Joseba ITURRIA
Elkarrizketa
TITO IRAZUSTA
PERIODISTA DEPORTIVO

«No me hago a la idea de que no voy a seguir en la profesión»

Tras ver que los criterios empresariales pusieron fin la semana pasada a su relación de 22 años con el Grupo Correo-Vocento sin valorar su experiencia y trayectoria, Tito Irazusta trasmite su voluntad de seguir con la pasión que le ha llenado durante los últimos 44 años de su vida. Repasa en su entrevista con GARA la trayectoria que le hizo vivir los mejores años del ciclismo, la Real y del periodismo deportivo.

El 14 de julio de 1955 nació en Hernani y conoció en 1973 el periodismo deportivo en Herri Irratia. En 1977 participa del nacimiento de EGIN, donde trabajó hasta 1995, hasta que deja el periódico y la Cadena Ser para fichar por el Grupo Correo. Desde 1995 dirigió todos los lunes en Teledonosti un programa dedicado a la Real hasta que su empresa decidió acabar con 22 años de relación. Anoche, por primera vez en dos décadas, faltó a su cita.

¿Cómo empezaste en el periodismo deportivo?

Con Mariano Ferrer y Josean Alkorta en 1973 en Herri Irratia con el Campeonato del Mundo de ciclismo en pista en Anoeta. Mi padre fue ciclista y presidente de la Guipuzcoana, mi hermano, Juan Luis, portero del Zaragoza, mi tío Pasieguito jugó en el Valencia y fue entrenador, mi primo José Manuel Otxotorena, portero del Madrid y es preparador de porteros de la selección española y del Valencia... Tenia muchos vínculos con el ciclismo y el fútbol y empecé a retransmitir partidos de la Real con Josean Alkorta y en 1977 Mariano Ferrer, primer director de EGIN, me dijo que tenía que ir al periódico. El día que sale EGIN terminé una de las fases de la mili el 29 de setiembre de 1977 con 22 añitos y fui al periódico. Quizás porque éramos muy jóvenes, tengo unos recuerdos imborrables. Estuve hasta los 40. Fue un aprendizaje impresionaste, unos años espectaculares con directores como Mirentxu Purroy, Luis Lacasa, Juan Ramón Martínez, José Félix Azurmendi, Xabier Zabaleta, Pablo Muñoz...

Combinaba el trabajo en el periódico con el de Radio Popular y luego con la Cadena SER, donde era el jefe de equipo en las vueltas ciclistas cuando íbamos 25 enviados especiales de un medio con helicóptero y todo. Nada comparado con lo de ahora. En esa época de la SER y EGIN tuve la fortuna de seguir los cinco Tours de Indurain, años bonitos porque el periódico le daba mucho al ciclismo. En los meses de julio dormía un par de horas. &dcFour;Terminaba mis compromisos con la radio de madrugada y me ponía a escribir el suplemento del día siguiente y a las seis entraba en el boletín de la SER. Entonces el cuerpo aguantaba...

Tu último día en EGIN fue el último del quinto Tour de Indurain...

El grupo Correo fue a buscarme a ese Tour. Tenía un conflicto con José Ramón de la Morena y me vino muy bien. Así entré en el DV, fui director de las emisoras de radio de Cope, Radio Diario y Cadena Cien y de Teledonosti. En 22 años he combinado prensa, radio, televisión y la web. He trasmitido 24 Vueltas, 15 Tours in situ aunque antes lo hacíamos en Herri Irratia desde la tele francesa, que solo se veía en Donostia, tres Giros, 21 Mundiales de ciclismo, tres de fútbol, tres Juegos y durante 40 temporadas retransmití todos los partidos de la Real de casa y fuera hasta que nos echaron a las radios de los campos. He tenido la fortuna de contar con una pareja muy comprensiva con la que he tenido dos hijos y ha sufrido mis ausencias.

El ciclismo era mi pasión y nunca quise dejarlo aunque ahora esté mosqueado con los ciclistas que, por ganar cuatro euros, hacen biografías en las que nos delatan a los periodistas que les tratábamos como héroes, como modelo a seguir. Te sientes engañado. Ojalá algún día se ponga orden en esto y los propios deportistas sean más honestos, aunque no solo en el ciclismo se han utilizado medios antirreglamentarios. La Operación Puerto ha sido una vergüenza mundial sin que sepamos, además de los ciclistas que machacaron, qué deportistas estaban en aquellas famosas bolsas. El ministro se encargó de cortar la operación porque deciden que era un escándalo revelar otros nombres que estuvieron con Eufemiano Fuentes.

