Víctor ESQUIROL
BERLÍN

67ª Berlinale, en busca del tiempo perdido

Con el recuerdo todavía demasiado reciente (e hiriente) de una 66ª edición simplemente catastrófica, el festival de cine de Berlín está obligado a dar un golpe sobre la mesa y reivindicar su importancia en una temporada cinéfila monopolizada por las citas veraniegas

Si tomamos como referencia los dos últimos años, queda claro que la Berlinale es a los festivales cinematográficos, lo que el lenguaje binario a la informática. O unos o ceros. O sí o no. Sin término medio que valga. En 2015, y para mayor sorpresa de la parroquia, el equipo comandado por Dieter Kosslick sorprendió con una Sección Oficial que superó con creces la de otros monstruos de la talla de Cannes o Venecia. Berlín lo había conseguido: con el permiso de Locarno, se había erigido en auténtico paraíso del cine de autor... Hasta que llegó 2016, y nos hizo descender hasta los mismísimos infiernos. «Ojalá nos pusieran alguna película del tipo ‘50 sombras de Grey’», dijo una compañera de profesión, en un momento de máxima desesperación: «Era horrible, lo sé, pero al menos era algo que le importaba a la gente».

Así fue y así nos fue. La 66ª Berlinale fue un horror (se mire como se mire), más que por ser un compendio de autores de prestigio mostrando su peor cara, por bombardearnos a base de cine ridículo y desesperantemente intrascendente. Solo se salvaron de la quema Mia Hansen-Love y Gianfranco Rosi. Insuficiente para justificar una cita de esta talla.

Deberes para 2017

La lectura más positiva que ahora mismo se puede encontrar es que todo apunta a que en 2016 tocamos fondo (en todos los sentidos). Las cosas no pueden ir peor que en aquella 66ª edición... ¿verdad?

Bien, echemos un vistazo a lo que nos tiene preparado la carrera por el Oso de Oro de este año... e ilusionémonos ante la presencia de dos pesos pesados. Dos de estos autores que, a menos que rindan al nivel de siempre, ya podrían justificar este nuevo viaje a tierras alemanas. Por una parte, Hong Sang-soo presentará “On the Beach at Night Alone”; por otra, el maestro finés Aki Kaurismäki romperá seis años de silencio con “The Other Side of Hope”. Pero habrá más, y es que a falta de más grandes nombres, la Berlinale tira de su propia cartera de contactos y recurre de nuevo a valores seguros, véase el rumano Calin Peter Netzer (Oso de Oro en 2013) quien regresa con “Ana, mon amour”; véase el chileno Sebastián Lelio, el cual busca repetir con “Una mujer fantástica” el éxito que registró con “Gloria”, cuatro años atrás en este mismo escenario.

El resto hay que dejarlo en manos del glamour (“Logan” y “Trainspotting 2”) y de lo de siempre. Primero, las secciones secundarias. Propósitos para este año: que Forum siga en buen estado de forma y que Panorama recupere constantes vitales. Segundo, ese componente social que tanto pega con la Berlinale. En el año en que el genio del mal Donald Trump parece decidido a agravar la crisis de los refugiados, se espera del certamen berlinés que contraataque sacudiendo conciencias con cine comprometido marca de la casa. Qué menos.

Berlin, euskal zinemagintzaren erakusleiho

Berlineko Zinema Jaialdiaren 67. edizioa euskal zinemagintzaren erakusleiho ere

bilakatuko da. Bigarren urtez jarraian euskal ikus-entzunezko sektorea, Zineuskadiren eskutik, Basque Audiovisual zigilupean izango da bertan eta honek stand propioa izango du Berlinaleko topagune nagusian, European Film Marketen (EFM). Bertan ehundik gora herrialdetatik etorritako 550 enpresa eta 9.000 profesional inguru bilduko dira.

Zineuskadiko arduradunek zehaztu dutenez, 26 proiektuz osatutako katalogoa aurkeztuko dute Berlinen: hamabi dokumental, bederatzi fikzio lan eta bost animazio lan. Horietatik egitasmo gehienak garapen fasean daudela azaldu dute eta, hori horrela, EFM euskal ekoizleentzako «topagune ezin hobea» bilakatuko da. «Espazio horretan sortzen den interakzio kreatiborako aukera oso handia da», ziurtatu dute Zineuskadiko kideek. GARA