Laura PÉREZ-CEJUELA (EFE)
BRUSELAS

El BCE rechaza la desregulación y replica a las acusaciones de EEUU

El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, expresó ayer su preocupación por la desregulación financiera que Donald Trump ha empezado a impulsar en Estados Unidos. Al mismo tiempo, defendió que Fráncfort no manipula divisas, como han apuntado destacados miembros de la nueva Administración de Washington.

En su primera comparecencia tras los recientes movimientos en materia financiera del nuevo inquilino de la Casa Blanca, cuyo equipo no ha escatimado críticas hacia la política monetaria de Bruselas, el euro y el propio BCE, Mario Draghi no vaciló en defender el papel de la institución que preside y del conjunto de la Unión Europea.

«Lo último que necesitamos es una relajación de la regulación» del sector bancario, dijo contundente Draghi al ser preguntado por un eurodiputado durante su comparecencia en la comisión de Asuntos Económicos de la Eurocámara.

Insistió en que «la idea de repetir las condiciones que había antes de la crisis es muy preocupante», en referencia a las dos órdenes ejecutivas que el presidente estadounidense firmó el viernes y que abren la vía para revocar la denominada ley Dodd-Frank.

Esta reforma, impulsada por Barack Obama en 2010, buscaba aumentar la regulación y supervisión del sistema financiero para evitar la toma de riesgos que desembocó en la aguda crisis de 2008, pero Donald Trump considera que ha creado barreras que dificultan la financiación de los empresarios.

El deseo de evitar errores pasados tras la crisis llevó a una ola de reformas del sector a nivel internacional, que en la UE consistieron, entre otras, en nuevas normas sobre rescates y resolución bancaria y mayores exigencias de capital en un proceso cuyo futuro está en cuestión tras la llegada de Trump a la Casa Blanca.

La «recompensa»

Draghi subrayó que el hecho de que actualmente no haya «importantes riesgos para la estabilidad financiera» es «la recompensa por la acción que los legisladores, reguladores y supervisores han estado desarrollando desde la crisis financiera».

El presidente del BCE, que evitó mencionar expresamente a Trump en su discurso inicial pero que no esquivó las preguntas de los eurodiputados al respecto, también respondió a los comentarios del presidente del nuevo Consejo Nacional de Comercio de EEUU, Peter Navarro, quien, en línea con su jefe, afirmó la semana pasada que el euro está muy devaluado frente al dólar. «No somos manipuladores de divisas», dijo en su italiano natal Draghi, quien esgrimió como prueba un informe elaborado por el Tesoro de Estados Unidos el pasado octubre, aún bajo la Administración Obama. Ese documento, explicó, afirma que «Alemania no estaba llevando a cabo una intervención unilateral en el mercado de divisas» y que «el BCE no ha intervenido en el mercado de divisas desde 2011», cuando lo hizo de forma concertada con sus socios internacionales.

Para Navarro, la devaluación del euro responde a la intención del BCE de favorecer las exportaciones europeas y beneficia, en particular, a Alemania.

Por otro lado, el presidente del Banco Central Europeo empleó la mayor parte de su comparecencia ante la citada comisión del Parlamento Europeo en defender la política de bajos tipos de interés y el programa de compra de activos hasta que la inflación en el conjunto de la eurozona sea estable, es decir, que esté en niveles próximos pero inferiores al 2% a medio plazo y de forma duradera.

La prima de riesgo italiana, en subida libre

La prima de riesgo italiana cerró ayer en 200,6 puntos básicos y alcanzó los niveles de febrero de 2014, en una jornada en la que UniCredit y la banca italiana en general se desplomaron en la bolsa de Milán. El bono alemán cerró con una rentabilidad del 0,37%, mientras que el italiano lo hizo con el 2,376%, la más alta desde julio de 2015.

Entre los factores que han condicionado la subida de la prima de riesgo y las caídas en la plaza milanesa se encuentran las dudas que despierta entre los inversores el sector bancario italiano y la cantidad de créditos morosos que acumula, según informó el diario “Il Sole 24 Ore”.

El pulso que mantiene Roma con las autoridades europeas por los presupuestos para 2017 también influye: el Gobierno italiano ha calculado recientemente que el déficit será del 2% del producto interior bruto (PIB) en 2017 y que el endeudamiento público se situará en el 132,2%, mientras que la Comisión Europea reclama un mayor «ajuste» en estas cuentas. GARA