Joseba VIVANCO
Athletic

Remontada a base de Williams

La entrada del extremo dinamita una mala primera mitad de los bilbainos, que sendos goles de Muniain y Aduriz terminaron de arreglar

ATHLETIC 2

SPORTING DE GIJÓN 1


El admirado sportinguista Enrique Castro ‘Quini’ confesaba en ‘‘Historias de San Mamés’’ del periodista Eduardo Rodrigálvarez que cuando tocaba rendir visita al viejo San Mamés «sabías que la gloria la ibas a tener que pelear, no durante noventa minutos, sino desde 15 kilómetros antes, cuando ese arco, tan majestuoso, te indicaba que no ibas a cualquier parte, que no ibas a jugar un partido más, fuera cual fuera el resultado». Lo cierto es que este San Mamés cinco estrellas no ‘acongoja’ ni de lejos tanto como aquel que ‘El Brujo’ rememoraba, pero en la previa del encuentro, el técnico de los asturianos hablaba de esos habituales quince o veinte minutos en que al equipo visitante le toca achicar agua porque el Athletic te empuja y te arrincona, y si lo superas y no naufragas, a lo mejor sales vivo. Vivito y coleando llegó al descanso su equipo, con merecida ventaja en el marcador ante un equipo bilbaino sin alma, ni juego, ni nada. Pero saltar Williams desde el banquillo al descanso y el Sporting comenzó a notar que el agua del que hablaba Rubí le llegaba al cuello. Sus cabalgadas por banda, su velocidad, su atrevimiento en el uno contra uno, su fast and furious... su asistencia de gol a Muniain. Metió de lleno a los leones en el duelo, activó de paso a su amigo navarro y el de Txantrea propició que Aduriz se reencontratara con el gol, el de la victoria a la postre, tras marrar dos claras ocasiones ante Cuéllar. El puño al aire del donostiarra, su grito de «¡Vamooos!» y sus aplausos de agradecimiento a una grada popular que coreó su nombre tras los fallos, consiguieron abrazar de nuevo a una grada que durante una primera mitad para olvidar había incluso descargado algunos silbidos sobre los suyos.

Confiaba el propio Quini que el nuevo y moderno estadio mantuviera esa misma «solera», decía, «porque la gente seguirá siendo la misma y sabiendo lo mismo». Y como si el tiempo no hubiera retirado las hojas del calendario, y la lluvia y el barro de tantas tardes sobre el verde de la vieja Catedral no se hubieran secado, en la banda del ahora coliseo cinco estrellas, impecable césped bajo sus calzados sin tacos, departían antes del encuentro dos otrora rivales y amigos, Quini e Iribar. Y en eso llegaba el Sporting, no el de los Cundi, Maceda, Joaquín, Mesa, Enzo Ferrero o el propio Quini de la década de los setenta, sino un conjunto asturiano que lo hacía como el peor antepenúltimo en la 20ª jornada de una Liga de Primera. Y allí estaba el Athletic de este curso, enfrentado a sus fantasmas, esos de la parte baja de la tabla y que le anudan una cadena, con bola incluida al final, que lastra su juego y nubla sus ideas. Como ayer en un primer acto donde fueron Balenziaga y once menos.

Partido de entretiempo, entre el tiempo de la siesta y el tiempo de la merienda. Como un Athletic con su once casi de gala, salvo la ausencia de un Williams que lo venía jugando todo, y al que Ernesto Valverde dio descanso para premiar al ‘potrillo’ Lekue en banda izquierda, repitiendo con Muniain por dentro y Raúl de nuevo escorado a la derecha. A la media hora, el técnico resolvió recolocar a sus hombres de tres cuartos y situar al colchonero por detrás de un inédito Aduriz, y es que los rojiblancos eran incapaces de llegar con meridiana claridad siquiera al balcón del área gijonesa. El 4-5-1 de los asturianos, con defensa adelantada y presión sobre la medular bilbaina, cortocircuitó cualquier fluidez por parte de los leones, sin ideas, espesos, abusando del pase atrás, donde solo el ‘espíritu Balenziaga’ conseguía mantener la fe en los suyos de una grada que veía cómo llovía sobre mojado.

Los arriesgados pases horizontales de Bóveda fueron el preludio de la pérdida de un balón de San José en la medular, que aprovechó el Sporting para encarar veloz y rascar un penalti cometido por el central. Media hora tardó el Athletic en rematar a portería, casi lo mismo que Amorebieta en empezar a dejar su impronta en su regreso a San Mamés. Ignorado al pisar el césped, fue despedido con una sonora pitada y la enemistad de una grada que la tomó con el de Cantaura tras su codazo al propio Aduriz ya en la segunda mitad. Al menos se vio que al equipo le corría sangre por sus venas, la misma a la que se enganchó, sin demasiados alardes, para sacar adelante el duelo y voltear el luminoso.

