La Asamblea Federal votó ayer con el 75% de los votos en la primera vuelta a Frank-Walter Steinmeier, de 61 años, como el futuro presidente de la República Federal de Alemania. El 18 de marzo jurará su cargo siendo el 12° jefe de Estado desde 1949. Sus tres antecesores eran personas cercanas a la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller Angela Merkel. La Asamblea Federal es un organismo político que solo se reúne para la elección del presidente de la República. Se compone de los 630 diputados del Parlamento Alemán, el Bundestag, y el mismo número de delegados que envían los 16 estados federales. Hubo otros cuatro candidatos, entre los que destaca el catedrático emérito de sociología, Christoph Butterwegge, propuesto por el partido socialista Die Linke. El académico ha aprovechado el interés mediático en su persona para denunciar cómo la CDU y el SPD han favorecido fiscal y económicamente a los ricos incrementando la desigualdad social en el país. Logró 128 votos, casi una treintena más de la que dispone el Linke en la Asamblea Federal. Steinmeier obtuvo 931 votos. Hubo 14 votos inválidos y 103 abstenciones, algo insólito.

Después de aceptar su elección, el socialdemócrata dijo que le parecía maravilloso que su país «se ha convertido en un ancla de la esperanza para muchos en el mundo». Su nuevo cargo es más bien representativo. Los presidentes alemanes intervienen ante todo mediante sus discursos en la política interior durante su legislatura de cinco años.

El acuerdo para la candidatura de Steinmeier sería más difícil ahora, cuando Angela Merkel ve peligrar su continuidad en la cancillería, ya que, según una encuesta del dominical “Bild am Sonntag”, el SPD está solo a un punto de la CDU, que suma el 32% en la intención de voto. Por eso el semanario “Der Spiegel” habla ya del «ocaso de Merkel».

El inesperado auge de los socialdemócratas se debe a su nuevo presidente y candidato a canciller Martin Schulz. No obstante, la CDU maneja informaciones sobre el ex presidente del Parlamento Europeo que podría proporcionarle un escándalo parecido al «Penelopegate» del candidato a presidente francés, François Fillon.