¿Te planteó problemas trabajar en EGIN y la SER aquellos años...?

En mis años de la Vuelta tuve que hacer como que no oía muchas cosas que se comentaban. Era evidente que no caíamos simpáticos, pero lo llevé bastante bien, aunque era un machaque, sobre todo cuando pasaban acontecimientos como los que desgraciadamente pasaron en este país. Lo que más me sorprendió fue cuando fuimos a los Juegos de Moscú en el 80 con Fernando Becerril como enviados especiales de EGIN y a nosotros y a los de El País, al que entonces consideraban como un periódico transgresor, nos enviaron lejos del resto de compañeros de los demás medios.

Siempre has sido considerado como un periodista crítico...

Tengo mucha pasión por el ciclismo y por la Real, pero más por el periodismo. Me calificaron como una especie de enfant terrible porque no decía a todo amén. Mi primera bronca con Toshack fue porque no le di la adhesión inquebrantable cuando me la pidió. Le dije que no se la había dado a mi buen amigo Alberto Ormaetxea como para dársela a él que no le conocía. Eso no le gustó y ahí empezó nuestra guerra con los bombazos de López Ufarte, que era uno de nuestros mejores jugadores y dijo que le sobraba. Luego el madrugón de Oviedo después de perder un partido de Copa con muchos reservas, levantarse a las 4:00 de la mañana para hacerse el gracioso y entrenar a las 11:00. Cuando fichó por el Madrid esto se multiplicó porque desde Madrid no hacían más que preguntarme por él...

Con casi todos los presidentes de la Real he tenido mis problemas por decir algunas cosas que ellos pensaban que, a pesar de que callábamos muchas, no se debían decir, pero nuestro compromiso era con la audiencia. Con casi todos he podido arreglarlo y ahora tengo una relación normal a excepción de con Astiazaran, con el que no he hablado desde que se marchó de la Real porque impuso un veto a mis programas y durante dos temporadas tuve que lidiar la información sin declaraciones de ningún componente del club hasta que el capitán Aitor López Rekarte me llamó para arreglar algo absurdo. Fueron dos años muy difíciles en mi carrera aunque aprendí también mucho y tuve la suerte de que la audiencia seguía con nosotros.

Con los futbolistas no he tenido ningún problema, aunque no tienen nada que ver con los que empecé, que el vínculo era de amistad. Íbamos a cenar con sus esposas. Poco a poco se ha modificado y hoy hay que superar unos filtros antes de llegar al jugador. Se ha superprofesionalizado todo, hay una distancia importante, los futbolistas entienden que somos un poco enemigos y que deben tener cuidado con lo que dicen. Esto era impensable en la época de la Real de Ormaetxea con una vinculación buena porque ellos entendían nuestro trabajo.

Porque también viviste los mejores años de la Real con EGIN...

Entonces los periódicos no salían el lunes, por la Hoja del Lunes, pero con Xabier Zabaleta, que era el director, nos inventamos Kaixo, un periódico deportivo los lunes. En El Molinón fui tan torpe que me puse unos pantalones blancos y terminé como una croqueta rebozado por el barro y Alberto Ormaetxea me dejó un pantalón suyo porque de Gijón fuimos a Sevilla. Celebramos el título en Madrid en el famoso hotel Alcalá todos juntos y nos fuimos a Sevilla a un partido de Copa y el regreso fue el jueves apoteósico. Aterrizamos en Gasteiz y por los pueblos que pasaba el autobús vivimos algo impresionante.

He tenido la fortuna de vivir los mejores y los peores momentos de la Real, los años de Gijón y todo lo demás, el descenso, la causa de disolución en la que se metió el club. También lo de Sevilla, cuando se perdió la imbatibilidad (79-80) y la primera Liga, algo que no supe cómo escribir. Veía llorar a los jugadores y aquel día fue uno de los más tristes. La opinión general era que si ese año no ganábamos la Liga no la ganábamos nunca, así lo declaró el mismo presidente José Luis Orbegozo. La suerte fue que los dos años siguientes aquel equipazo lo consiguió. Aquello de Sevilla fue incomparable, pero en Mendizorrotza no se ascendió cuando en el minuto 90 ganábamos y terminamos perdiendo. Aunque parezca que no, somos personas y, si pasa algo malo a gente a la que apreciamos, te bloqueas. Y lo peor que le puede pasar a un periodista es bloquearse.