Fue precisamente la salida de Williams al descanso la que reactivó a los leones. Al poco, un balón ganado por él mismo acabó en una magistral asistencia para que un hasta entonces inoperante Muniain hiciera el empate. Antes pudo haber empatado San José, pero paró Cuéllar. Como pudo haber desequilibrado el partido Aduriz, hasta en dos clarísimas ocasiones, y ambas el portero evitó el tanto.

El Athletic empujaba pero perdió ese gas de los quince o veinte minutos de los que hablaba Rubí, hasta que a la tercera fue la vencida. Muniain, activado en el segundo acto, sacó un penalti que Aduriz no perdonó esta vez. Con todo a favor, el partido se endureció, las amarillas afloraron, y Amorebieta, un defensa de esos que pegan por placer y no por necesidad, puso el broche con un codazo al donostiarra que vieron todos menos Clos Gómez. Ni los cinco minutos de añadidura dieron para reseñable. El Athletic se sacudió los fantasmas gracias al revulsivo Williams, que dinamitó un choque plano que puso en evidencia, más allá de la victoria, las lagunas del equipo. Eso sí, siempre nos quedarán esos 15-20 minutos o Iñaki.

«Cuando sale Iñaki siempre pasa algo y cambia el partido»

Ernesto Valverde consideró «justo» el triunfo de su equipo frente al Sporting y destacó la aportación en la segunda parte de Iñaki Williams para remontar el 0-1 a favor del equipo asturiano con el que se llegó al descanso. «Está claro que Iñaki nos aporta mucha verticalidad y mucha velocidad. Últimamente no estaba muy afortunado en el juego y le he querido mantener en el banquillo de entrada, pero cada vez que sale desde el banquillo es un buen revulsivo. Siempre pasa algo y nos cambia el partido, si va mal, a mejor», elogió. Valverde añadió que el partido fue «muy disputado e intenso» y que el Sporting les «sorprendió» en su planteamiento con una alineación «más ofensiva» que la de hace una semana frente al Betis. «Han arriesgado y lo han hecho muy bien. Nos ha costado bastante superar esa primera presión y no llegábamos arriba con fluidez. Salvo una jugada clara no nos llegaban, pero se percibía que a la contra podíamos tener problemas», explicó.

En la segunda parte, añadió el técnico, el Athletic empujó «mucho con la idea de remontar» y tuvo «la fortuna» de que el primer gol, marcado por Iker Muniain, «fue pronto. Cuando apretamos así los partidos se les hacen largos a los rivales y hemos conseguido ganar, pero ellos han estado muy bien y muy intensos y le damos mucho valor a estos tres puntos», destacó.

Valverde, por último, consideró que en las próximas horas se podrán concretar el regreso del portero Alex Remiro, cedido en el Levante. «Pensamos que lo vamos a hacer, pero no tengo ninguna noticia», dijo. Tampoco hay noticias sobre la posible cesión de Kike Sola al Numancia como ayer se vino especulando dando por segura la información. No quiso entrar a valorar lo sucedido entre Amorebieta y Aduriz, y se limitó a decir que había sido un partido duro. «El partido ha sido fuerte, duro, los jugadores entran, tienen que tener ojo cuando van con los brazos abiertos. Todos estamos altos de pulsaciones». Igualmente se refirió al falló en la salida de balón que propició el penalti que adelantó al Sporting. «Seguiremos trabajando por no perder balones» en la medular, «pero a veces corres un riesgo y lo asumimos, que nos puede costar goles. Pero otras veces nos viene bien. Es un juego de errores». J.V.

Muniain se hubiera quejado de su penalti

«He notado un ligero contacto por detrás que me ha desequilibrado y el árbitro ha pitado. Si hubiera sido en contra igual me habría quejado también, pero me toca y me desequilibra», reconoció Muniain, objeto de penalti. «A mí siempre me tendrá», dijo sobre Amorebieta.

El club rojiblanco alcanza los 44.650 socios

El número de socios del club ha alcanzado los 44.650, según informa el Athletic en su revista, casi un centenar más que en junio pasado. La entidad rojiblanca echó a andar en 1902 con apenas 140 asociados, seupardno el millar una década después. El aumento se debe a los llamados Socio Barriak.