfrazado mediante un giro en el que la presa se convierte en cazador. Es decir, el yerno es ahora el tipo temible que deberá padecer el sufrido suegro. Para otorgar cierto empaque al producto se han contratado a un Bryan Cranston que parece haberse tomado el filme como una especie de terapia de choque contra el agarrotamiento que provoca el drama y un James Franco al que no le ha costado excesivo esfuerzo asumir un rol autoparódico que ya ha practicado infinidad de veces en los cortos que publica en internet a través de su blog personal.

El principal recurso que maneja el guión –orquestado a seis manos por el propio director, Ian Helfer y Jonah Hill– se resume en un crescendo en el tratamiento de una serie de secuencias de tinte escatológico que pretenden seguir la estela, de forma fallida, a las que idearan los hermanos Peter y Bobby Farrelly y cuyo epicentro es la comentada escena que deriva en un bukake navideño.