¿Con qué más te quedas de estos 44 años de periodismo?

A parte de lo de Gijón y las Ligas, me quedo con dos momentos especiales de la afición en Vigo cuando la Real se jugaba la Liga 2002-03. Nadie de los que fuimos se arrepintió de ir a pesar de perder con la complicidad de la gente de allí. Y el de Manchester, con la kalejira...

Me quedó con la relación con los jugadores campeones, con otros como Xabi Alonso, Mikel Aranburu... y con la regeneración de la afición realista con el ascenso que consiguió quitar muchas precauciones que tenía la gente de ponerse la camiseta de la Real en la calle. Hasta el ascenso los jóvenes estaban hartos de que los aitas les contáramos lo que vivimos en Gijón y ellos vivieron algo tan espectacular como ese ascenso y se convencieron de que merece la pena ser seguidor de la Real.

¿Ha cambiado mucho el periodismo desde 1973 hasta ahora?

Antes el periodismo estaba mucho más respetado, aunque era mucho más difícil ser periodista. He retransmitido vueltas en Herri Irratia con una bolsa llena de monedas yendo de cabina a cabina de teléfono. Recuerdo que las crónicas a EGIN las mandé muchos años por telex, que muchos ni sabrán lo que era ir a Correos y escribir en una máquina que dabas a las teclas y te dejabas los dedos. Luego se grababa porque había ciudades sin Correos o estaba cerrado y si el que lo trascribía no entendía de fútbol donde decías Satrustegi podía aparecer Santillana.

En el periodismo, por la masificación y porque las empresas han tenido sus condicionantes económicos y compromisos que les han obligado a dejar aparcada la objetividad, se ha provocado que ahora el periodista no sea una persona tan respetada.

Yo he tenido la inmensa fortuna de decir siempre lo que he pensado, aunque he pasado mis malos momentos porque a la hora de escribir he intentado ser fiel a lo que veía. Tampoco me parece que hoy en día se valore en su medida la experiencia adquirida por los periodistas. Llega un punto en el que las empresas tienen que mirar sus cuentas y, a partir de ahí, amoldarse a las circunstancias sin mayores miramientos.

Por defender mi independencia profesional siendo Joaquín Aperribay, padre de Jokin, presidente en funciones de la Real, mantuvo una entrevista con mi director José Félix Azurmendi pidiendo que me apartara de mi trabajo sobre la Real. Afortunadamente solo fue una anécdota y tengo la inmensa satisfacción de asegurar que ningún director nunca me ha dicho lo que tenía que escribir. Ha habido momento críticos en 44 años y siempre he sentido un apoyo total.

Ahora veo compañeros jóvenes en las condiciones en las que trabajan y pienso la suerte que hemos tenido por vivir el momento eufórico de la profesión, pero se ha masificado todo. El fútbol se ha convertido en un negocio infame. Antes todoera mucho más real, ahora todo está por los aires, pero hay que adaptarse a los tiempos y a cada época. O te reciclas o quedas fuera del mapa y yo me he adaptado a las circunstancias actuales y disfruto trabajando.

No va a dejar el periodismo...

No me hago a la idea de que no voy a seguir en la profesión. De entrada, vía blog, y luego ya veremos de qué manera, pero el cuerpo me pide seguir contando lo que pienso. Creo que todavía puedo aportar cosas aunque sean de otra forma. Llevo una semana «parado» y no son pocos los que me piden opinión.

Nuestra profesión es nuestro empuje de vida, es como una medicina que te cura de todos los males. En mis 44 años no he tenido ninguna baja, no tengo ningún dolor de nada. Ahora el miedo que me da es que no trabajando empiecen las goteras y por eso tengo que seguir trabajando.  He nacido en una familia de deportistas, el deporte ha sido prioritario. Lo practiqué al principio y luego me dediqué a escribir y contarlo. El deporte me ha marcado, con él lo he vivido todo y me he sentido realizado y muy afortunado.

Y estoy agradecido a toda la gente que ha formado equipo conmigo para llegar a triunfar. Y hablando de la afición, cada 8 de diciembre me acuerdo mucho de Aitor Zabaleta, cuyo asesinato me tocó muy de cerca y no se me va aquella imagen de su novia Verónica pidiendo auxilio que no llegaba frente a la puerta número 6 del Calderón...